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Estaba mintiendo, claro. Y tal vez Grant lo sabía.

IX

—Hay una cinta —le había dicho Ari a Denys en su oficina, y le había aclarado de qué cinta estaba hablando.

—¿Cómo lo has averiguado? —había preguntado Denys.

—La Base.

—Nada que ver con la cena de anoche en Cambios, ¿verdad?

—No —respondió ella sin dudar, sin parpadear—, discutimos sobre oscilaciones culturales.

Denys odiaba las bromas cuando estaba hablando en serio. Siempre había sido así.

—De acuerdo —dijo, con el ceño fruncido—. No pienso impedir que la veas.

Así que envió a Seely a buscarla.

—No uses kat cuando la veas ni expongas a Catlin y a Florian y, por Dios, ponía donde nadie pueda verla.

Ella había pensado preguntarle lo que contenía. Pero las cosas ya estaban demasiado tensas. Así que habló de otras cosas, sobre su trabajo, sobre el proyecto, sobre Justin, sin mencionar la discusión.

Tomó una taza y media de café y comentó rumores agradables, y desagradables: sobre las elecciones, sobre la situación en Novgorod, sobre la oficina de Giraud y sobre Corain, hasta que Seely trajo la cinta.

Y ella se fue a casa con aquello, con Catlin, porque estaba nerviosa de sentirla en el bolso, estaba nerviosa cuando llegó al apartamento y pensó en ponerla en el aparato.

La inseguridad que le provocaba la situación le hacía desear que Florian y Catlin estuvieran con ella cuando la viera.

Pero eso, pensó, era irresponsabilidad. Las situaciones emocionales eran cuestión suya, no de ellos, y no importaba que sera estuviera nerviosa, no importaba que sera quisiera, como una niña pequeña, tener a alguien con ella.

No te habría recomendado esto,había dicho Denys, muy perturbado, según se dio cuenta ella, aunque no del todo sorprendido. Pero te conozco lo suficiente para saber que no hay quien te pueda parar cuando empiezas a preguntar una cosa. No pienso hacer ningún comentario. Pero si tienes una pregunta después de que la hayas visto, puedes enviarla a mi Base si la consideras demasiado íntima y yo te contestaré con el mismo procedimiento. Si quieres.

Es decir: Denys no pensaba darle ninguna pista acerca de la situación.

Así que ella cerró la puerta de la biblioteca y echó la llave; puso la cinta en el aparato, sintomar la pastilla. No era una tonta. No iba a estudiar en profundo una cinta sin saber lo que contenía, sin haber pasado una prueba para averiguar si había subliminales.

Se sentó y apretó las manos cuando empezó, fascinada al principio al ver un lugar tan familiar, caras tan conocidas... Florian y Catlin cuando tendrían por lo menos ciento veinte años; y Justin, el muchacho era sin duda Justin incluso desde aquel ángulo tan desventajoso, de unos diecisiete; y Ari misma, elegante, segura: había visto fotos de Ari a esa edad, pero en todas ellas Ari solamente contestaba preguntas.

Escuchó, captó el nerviosismo en la voz de Justin, la fineza del control en Ari. Era raro conocertan bien aquella voz y sentir por dentro lo que estaba haciendo, y entender lo que le haría el kat a esa experiencia, y ella lo entendía porque era hábil en el aprendizaje por cinta. Sintió una punzada en la espalda, una sensación de estar profundamente involucrada en una situación de peligro. Respuesta condicionada,indicaba una parte analítica de sus pensamientos. Las costumbres de aquella habitación, la respuesta fisiológica del sistema endocrino a la costumbre de tomar kat en esa habitación, y el hábito de toda la vida de responder a la cinta. Los azi deben de hacer esto, pensó. Mi contexto emocional la está rechazando. Gracias a Dios que no tomé trank para verla.

Mientras, los músculos recibían el estímulo simpático de los nervios que sabían lo que era caminar así, sentarse y hablar, y una mente que entendía en ese contexto que Ari estaba excitada y que tenía el pulso acelerado, y que el blanco de sus intenciones era un Justin muy joven, muy vulnerable, un Justin que recogía las señales que enviaba Ari y reaccionaba con un nerviosismo extremo.

Fuera,se dijo a sí misma, tratando de distanciarse de la agresión que irradiaba Ari. No te involucres.

Tenía la tecla a su lado. Sólo tenía que estirarse y apretarla para que todo terminara. Pero el sentimiento sexual era muy fuerte y se dirigía hacia un objeto que de otro modo estaba fuera de su alcance, hacia un Justin no del todo real, no el hombre que ella conocía, pero de todos modos Justin.

Vio cómo caía el vaso, se dio cuenta entonces de lo que Ari le había hecho y de que él estaba en un terrible peligro. Tuvo miedo por él; pero los músculos que sentía moverse en respuesta a la caída del vaso eran los de Ari, el impulso que sentía a través del ardor sexual era preocupación por el zumo de naranja derramado en el tapizado, de susillón... susillón.

Dios, Dios, córtala. Ahora.

Pero seguía mirando.

X

Era un simple mensaje por ordenador: Quiero verte en mi oficina. 0900. Denys Nye.Eso lo llevó al ala administrativa y a la puerta que más temía.

Así que ella tenía la cinta, pensó Justin; así que Denys estaba enterado de la cena en Cambios.

No había esperado que Giraud estuviera con Denys. Se quedó helado en la puerta, con Seely cerrándole el paso por la espalda, y después avanzó y se sentó.

—Dejemos de lado lo que ya sabemos —empezó Denys— y no perdamos el tiempo con detalles. ¿Qué mierda crees que estás haciendo?

—Quería decírselo —murmuró él—, pero ella estaba avergonzada, no solamente enfadada. Pensé que... si venía a verlo a usted, tal vez estallaría. Pensé que usted querría evitar eso.

—Así que decidiste actuar por tu cuenta.

—Sí, ser. —Denys se mostraba razonable, demasiado razonable; y ahí estaba Giraud, mirándolo con la hostilidad grabada en cada línea de su rostro—. Sabía que usted me llamaría.

—Tiene la cinta —dijo Denys—. Esto me sorprende, Justin, te aseguro que me sorprende. Giraud no es el Especial. Denys sí.

Eso me halaga, ser. No espero sorprenderlo. Pero no lo hice por eso. Me gustaría que me dejara explicarle. Ari...

—No me interesa tu explicación. No nos interesa, a ninguno de los dos.

—Es un simple capricho de adolescente.

—Es sexualmente activa desde los trece años. Por lo menos. Y este capricho entra por completo en el programa. No estamos preocupados por eso. Su predecesora tenía un esquema parecido. Que eres joven, macho y trabajas con ella. Era obvio.

—¡Yo no lo provoqué!

—Claro que no. Pero trataste de manipularla con eso.

—No. Por supuesto que no.

—Pecados del corazón, si no del intelecto. La tomaste a tu cargo, le enseñaste, trataste de dirigirla, admítelo.

—Para que se alejarade esas cosas. Denys se inclinó hacia delante con los brazos cruzados.

—Eso —intervino Giraud— es una intervención.

—No quería hacerle daño a ella ni a mí —dijo Justin. Bastaba que Giraud hablara para que las reacciones le empezaran a recorrer el cuerpo, como en el sueño del kat, profundas como el hueso. No podía evitar esa tensión en los nervios, no podía olvidar el latigazo de esa voz cuando quería hacer daño, como en las pesadillas. Miró a Denys y sintió un temblor en los músculos—. Intenté que todo se mantuviera en un nivel tranquilo, nada de contradicción.

—Hasta ayer —dijo Denys—, cuando decidiste manejar la situación por tu cuenta. Cuando exacerbaste la situación, decidiste manejarla, dándole una clave importante. Eso es una intervención, tú eres un operador, sabías exactamente lo que hacías y quiero que me lo expliques en palabras muy claras. El nivel consciente y el inconsciente.

—¿Por qué tendría que hacerlo? —El corazón le latía contra las costillas—. Un esfuerzo inútil, ¿no les parece? ¿Por que' no nos ahorramos los preliminares y vamos a Seguridad?

—Estás pidiendo un psicotest.

—No. Claro que no. Pero eso nunca les ha detenido.

—Un poco de calma, muchacho, por favor.