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Nos quitamos el reloj de pulsera y lo guardamos en el bolsillo. El tiempo ya no existía, continuaríamos hasta que se nos agotaran las ideas.

Reunión

[Traqueteo y murmullos]

Es miércoles, 19 de octubre de 2005, y comenzamos con nuestras preguntas básicas: ¿qué sabemos? ¿Qué pensamos? Y recordad que siempre nos referimos a la persona que ha sido asesinada llamándola por su nombre: Gabriella Evelina Dahlström. Es un ser humano al que han asesinado, no una ficha de un juego o una «víctima». Al autor lo llamaremos el Cazador. Es más breve y nos recuerda que intentamos comprender los pensamientos y los actos de una persona peligrosa que ve a otras personas como sus presas. Él, o quizá ella, ha perseguido y ha matado al menos una vez y puede volver a hacerlo si no lo cogemos. Todos podemos preguntar. Todos podemos contestar. Solo hay una regla: ¡concentraos! ¡Pensad, pensad! No deis nada por supuesto. Empecemos por los hechos. ¿Qué sabemos? ¿Qué creemos?

– Sabemos que Gabriella Dahlström iba caminando, o quizá haciendo footing, por el sendero del parque que va paralelo a Torkelsgatan entre los bloques de casas por un lado y la llanura y el bosque por el otro. Creemos que iba camino de su casa, en el último de los bloques, pero no sabemos si estaba dando un paseo vespertino o si regresaba de algún otro lugar, de ver a un conocido o de un restaurante en el centro de la ciudad. Eran, según lo indicado por el rígor mortis, entre las diez y las once y media de la noche del sábado 15 al domingo 16 de octubre. Fue descubierta sobre las seis y media del domingo por la mañana.

– También sabemos que la atacaron desde atrás y que la estrangularon con una cuerda alrededor del cuello. La arrastraron hacia atrás en dirección a la ciudad, lo que, unido a la hora tardía, apunta a que iba camino de su casa. Sabemos que el lugar estaba oscuro, entre dos farolas, y al resguardo de las miradas de los inquilinos de dos bloques de casas. Por otro lado, cientos de familias viven a un tiro de piedra de allí. Era arriesgado para el asesi… Cazador. No podía estar seguro de que no hubiera alguien por allí, alguien que, por ejemplo, hubiera sacado a pasear a su perro.

– Sobre todo porque se tomó su tiempo desnudándola y mutilando el cuerpo con el cuchillo.

– ¿Qué nos dice del Cazador el hecho de que eligiera inteligentemente un buen lugar pero que, al mismo tiempo, estuviera dispuesto a correr ese riesgo?

[Pausa. Ruidos de papeles.]

– Quizá buscaba cierto nivel de riesgo por la excitación que eso le aportaba. Más arriba, en el bosque de Stensta, habría tenido más posibilidades de actuar sin ser molestado, pero no habría sido tan excitante.

– También es posible que no lo pensara demasiado, que atacara cuando se le ocurriera.

– Pero ¿la cuerda y el cuchillo en el bolsillo no apuntan a una planificación previa?

– Quizá solo quería estar preparado por si se daba una oportunidad y si él mismo se atrevía. Tal vez no había más plan que eso. Y la cuerda podría haber salido de ese arco de juguete que había en las cercanías.

– Eso nos lleva a la cuestión de cómo se encontraron.

– En el lugar uno piensa que espontáneamente… es decir, es probable que el Cazador se escondiese en los matorrales que hay al lado del camino, pero las huellas que hemos encontrado allí no son concluyentes. Es posible que siguiera a Gabriella o que viniese de la dirección opuesta para luego darse la vuelta con la cuerda preparada. En realidad, no sabemos nada de su… encuentro.

– Pero esta pregunta está relacionada con el motivo. ¿Qué sabemos de él?

– Desde el punto de vista de la estadística, se producen menos asesinatos de mujeres que de hombres, eso es algo que sabemos, y cuando sucede, el culpable por lo general es un hombre con el que la mujer tiene o ha tenido una relación, o también puede tratarse de un agresor que la viole o le robe. Celos, violación, robo, suelen cubrir la mayoría de los casos. También se dan asesinatos premeditados, pero eso presupone casi siempre que la mujer ha tenido contactos con los bajos fondos, como tráfico de drogas o deudas de juego…

– ¡Pero esos son casos normales! ¡Aquí tenemos los ojos, la letra y el desnudo!

[Ruidos que indican que los participantes mueven las sillas y se pasean por la habitación.]

– ¿Se ha dado algo así antes en Forshälla?

– Hubo un caso sin resolver en Nikolajbacken…

– Sí, una mujer a la que violaron y mataron; el asesino le cortó el pelo pero no la desnudó. No hemos vuelto a tener ningún otro caso similar.

– Hasta ahora.

– Sí, pero es difícil que sea el mismo autor. Violación-no violación; vestida-desnuda; tipos de mutilación completamente distintos. Esos cambios en el modus operandi no se dan nunca, o casi nunca. Tanto el método elegido para el asesinato como la manera de tratar el cuerpo son cuestiones profundamente personales para el asesino. No las cambia sin más.

– Entonces esa sería nuestra baza. Aquello en el modus operandi del Cazador que nos descubre algo de su personalidad… pero ¿qué?

– No quiere que Gabriella lo vea y la castiga por hacerlo.

– O, por el contrario, eso es justo lo que quiere, y guarda lo que le recuerda que alguien lo ha visto en su momento de gloria, cuando por fin se atrevió a hacer realidad sus fantasías.

– A no ser que sea una mera cuestión de copycat. Hay una historia de detectives, una de las películas de Beck, en que el asesino saca los ojos a las víctimas y los guarda en un bote de cristal. Quizá nos enfrentamos a un adolescente perturbado que pretende imitarlo.

– Los ojos arrancados son también una marca clásica de la mafia, como lo de la lengua cortada del chivato. Alguien ha cantado, alguien ha visto demasiado.

– Pero no tiene por qué ser nada tan simbólico. ¿Quizá el Cazador quería tener los ojos para un trasplante?

– ¿Se pueden trasplantar los ojos?

– Un ojo entero no, pero creo que la córnea sí puede trasplantarse, ¿no?

– ¿Y qué investigamos entonces? Los familiares de personas que se han quedado ciegas y esperan una operación de ojos secreta con córneas robadas.

[Suspiros. Corre el agua en el fregadero.]

– ¿Podría existir una secta que utilice ojos como ofrenda en sus rituales?

– No. ¿Volvemos a la situación de partida, al típico escenario de violación?

– ¿Sin violación y sin siquiera intento de violación?

– Quizá el Cazador no se atrevió cuando llegó el momento; o estranguló a Gabriella demasiado pronto y se vengó de su mirada fija una vez muerta. Y además quiso humillarla ultrajándola y desnudándola en un lugar público.

– Pero si en un principio su intención era la violación, al menos habría empezado a llevarla hacia los matorrales. Pero eso no es lo que muestran las huellas del arrastre.

– Sí, pero el lugar de la agresión es tan típico… ¿Realmente vamos a dejar de lado lo más evidente para ir tras delirantes fantasías sobre asesinatos rituales o tráfico de órganos?

– Quizá el componente sexual actúe aquí de otra manera. El Cazador es impotente y comete un asesinato como acto sustitutivo del coito. Interpreta para sí mismo el papel de macho que sale y toma a la mujer que prefiere. Ella está desnuda frente a él, y él coge todo cuanto quiere: ropa y monedero, tal vez un bolso. Los ojos son un además. Sacar un ojo es otra manera de introducirse en una cavidad corporal.

– ¡Solo para una mente enferma!

– ¿A la mente de quién te refieres?

[Pasos rápidos.]

– A ver, ¡un poco de calma!

– Pero se trata de algo enfermo, algo que no es racional o al menos solo lo es en parte. Un lugar apartado pero que no lo es; una agresión que parece una violación pero que, sin embargo, no lo es; los ojos sacados como un símbolo, pero solo según un sistema simbólico privado incomprensible en el que la vocal grabada también significa algo.