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– Bueno -dijo Fennsworth, pestañeando mientras consideraba la invitación. Era claro que él quería quedarse (y Gregory estaba muy seguro de que sabía a ciencia cierta el por qué). Pero con título o no, él todavía era muy joven, y Gregory imaginó que debía obedecerle a su tío en todos los asuntos pertinentes a su familia.

Y había dicho claramente que su tío deseaba el rápido regreso de Lady Lucinda.

– Supongo que no habría problema si me quedo un día más -dijo Fennsworth.

Oh, muy bien. Estaba deseoso de desafiar a su tío solo para pasar un tiempo más con la Srta. Watson. Y como era el hermano de Lady Lucinda, era un hombre al que Hermione nunca jamás podría rechazar con su fastidiosa cortesía usual. Gregory se preparó para otro aburrido día de competición.

– Por favor, díganos que se quedara hasta el viernes -dijo Kate-. Estamos planeando un baile de máscaras para la noche del jueves, y no querríamos que se lo perdiera.

Gregory hizo una nota mental para darle un regalo sumamente ordinario a Kate para su próximo cumpleaños. Piedras, quizás.

– Es solo un día más -dijo Kate con una agradable sonrisa.

En ese momento Lady Lucinda y la Srta. Watson entraron al cuarto, la primera en un vestido de mañana azul claro y la segunda con el mismo vestido verde que había llevado puesto en el desayuno. Lord Fennsworth le echó un vistazo al dúo (más a una que a la otra, y era suficiente con decir que su sangre no estaba tan espesa por el amor no correspondido), y murmuró:

– Entonces será el viernes.

– Estupendo -dijo Kate, juntando sus manos-. Haré que preparen un cuarto inmediatamente para usted.

– ¿Richard? -Preguntó Lady Lucinda-. ¿Por qué estás aquí? -hizo una pausa en la puerta y miró una por una a todas las personas, aparentemente confundida de la presencia de Kate y de Gregory.

– Lucy -dijo su hermano-. Ha pasado mucho tiempo.

– Cuatro meses -dijo ella, casi sin pensarlo, como si en algún rincón de su cerebro requería siempre una absoluta exactitud, incluso cuando no era algo importante.

– Cielos, ese es un largo tiempo -dijo Kate-. Los dejaremos, Lord Fennsworth. Estoy segura que usted y su hermana desean tener un momento de privacidad.

– No hay prisa -dijo Fennsworth, mirando brevemente a la Srta. Watson-. No quiero ser descortés, y aún no le he agradecido por su hospitalidad.

– No sería descortés en absoluto -apuntó Gregory, anticipando una salida rápida del salón con la Srta. Watson en su brazo.

Lord Fennsworth se volvió y pestañeó, como si se hubiera olvidado de la presencia de Gregory. No era muy sorprendente, ya que había permanecido extrañamente en silencio en la mayor parte de la conversación.

– Le ruego que no se preocupe -dijo el conde-. Lucy y yo tendremos nuestra conversación más tarde.

– Richard -dijo Lucy, pareciendo un poco preocupada-. ¿Estás seguro? No te esperaba, y si algo anda mal…

Pero su hermano negó con la cabeza.

– No es nada que no pueda esperar. El tío Robert desea hablar contigo. Me pidió que te llevara a casa.

– ¿Ahora?

– No me lo especificó -contestó Fennsworth-. Pero Lady Bridgerton me ha pedido que nos quedemos hasta el viernes muy cortésmente, y yo estuve de acuerdo. Claro -se aclaró la garganta-. Asumiendo que desees quedarte.

– Por supuesto -contestó Lucy, luciendo un poco desconcertada y perdida-. Pero yo… bueno… el Tío Robert…

– Debemos salir -dijo la Srta. Watson firmemente-. Lucy, debes quedarte con tu hermano un momento.

Lucy miró a su hermano, pero él había aprovechado la entrada de la Srta. Watson a la conversación para mirarla, y le dijo:

– ¿Y como estás, Hermione? Ha pasado mucho tiempo.

– Cuatro meses -dijo Lucy.

La Srta. Watson se rió y le sonrió calurosamente al conde.

– Estoy bien, gracias. Y Lucy tan correcta, como siempre. La última vez que hablamos fue en enero, cuando nos visitaste en la escuela.

Fennsworth inclinó su barbilla ante el reconocimiento.

– ¿Cómo podría olvidarlo? Fueron días muy agradables.

Gregory habría apostado su brazo derecho a que Fennsworth había hecho la cuenta de todos los minutos, que no había visto a la Srta. Watson. Pero la dama en cuestión ignoraba claramente el encaprichamiento del conde, porque solo le sonrió y le dijo:

– Lo fueron, ¿verdad? Fue tan dulce cuando nos llevaste a patinar sobre el hielo. Siempre eres una excelente compañía.

Buen Dios, ¿Cómo podía ella ser tan ignorante? No había forma de que estuviera tan animada si comprendiera la naturaleza de los sentimientos del conde hacia ella. Gregory estaba seguro de eso.

Pero aunque era obvio que la Srta. Watson era extremadamente cariñosa con Lord Fennsworth, nada indicaba que sostenía cualquier clase de relación romántica. Gregory se consolaba con el conocimiento de que ambos se conocían hace años, y por eso naturalmente era tan amistosa con Lord Fennsworth, dado lo cercana que era con Lady Lucinda.

En realidad, eran prácticamente como hermanos.

Y hablando de Lady Lucinda, Gregory se volvió en su dirección y no se sorprendió cuando la encontró frunciendo el ceño. Su hermano había viajado por lo menos un día para encontrarse con ella y ahora parecía no tener ninguna prisa en hablarle.

Y de hecho, todos los demás se habían quedado callados, también. Gregory observó la incómoda escena con interés. Todos parecían estar en ascuas, esperando ver quien hablaría después. Incluso Lady Lucinda, quien nadie llamaría tímida, parecía no saber que decir.

– Lord Fennsworth -dijo Kate, rompiendo el silencio afortunadamente-. Usted debe tener hambre. ¿Desea algo de desayunar?

– Lo apreciaría enormemente, Lady Bridgerton.

Kate se volvió hacia Lady Lucinda.

– A usted tampoco la he visto desayunando. ¿Quiere que le sirvan también?

Gregory pensó en la enorme bandeja que la Srta. Watson le había llevado y se preguntó cuanto de ella había engullido antes de tener que bajar para reunirse con su hermano.

– Por supuesto -murmuró Lady Lucinda-. Me gustaría acompañar a Richard, de todos modos.

– Srta. Watson -cortó Gregory suavemente-. ¿Le importaría dar un paseo por los jardines? Creo que las peonías están floreciendo. Y esas de hojas azules -siempre olvido como se llaman.

– Delphinium. -Era Lady Lucinda, por supuesto. Sabía que ella no iba a ser capaz de resistirse. Entonces se volvió y lo miró, con los ojos ligeramente entrecerrados-. Ya se lo había dicho el otro día.

– Se que lo hizo -murmuró él-. Pero nunca he tenido mucha cabeza para los detalles.

– Oh, Lucy lo recuerda todo -dijo la Srta. Watson jovialmente-. Y sería estupendo dar un paseo por los jardines con usted. Claro, si a Lucy y a Richard no les importa.

Ambos aseguraron que no, aunque Gregory estaba muy seguro de haber visto un destello de decepción y-de desilusión, hay que decirlo- de irritación en los ojos de Fennsworth.

Gregory sonrió.

– ¿Nos encontraremos en nuestra habitación? -le dijo la Srta. Watson a Lucy.

La otra muchacha asintió, y con un sentimiento de triunfo -no había nada como una buena competición- Gregory puso la mano en la curva del codo de la Srta. Watson y salió con ella del cuarto.

Esa iba a ser una excelente mañana, después de todo.

* * *¨* *

Lucy siguió a su hermano y a Lady Bridgerton al cuarto del desayuno, aunque no había pensado en hacerlo, ya que había tenido la oportunidad de comer mucho de lo que Hermione le había llevado más temprano. Pero eso significaba que tenía que soportar por lo menos, treinta minutos llenos de una conversación sin sentido, mientras su cerebro se aceleraba, imaginando todo tipo de desastres que podrían haber ocurrido, que pudieran ser los causantes de esa llamada tan inesperada a su casa.

Richard no pudo hablarle de nada importante, ya que Lady Bridgerton y la mitad de los invitados a la casa, conversaban inútilmente sobre los huevos tibios y la reciente lluvia, por eso Lucy esperó sin protestar, mientras él terminaba (siempre había sido irritantemente lento para comer), e hizo su mejor esfuerzo de no perder la paciencia mientras paseaban por el césped lateral, y Richard le preguntó sobre la escuela, después por Hermione, luego por la madre de Hermione, y luego en su próximo debut, y luego otra vez en Hermione, con un tajante cambio hacia el hermano de Hermione, quien se había encontrado aparentemente con él en Cambridge, y entonces regresó a lo del debut, y hasta que punto ella pensaba compartirlo con Hermione…