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—Mierda, Yanni...

—Resulta que él está de acuerdo contigo, hijo, y Denys tiene el poder en cuanto a los programas de Ari. Giraud estuvo tan duro como siempre, pero yo mantuve una larga y tranquila charla con Denys, sobre ti, sobre tus proyectos, sobre toda la situación. Voy a decirte lo que está sucediendo en Reseune. Hay un sistema que soporta el máximo de la presión posible y justo ahora ponen personal administrativo de segunda categoría, como mi hija, en puestos de gran responsabilidad porque no tienen a nadie más calificado, porque, Dios nos ayude, eso es mejor que cualquier otra cosa. Reseune está demasiado tensa y Defensa tiene el proyecto delante de sus narices, como una bomba a punto de estallar. Si Jane hubiera vivido seis meses más, incluso dos semanas más, si Ollie hubiera podido apoyarse en Jenna y decirle que se fuera a la mierda, pero no puede, porque el maldito reglamento no le permite ejercer un poder absoluto sobre un programa CIUD y no puede despedir a Jenna. Tiene una cinta Final y puede conseguir la condición de CIUD, pero Jenna se ha situado por encima de él con la ayuda de gente del personal y Julia Strassen, quien se declara la ejecutora de Jane, así que Jenna y Julia son las que deben firmar los documentos de CIUD de Ollie, ¿no te parece brillante por nuestra parte? Jenna lo va a pagar. Ahora Ollie es un CIUD, nosotros lo declaramos CIUD. Pero eso no llegará a Fargone hasta dentro de unos meses, y él no lo sabe. —Yanni hizo un gesto con la mano, y agitó la cabeza—. Es un lío terrible. Y voy a pedirte una cosa, hijo.

—¿Qué?

—Quiero que sigas controlando los datos de Rubin cuando vengan, con todo el tiempo que necesites. Tu sustituto con el clon de Rubin es Ally Morley. Pero quiero que trabajes en algunos de tus diseños de recompensa para adaptarlos a la psicología CIUD.

—¿Quiere decir que está pensando en una intervención? ¿En cuál de ellos?

—Queremos observar las estructuras en la relación entre trabajo y recompensa. Gustav Morley está trabajando en eso. Tú no conoces tan bien la psicología CIUD, éste ha sido siempre uno de tus problemas. No. Si tenemos que hacer cambios, tú no vas a diseñarlos. Pero queremos comparar sus notas con las tuyas. Y queremos comparar esa situación con la de Ari, te lo confieso con toda franqueza.

Justin estaba muy tranquilo en apariencia.

—Quisiera pensar que está diciéndome la verdad, Yanni. ¿Es un problema de tiempo real?

—Ya no es de tiempo real. Y te digo la verdad, Justin. Te voy a decir toda la verdad. Después del carguero que.nos trajo estos datos llegó un correo militar, que cubrió el trayecto en menos tiempo que el carguero, en una cantidad de tiempo que es un secreto clasificado para traer el mensaje. Benjamin Rubin se ha suicidado.

—Dios mío.

Yanni lo miró fijamente. Un Yanni que parecía más viejo, más cansado, emocionalmente exhausto.

—Si no tuviéramos la aceptación pública que nos proporcionó Ari —dijo Yanni—, perderíamos Reseune. La perderíamos. Estamos en números rojos. Hemos recurrido a los fondos de Defensa y no tenemos personal. Creo que ahora me entiendes, ya teníamos indicadores de tensión en Rubin antes de que surgiera el problema del proyecto de ley de Descubrimiento, antes de que Ari hiciera su excursión a la ciudad. Sabíamos que había problemas con el proyecto. Mandamos instrucciones que llegaron demasiado tarde. Teníamos la presión del proyecto de ley encima; sabíamos lo que se avecinaba antes de que se hiciera público. Éramos conscientes de que Ari iba a tener que enfrentarse al público, y teníamos todo el plan en marcha. Tal vez no puedas perdonar la reacción de Giraud, pero puede que te sea útil saber lo que estaba pasando en bambalinas. En este momento, Administración te ve de una forma completamente distinta.

—No siento ninguna animosidad contra una niña de nueve años, por Dios, ya lo probé, lo probé en un psicotest...

—Tranquilo. No estoy hablando de eso. En Fargone hay un niño que es la réplica psicológica de un suicida. Debemos tomar decisiones, una posibilidad es confiárselo a Stella Rubin, si creemos la teoría según la cual ella es la última tabla de salvación para el clon. Pero Stella Rubin tiene problemas, graves problemas. Dejarlo con Morley. Pero ¿dónde está el error que condujo a esto? ¿Fue Jenna? ¿O fue antes, desde el grupo mental básico de un bebé con un problema de salud y agobiado por la madre? Necesitamos respuestas. Hay tiempo. Ni siquiera es tu problema. Es cosa de Gustav Morley y Ally. Pero en tu trabajo hay contenidos que tanto Denys como yo consideramos interesantes, francamente. Supongo que adivinarás la razón.

—Psicología de la motivación.

—Relacionada con el trabajo de Emory. Existe una buena razón por la que ella te quería a su lado. Ahora estoy seguro. Estamos proporcionando datos de Rubin a Jordan también. Cuando señales que ves algo claro, te enviaremos a Planys. Una semana o dos.

—Grant...

—Sólo tú. Grant estará bien aquí, te doy mi palabra de honor de que nadie le va a poner la mano encima. Pero no queremos que se presenten complicaciones. Defensa está muy nerviosa con Reseune en este momento. Tenemos que hacer las cosas con mucho cuidado. Te advierto, hijo, que Administración te está vigilando muy de cerca. Estás limpio. Y si tú y Jordan, lográis pasar unos cuantos años más así, hay muchas posibilidades de que la situación mejore en gran medida. Si el asunto estalla, si algo... si cualquier cosa le pasa a Ari... no quiero apostar. No apostaría por ninguno de nosotros.

—¿Y nadie se preocupa por la pobre niña?

—Nosotros nos preocupamos. Eso ya lo sabes. En este momento, Reseune está metida en un terrible lío financiero y sólo nos mantenemos vivos gracias a Defensa. ¿Qué le puede pasar a Ari si Defensa toma el mando, si el proyecto pasa de Ciencias a Defensa? ¿Qué nos pasará a nosotros? ¿Qué le puede suceder a toda la Unión, por Dios? Cambios, eso ni lo dudes. Desestabilización, todo nuestro sistema de prioridades al garete. No soy un político. Me repugna la política. Pero, mierda, hijo, veo el abismo frente a nosotros.

—Yo también lo veo. Pero no está frente a nosotros, Yanni. Yo vivo en ese abismo. Y Jordan también.

Yanni permaneció en silencio un momento. Después añadió:

—Sigue adelante, hijo. Tú y Grant tened mucho cuidado.

—¿Me estás diciendo algo en especial? Dilo claramente.

—Digo que hemos perdido una cosa que no podíamos perder. Nosotros. Todo el mundo, mierda. ¡Hay tantas cosas tan frágiles! Me siento como si hubiera perdido un niño.

Le tembló la mandíbula. Durante un momento, se abrió totalmente y Justin lo sintió en la boca del estómago.

—Vete —dijo Yanni, después, con la voz tranquila y normal—. Tengo mucho que hacer.

XIII

Ari caminó con el tío Denys desde el ascensor por el gran salón, cerca, de la parte superior del Ala Uno, y no era el tipo de salón que esperaba. Tenía el suelo pulido, y una puerta del tipo de las de Residencia, baja, no había ninguna más, hasta que una puerta de seguridad cortaba el paso.

—Quiero enseñarte una cosa —había dicho el tío Denys.

—¿Es una sorpresa? —había preguntado ella, porque el tío Denys nunca le había enseñado lo que había prometido que le iba a mostrar, y el tío Denys había estado ocupado en su oficina con una emergencia todo el día hasta el anochecer. Y ella había estado contenta de que Nelly todavía estuviera con ella; Seely también se había ido.

—Algo así —había dicho el tío Denys. Ella no sabía que hubiera apartamentos allá arriba. Fue hasta la puerta con el tío Denys y esperó que el tío tocara el Cuidador, pero él primero dijo:

—¿Dónde tienes la tarjeta-llave? —le preguntó, como hacían siempre los niños para asustarse unos a otros y hacer creer a la víctima que la había perdido. Pero el tío no bromeaba. Le estaba diciendo que la sacara y la usara.

Así que ella la sacó y la insertó en la ranura de la cerradura.

La puerta se abrió, se encendieron las luces y el Cuidador dijo:

—Ha habido veintisiete entradas desde la última vez que se usó esta tarjeta. ¿Lo imprimo?

—Dile que lo archive —dijo el tío Denys.

Ella miraba un apartamento hermoso, con un suelo de piedra pálida, con grandes muebles y mucho espacio, más espacio que en el apartamento de mamá, más espacio que en el del tío Denys, era enorme; y de pronto se dio cuenta de lo que había dicho el Cuidador sobre las veintisiete veces y sobre el hecho de que esta tarjeta era la suya. La suya. La de Ari Emory.