—Quiero decir que no fue culpa tuya, ¿me oyes? Dicen que algo estalló. —Se dirigió hacia donde estaban hablando los doctores y el instructor, de frente, directa hacia ellos—. No fue culpa de Florian, ¿verdad? —Le temblaba la voz—. Porque si él tuvo algo que ver, primero fue culpa mía.
—Es sera Emory —informó la doctora Wojkowski al instructor de Seguridad, que miraba a Ari con el ceño fruncido, como si ella fuera una tonta CIUD, que se daba aires—. Supervisora de Florian y Catlin.
El hombre cambió de actitud con rapidez.
—Sera —saludó él, como Catlin, tieso—. Todavía estamos investigando. Necesitamos someter a los dos a psicotest, bajo trank.
—No —dijo ella.
—Joven sera...
—He dicho que no. Déjenlos tranquilos.
—Sera tiene razón —dijo una voz dura, la voz de un hombre vestido de forma corriente, que había llegado desde el otro lado, un hombre que estaba un poco sin aliento.
Era Seely. Nunca había pensado que algún día se alegraría tanto de ver a Seely.
El tío Denys no podía correr. Pero Seely había corrido. Y Florian y Catlin tenían razón: Seely era de Seguridad, Ari lo supo en el momento en que gritó al instructor.
Así todo estaba mucho mejor. Florian tenía un pedazo de metal en la pierna, eso era lo peor, pero ya se lo habían sacado y tenía magulladuras y golpes y seguramente le iba a doler porque habían sacado muchos bloques que estaban sobre la puerta que se le había caído encima.
—Tontos —dijo Seely cuando Ari le preguntó lo que había descubierto después de su conversación con Catlin y con el instructor y el Rehén cuando éste recuperó la conciencia y pudo hablar un poco. Cuando lo oyó, Ari llevó a Seely a la habitación donde Florian estaba recuperándose.
—Díselo a él —dijo mientras Catlin entraba detrás de Seely y se quedaba allí, con los brazos cruzados. Seely la obedeció.
—¿Me oyes? —preguntó a Florian.
—Sí.
—El instructor está suspendido. La cantidad de explosivos que les habían dado excedía la resistencia del decorado. El Rehén intentó una maniobra de distracción de acuerdo con las órdenes mientras el equipo estaba colocando una Trampa en la puerta. El Rehén no sabe lo que pasó en ese momento. Por lo visto los dos que trabajaban en la puerta habían puesto el equipo cerca, probablemente entre los dos, y quizá la distracción, o el tercer muchacho que se les vino encima, dejaron caer la carga con la que estaban trabajando sobre las otras dos que tenían en el equipo.
—No empezaron a hacer la Trampa hasta que nosotros pasamos el Cuidador —explicó Catlin, acercándose a la cama—. Pensaron que podrían escapar y conseguir puntos porque había otro equipo que venía detrás de nosotros. Eso no nos lo dijeron. Estaban trabajando con el Enemigo y se suponía que nos atacarían desde atrás. Pero estaban cumpliendo con el horario que les había dado el instructor y pasamos el Cuidador demasiado rápido.
—¿Demasiado rápido? —murmuró Florian con un parpadeo—. Eso es una locura. ¿Qué se suponía que debía hacer yo?
—Así que el otro equipo trató de improvisar y de poner una Trampa en la puerta, a pesar de que sabían que íbamos más adelantados de lo previsto. Y el Rehén siguió las órdenes, dio una patada al guardia, que aterrizó entre los dos de la puerta y ellos dejaron caer la carga justo en medio del equipo. No fue culpa tuya. No podíamos disparar en la habitación porque estaba el Rehén. Se suponía que él estaría de nuestro lado y debía causarles problemas a ellos. Era un ejercicio de dos equipos. Así que en realidad falló el decorado.
—¿Tú no pusiste una Trampa en la puerta? —le preguntó Seely a Florian.
—No lo sé, no me acuerdo —murmuró Florian. Y luego, con cansancio—: No. No lo hubiera hecho. No había razón para hacerlo. No estaba en el plan.
—No lo hiciste —dijo Catlin—. Yo te cubría, para impedir que el tercer Enemigo que había detrás te Atrapara. Ibas a volar la puerta y llenar la habitación de gas, ¿recuerdas?
Florian hizo una mueca como si le doliera.
—No me acuerdo. Se me fue de la cabeza. Ni siquiera recuerdo el momento en que volé por los aires.
—Es posible —dijo Seely con los brazos cruzados, igual que Catlin. Ari estaba sentada en una silla de respaldo recto y escuchaba. Y se asombraba de lo que veía en Seely—. Tal vez nunca recuperes esos segundos. La explosión te sacudió mucho. Pero estás bien. No fue culpa tuya.
—No hay que colocar las cargas extras debajo de las cargas con que se está trabajando —musitó Florian, confundido.
—No se puede exceder la resistencia del edificio con las cargas en un ejercicio de entrenamiento ni hacer un ejercicio de dos equipos con un factor Murphy en una habitación sin salidas. Es pedir demasiado. El otro equipo se retrasó. Éste es el final del informe. Volverás al entrenamiento la semana que viene. Ellos no.
—Sí, ser —dijo Florian con tranquilidad—. Lo lamento por ellos.
—Necesita cinta —dijo Seely mirando a Ari—. No debería sentirse así. Eso le acarreará problemas en el futuro.
Eso enfureció a Ari, y no era justo. Seely estaba tratando de ayudar.
—Yo decido —replicó ella y tuvo miedo de que él dijera que el tío Denys también decidía. Seely asintió, un gesto breve, correcto.
—Tengo trabajo que hacer si eso es todo, sera —dijo—. Usted ya hace todo lo que hace falta por aquí.
—Gracias, Seely. Muchas gracias. Dile al tío Denys que tal vez me quede aquí a cenar.
—Sí, sera. Seely se fue.
Catlin fue hasta la silla, los brazos todavía cruzados y se sentó.
—Catlin —dijo Ari—. ¿Te hicieron daño?
—No mucho —respondió Catlin—. Mi lado de la habitación no se cayó. —Se atrevió a flexionar el brazo y la muñeca—. Un poco de dolor por el trabajo de mover los bloques. Eso es todo.
—Fue demasiado rápido —dijo Florian, como si todavía tuviera un poco de trank en el sistema—. Es una locura. Era un Cuidador muy viejo.
—Ellos cometieron un error —dijo Catlin con firmeza, una frase tan definitiva como el sol en el cielo—. Nosotros no.
Ari se mordió el labio. Florian había empezado a usar la biblioteca de la Casa. Florian sacaba los manuales de los sistemas de la Casa. Florian sabía muchas cosas que esa gente de la ciudad ignoraba, porque Florian y Catlin nunca dejaban de aprender.
Se fue al vestíbulo, pidió permiso para usar el teléfono y llamó al tío Denys.
—Tío Denys, Florian hizo el ejercicio demasiado rápido. Eso es lo que dicen. Se hizo daño porque era mejor que ellos. Me parece muy injusto, tío Denys. Podría haberse matado. Tres personas han muerto. ¿No haymejores instructores por ahí?
El tío Denys no le contestó enseguida. Luego dijo:
—Tengo el informe de Seely. Concédeme un rato. ¿Cómo está Florian?
—Muy maltrecho. —Y le contó lo que había dicho la doctora Wojkowski y lo que habían explicado Florian y Catlin.
—Estoy de acuerdo contigo. Si eso es lo que dice el informe, vamos a tener que hacer algo. ¿Quieres pasar la noche ahí? ¿Te parece que él lo necesita?
—Quiero hacerlo. Con Catlin.
—De acuerdo —dijo el tío Denys, sin discutir—. Asegúrate de comer algo, ¿me oyes?
El tío Denys la sorprendía algunas veces. Volvió a la habitación, se sentía como si a ella también la hubieran golpeado con algo. Todo había estado tranquilo y en un momento todo se destruía. Y además Seely y Denys, los dos se mostraban razonables cuando ella menos lo esperaba.
—Van a arreglar las cosas —le dijo a Catlin porque los ojos de Florian estaban cerrados—. Acabo de llamar al tío Denys. Creo que el problema proviene de mucho más arriba que el instructor. Me parece que sabéis demasiado para ellos.
—Suena bien —dijo Catlin—. Pero me enfurece, sera. Siguen diciendo que somos un poquito mejores de lo que esperan. Perdieron a esos azi. Todos actuaron bien. No serían los mejores de los Verdes pero no tenían por qué morir. Pasaron todo el vestíbulo con nosotros.
—Mierda —dijo ella y se sentó con las manos sobre las rodillas. Fría de arriba abajo y descompuesta porque no era un juego, lo que hacían nunca era un juego. Catlin había tenido razón