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– Tenemos dos posibilidades -afirmé-. Registro domiciliario para encontrar, por ejemplo, los ojos, si pensamos que puede ser descuidado como para tenerlos en casa. Aunque, al mismo tiempo, eso lo pondría sobre aviso. La otra posibilidad es seguirle sin que lo sepa, vigilancia y demás, para ver si parece estar preparando otros delitos. No creo que sea descuidado. Si nuestra suposición sobre la motivación religiosa es correcta, parece que tendría que haber destruido los ojos que estuvieron expuestos a la deshonrosa acción del mundo. Por otra parte, un musulmán podría pensar así. No es probable que encontrásemos otras huellas, y lo que se llevó de las víctimas seguramente lo haya tirado.

– He pensado en ello. ¿Por qué el Cazador dificultó la identificación en los dos primeros casos, cogiendo cuanto Dahlström llevaba encima y la billetera y las llaves de Jonasson, pero asesinó a Gudmundsson en su propia casa? -preguntó Sonja.

– Quizá no pretendía dificultar la identificación. Tal vez, además de los ojos, quiere tener un objeto personal como recuerdo y trofeo. No se llevó la cartera de Gudmundsson, pero quizá cogió otra cosa que ya no está en la casa pero que no sabemos qué es.

– Es posible -convino Sonja-, pero hay otro aspecto que considerar. Creo que el Cazador se siente cada vez más seguro y por eso permite que la distancia que nos lleva se acorte. Eso aumenta la excitación que siente. Primero elige una víctima cuya identificación nos lleve un período largo, pues no deja nada que indique quién es y le deforma el rostro. Luego una víctima a la que nos cueste un poco identificar, porque se lleva la cartera, pero no demasiado, pues averiguaremos quién es a través de la casa. Y por último, una cuya identidad no ofrezca dudas, pues la asesina en su propia casa, con vecinos que pueden identificarlo.

– Pero que podrían haber tardado varios días en encontrarlo, ya que vivía solo.

– Exacto -dijo Sonja-. El próximo paso, si es que lo da, será una persona de fácil identificación en un lugar donde la hallen inmediatamente. En ese caso, el Cazador apenas nos llevará ventaja temporal, y eso sin duda lo excita.

– Si Osmanovic es el Cazador, podemos evitarlo.

– Sí. Hay una posibilidad.

– He pensado en una tercera línea -continué yo-. Puede haber un motivo para el tercer asesinato. En cualquier caso, es un suceso que no muchos conocen, por lo que puede dar una pista sobre la identidad del asesino. Para investigarla, voy a ir a Helsinki mañana, ya que fue allí donde se llevó el caso.

Creía que Sonja reaccionaría mal, que se enfadaría porque no iba a acompañarme, pero se lo tomó de manera muy profesional. Ella trabajaba de forma bastante independiente, y aceptó que yo hiciera lo propio. Al mismo tiempo, en mi ausencia, quedaría como jefa de la investigación, lo que sin duda le convenía.

– Bien, seguro que es buena idea -dijo, decidida-. Mientras tanto, yo continuaré con el servicio de ayuda y con Osmanovic.

– Vale. Pero, a no ser que intente cometer otro delito, no lo detengas. Si en Helsinki encuentro una conexión entre la señora Gudmundsson y Osmanovic, os llamaré inmediatamente. En tal caso se tratará de nuestro hombre y no deberéis esperar ni un segundo para ir a por él y detenerlo. Mientras esté fuera, seguid investigando el entorno social de las tres víctimas. Haced listas de todos los que los conocían, aunque fuera muy superficialmente, de todos los que se podría pensar que conocían la relación de Dahlström con Lindell, la homosexualidad de Jonasson y la desaparición de la señora Gudmundsson. Hasta el momento solo hemos visto a los afectados más cercanos, pero ahora vamos a investigar a todos los posibles vecinos de la zona, parientes de los chicos de balonmano a los que Jonasson entrenaba y demás. Las cientos de vidas que la vida de la víctima ha rozado de alguna forma. El círculo interior no nos ha dado nada, pero tal vez veamos puntos de unión en los círculos exteriores.

– ¿Como que un vecino algo más alejado de Dahlström sea pariente de uno de los chicos de balonmano de Jonasson y además, por ejemplo, compañero de trabajo de Gudmundsson?

– Exacto.

– ¿Significa eso que no confías en las pistas que tenemos? -preguntó Sonja, de nuevo inquieta.

– Confío en ellas, pero no al cien por cien. Debemos trabajar en distintos frentes: Osmanovic, alguien distinto del servicio de ayuda, alguien que conozca a las tres víctimas por otros caminos. Lo que voy a hacer en Helsinki es justamente reunir datos sobre uno de los círculos exteriores de Gudmundsson. Gente que tiene algo que ver con la desaparición de la esposa y con la que no podemos contactar aquí en Forshälla.

– Si vamos a investigar a cientos de personas, necesitamos más medios. Además, ahora uno puede conseguir hacer amigos casi sin límite por internet, con los chats o el correo electrónico. Sin un perfil que reduzca el número de resultados, es una red inabarcable.

– Hablaré con el jefe sobre ampliar los medios cuando vuelva. Hasta entonces tendremos que arreglárnoslas con lo que hay. Ocúpate tú de asignar las tareas a Markus y Hector. Por tu parte, entre otras cosas vas a tener que estudiar esto. -Saqué los dos relatos biográficos.

– ¿Qué es?

– Copias de dos relatos biográficos escritos a mano. El de Gabriella Dahlström ya lo has leído, pero ahora tendrás que compararlo con el de Lennart Gudmundsson; lo encontré en su casa hace unos días… Los dos originales, que en realidad también son copias, están archivados. Como relatos son tan curiosamente similares que da la impresión de que podrían ir dirigidos a la misma persona desconocida. Aparte de eso, yo no veo nada en común ni ninguna pista concreta. Pero inténtalo tú, quizá veas algo que a mí se me escapa.

– Está bien. ¿Y Jonasson?

– He hecho que los técnicos volvieran a registrar su casa y su ordenador, pero no han encontrado nada parecido. Por ahora, esto es lo que tenemos. Cuando vuelva de Helsinki, espero que me expongas tu opinión.

Acontecimientos del 15 de mayo de 2006

El lunes tomé el autobús hacia Helsinki. Tenía unas horas para pasear por Salutorget bajo el cálido sol entre el olor a mar de los puestos de pescado y los graznidos de las gaviotas. Y, sobre todo, ¡para ver el mar! Tiene algo especial. Cuando voy a la costa, a Helsinki o en verano a Yyteri, me doy cuenta de que lo echo en falta. El río Eura y la cascada son sin duda bonitos, pero en el interior, en Forshälla, te sientes un tanto encerrado.

A las once tenía cita con el comisario Hämäläinen en la comisaría. Era un hombre de unos cincuenta y cinco años, de estatura media y con la cara como aplastada, lisa. Llevaba el pelo mojado y repeinado hacia atrás, a la manera antigua, y vestía un traje verde grisáceo que ya había pasado su mejor época. Sin embargo, en su trabajo demostró estar a la última, conectado de todas las maneras posibles y muy al día en lo referente al caso Gudmundsson, del que yo le había hablado antes de mi visita. En la mesa, frente a nosotros, había una carpeta con fotografías de Inga-Britt Gudmundsson e informes de interrogatorios. Al principio Hämäläinen estuvo algo a la expectativa, inseguro de si yo había ido allí para reprocharle que no hubieran resuelto el caso. Cuando comprendió que mi intención era conocer lo que él sabía y quisiera compartir conmigo, se relajó y fue muy generoso en sus comentarios. Hablaba un buen sueco, aunque con fuerte acento y pronunciaba la «s» en lugar del sonido «sje».

– Recuerdo muy bien ese caso. Una turista de Koskikall…, quiero decir Forshälla, desapareció sin dejar rastro. Su marido, el señor Gudmundsson, denunció su desaparición y se mostró muy preocupado.

– ¿Averiguaron algo?

– En realidad, no. Hemos investigado todos los cuerpos que se encontraron en aquel momento y después, y ninguno coincide con su ADN, que pudimos conseguir del cepillo del pelo que nos proporcionó su marido. Todavía se encuentra en nuestra lista de desaparecidos, por lo que cada vez que encontramos algún ahogado o un cadáver en el bosque comprobamos si se trata de ella. Pero, por ahora, sin resultado alguno…