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Holm: Un asesino que se disponía a quitarse la vida enseguida. ¿Hasta qué punto podemos fiarnos de él?

Lindmark: Pero si suponemos…

Holm: Y si hubiese más de un autor, ¿por qué el asesino de Jonasson iba a repetir las señales? No es razonable suponer que se trataba de una coincidencia.

Lindmark: En este caso no tanto. En concreto, los ojos arrancados. Es algo que se le puede ocurrir a alguien como castigo o como venganza, y más ahora, con las películas de Beck. Además, tras el asesinato de Dahlström es posible que lo de los ojos se divulgara a través de Lindell o de la gente de Stensta, decenas de personas vieron la foto de Dahlström con los ojos de porcelana cuando necesitábamos identificarla. Para ellos era algo sensacionaclass="underline" la imagen de una mujer asesinada a la entrada de sus casas y a la que le habían arrancado los ojos. Se lo cuentan a diez personas que se lo cuentan a otras diez y así sucesivamente. El rumor llega a otro asesino, a quien se le ocurre camuflar su muerte como la del Cazador sacándole los ojos a la víctima. Jonasson pudo haber sido asesinado por una razón completamente distinta. Del mismo modo, imagino que el quitarle la ropa y grabarle la letra en el estómago son cosas que corrieron también con los rumores. Es probable que alguien viera a Gabriella Dahlström la noche que estuvo allí tirada, desnuda, y luego no se molestara en informar del hallazgo.

Holm: Eso parece muy cogido por los pelos. Es más lógico suponer que se trató del mismo autor.

Lindmark: Pero supongamos que Philip no mentía. ¿Qué habría ganado haciéndolo? Y supongamos también que el Cazador tampoco tenía ninguna razón para mentir cuando dijo que no había matado a Jonasson. En ese caso se nos plantea otra pregunta.

Holm: ¿Quién mató a Jonasson?

Lindmark: Claro, pero también se nos plantea una pregunta respecto al Cazador: ¿cómo es que dejó una cruz greco-ortodoxa en su segunda víctima, Gudmundsson? Mientras pensábamos que nos enfrentábamos a un solo asesino, había dos posibilidades: o había dejado también una cruz sobre Dahlström, y luego alguien que pasó por allí se la llevó, o lo de la cruz se le ocurrió en esa segunda muerte. Pero si fue otro el que mató a Jonasson, el escenario cambia. No encontramos ninguna cruz sobre Dahlström, así que el segundo asesino no pudo hallar la inspiración en un rumor. La cruz sobre Jonasson era, por así decirlo, verdadera. Fue idea del segundo asesino, no la dejó allí como una imitación o una pista falsa. Pero ¿de dónde salió entonces la cruz de Gudmundsson? No puede ser casualidad que dos asesinos distintos dejen una señal, la misma, tan especial. ¿Dónde halló entonces el Cazador la inspiración para dejarla allí? Es fácil de entender el motivo: la referencia al otro asesinato, del que era inocente, crea un lazo que lo convierte en inocente del tercero, en caso de que fuera sospechoso. Pero ¿cómo se enteró el Cazador de que había una cruz sobre el cuerpo de Jonasson? Holmgren, que fue quien encontró el cuerpo, no ha dicho nada; lo comprobé hace unos días.

Holm: Es difícil saberlo. Una filtración de la comisaría a través de Philip, que tenía allí a un informador.

Lindmark: Pero, según su carta, Philip desconocía totalmente el caso de Jonasson y no estaba en absoluto interesado en él. De haber tenido algún conocimiento especial del caso, se habría expresado de manera diferente.

Holm: Si es que podemos darle crédito, dado su estado. Además de estar atontado por una mezcla de dolor y medicinas. ¡Olvídalo!

Lindmark: Pero si le creemos, solo veo una posibilidad, una posible fuente para la cruz: el grupo de investigación.

Holm: Te refieres a…

Lindmark: Sonja, Markus, Hector. Y tú y yo, por supuesto.

Holm: Y el archivo.

Lindmark: Aún no estaba archivado.

Holm: Entonces, ¿quieres decir que alguno de esos tres les ha pasado información a Philip y al Cazador?

Lindmark: No. ¿Cómo iban a contactar con él? Creo que alguien del grupo es el Cazador.

[Pausa.]

Holm: Caray. ¿En serio?

Lindmark: Claro. Pensé en Markus. Lo pensé durante un tiempo. Me pareció extrañamente conmocionado cuando le conté que a Jonasson también le habían sacado los ojos, como el Cazador podría estarlo al oír de repente que tiene un imitador. Y Markus tiene la costumbre, la mala costumbre, de utilizar hilo dental a todas horas. Una posible arma para estrangular, y cómoda de llevar encima en su cajita. Es un hilo muy resistente, en especial si se pone doble. Imposible de cortar sin algo muy afilado.

Holm: Markus. ¿Lo crees así?

Lindmark: No, ya no.

Holm: Pero no será Sonja, ¿verdad?

Lindmark: Bueno, es lo suficientemente fuerte, podría con otra mujer y con un hombre bajo, y suponiendo que el móvil fuera el dinero, que el Cazador es solo un asesino por encargo, no hay por qué pensar en las habituales premisas masculinas que suelen darse en los asesinos que matan por placer. Pero no, nada indica que Sonja sea el Cazador.

Holm: Entonces queda Hector.

Lindmark: En principio sí, y esa moto tan cara que tiene resulta algo sospechosa teniendo en cuenta su sueldo, pero no. Tampoco hay ninguna señal de que sea él.

Holm: O sea que lo del grupo de investigación al final ha resultado una pista falsa.

Lindmark: No necesariamente. Hay un indicio. Cuando vi la conexión con el grupo, volví a las pruebas. Ya sabes cómo es esto: cuando tienes un pequeño grupo de sospechosos, ves el material con otros ojos que cuando buscas a un autor desconocido. Detalles nimios cobran un sentido nuevo. Así que fui al archivo y abrí la bolsa de plástico que contenía la ropa de Lennart Gudmundsson. Volví a examinarla con lupa. ¿Podría haber en ella una pequeñísima fibra de hilo dental que nos llevaría hasta Markus? ¿Había quizá algún corte pequeño que apuntase a las uñas de Sonja, algo más largas que las nuestras, las de los cuatro hombres? No, nada. Pero supongo que recuerdas lo que dijo Suominen, el viejo profesor de la academia de policía. Observa las pruebas con todos los sentidos: toca, huele, ¡saborea si es necesario! ¿Algún resto del maquillaje de Sonja? ¿Un rastro de perfume? Empecé a olisquear las prendas, en especial el jersey de lana de Gudmundsson; realmente lo olfateé todo. Al principio el olor era solo leve y polvoriento, algo sudoroso en las axilas. Desagradable, pero continué. Hasta que identifiqué un olor. No era perfume, era algo más pesado, más consistente. Algún tipo de aceite… ¿el diésel de Hector? No, no tan… negro. No asociaba ese olor a un garaje o algo similar. Era más bien como algo que había olido dentro de una casa. Por ejemplo, cerca de ti. ¿Sabes que a veces hueles a aceite? Seguramente al aceite de engrasar tu maqueta del tren eléctrico.

Holm: Sí, lo sé. A veces no me lo limpio de las manos. Así, cuando estoy en el trabajo, ese olor me recuerda a algo que es agradable en mi vida.

Lindmark: Cuando llevé el jersey de Gudmundsson al laboratorio encontraron justo eso: restos de aceite de engrasar, no era aceite diésel.

Holm: ¿Y qué importancia tiene? Estaría arreglando algo.

Lindmark: Pero lo extraño es que el aceite no estaba en las mangas o en el pecho, sino en la espalda. Es difícil que se hubiera manchado él mismo en la espalda, incluso de tener una afición de ese estilo.

[Pausa corta.]

Holm: ¡Como la jardinería! Seguro que engrasaba algunas de sus herramientas; las tijeras de podar, por ejemplo, para que se mantuvieran en buen estado.

Lindmark: Quizá. Pero, como he dicho, el aceite estaba en la espalda, una franja a ambos lados de la espalda. Como si alguien se hubiera secado las manos en ella. O las hubiera deslizado por ella cuando caía hacia atrás.

Holm: ¡No entiendo a qué te refieres!

Lindmark: Creo que el Cazador estranguló a Gudmundsson desde atrás, lo sujetó cuando caía y entonces dejó rastros del aceite que tenía en las manos en su jersey.