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Él no sabe por qué.

No sabía por qué ya no quería estar solo.

Y ella no sabía por qué eso era tan importante.

Capítulo 9

En el que nuestra historia da un giro.

A la noche siguiente fue el baile de máscaras. Iba a ser una gran celebración, no demasiado grande, por supuesto -Anthony, el hermano de Gregory no toleraba la interrupción de su cómoda vida en el campo. Pero no obstante, iba a ser el pináculo de los eventos de la casa de fiestas. Todos los invitados iban a estar allí, junto con otro centenar de acompañantes extras- algunos venían de Londres, otros directamente de sus casas en el campo. Todas las alcobas se habían aireado y se habían preparado para los ocupantes, e incluso con eso, un buen número de asistentes a la fiesta se estaban quedando en las casas de los vecinos, o, desafortunadamente para unos pocos, en las posadas cercanas.

La intención original de Kate había sido una fiesta de disfraces -ella había anhelado disfrazarse de Medusa (lo que para nadie fue una sorpresa)- pero finalmente había abandonado la idea, luego de que Anthony le había informado que si ella seguía con eso, él escogería su propio disfraz.

La mirada que le dio fue al parecer bastante clara para ella, ya que su retirada fue inmediata.

Luego le había dicho a Gregory que todavía no la había perdonado por haberlo disfrazado de Cupido en la fiesta de disfraces de Billington, el año pasado.

– ¿Lo disfrazaste demasiado querúbico? -murmuró Gregory.

– Pero en el lado luminoso -había contestado ella-. Ahora sé exactamente que debió haber lucido como un bebé. Bastante adorable, en realidad.

– Hasta este momento -dijo Gregory con una mueca de dolor-, estoy seguro que he entendido exactamente lo mucho que mi hermano te ama.

– Bastante en realidad. -Sonrió y asintió con la cabeza-. Muchísimo, sin duda.

Y habían hecho el compromiso. Nada de disfraces, solo máscaras. A Anthony no le importó ese detalle, ya que le permitiría abandonar sus deberes como anfitrión completamente, si así lo decidía (¿quien notaría su ausencia, después de todo?) Y Kate se puso a trabajar, con la intención de diseñar una máscara con serpientes de Medusa, saltando en todas las direcciones. (Para lo cual no tuvo éxito)

Ante la insistencia de Kate, Gregory llegó al salón de baile precisamente a las ocho y media, el comienzo anunciado del baile. Lo que significaba, por supuesto, que los únicos invitados que estaban allí, eran él, su hermano, y Kate, pero había bastantes sirvientes caminando por todos lados, para que no se sintieran tan vacíos, y Anthony se había declarado muy encantado con la reunión.

– La fiesta es mucho mejor si no hay nadie más empujándote -dijo él alegremente.

– ¿Cuándo te volviste tan contrario a la conversación social? -preguntó Gregory, mientras tomaba una copa de champaña de la bandeja de un sirviente.

– No es eso en absoluto -respondió Anthony con un encogimiento de hombros-. Simplemente he perdido mi paciencia para todo tipo de estupidez.

– Él no está envejeciendo muy bien -confirmó su esposa.

Si Anthony había tomado cualquier apunte de su comentario, no lo demostró.

– Simplemente me niego a tratar con los idiotas -le dijo a Gregory. Su cara se iluminó-. He cortado mis obligaciones sociales por la mitad.

– ¿Qué sentido tendría poseer un título si uno no puede rechazar sus propias invitaciones? -murmuró Gregory irónicamente.

– Efectivamente -fue la respuesta de Anthony-. Efectivamente.

Gregory se volvió hacia Kate.

– ¿No tienes nada que decir ante eso?

– Oh, tengo mucho que decir -contestó ella, mientras levantaba su cuello para examinar el salón de baile, para ver si había ocurrido un desastre de último minuto-. Siempre tengo algo que decir.

– Eso es cierto -dijo Anthony-. Pero también sabe cuando no puede ganar.

Kate se volvió hacia Gregory, aunque sus palabras claramente estaban dirigidas a su marido.

– Lo que sé es como escoger mis batallas.

– Es porque no le conviene -dijo Anthony-. Esa es simplemente su manera de admitir la derrota.

– Y él sigue en su empeño -dijo Kate sin dirigirse a nadie en particular-. Aunque sabe que yo siempre gano al final.

Anthony se encogió de hombros y le ofreció a su hermano una atípica mueca de timidez.

– Ella tiene razón, por supuesto -terminó su bebida-. Pero no tiene ningún sentido rendirse sin haber luchado.

Gregory sólo podía sonreír. No habían nacido aún dos tontos enamorados más grandes que ellos. Era muy admirable verlos, aun cuando lo dejaba con una ligera punzada de celos.

– ¿Cómo va tu cortejo? -le preguntó Kate.

Las orejas de Anthony se irguieron.

– ¿Tu cortejo? -repitió, asumiendo en su rostro su usual expresión de obedéceme-que-yo-soy-el-vizconde-. ¿De quien se trata?

Gregory le disparó a Kate una mirada irritada. No había compartido sus sentimientos con su hermano. No estaba seguro del por qué; seguramente era porque en realidad no había visto mucho a Anthony en los últimos días. Pero había algo más. No parecía ser esa clase de cosa que uno desea compartir con su hermano. Especialmente cuando uno lo consideraba más como un padre que como un hermano.

Sin mencionar… que no había tenido éxito…

Bueno, particularmente no deseaba que su familia lo supiera.

Pero tendría éxito. ¿Por qué lo dudaba? Incluso más temprano, cuando la Srta. Watson lo estaba tratando mucho mejor, había estado seguro del resultado. No tenía ningún sentido que ahora -que estaba creciendo la amistad entre ellos- repentinamente dudara de sí mismo.

Kate, ignoró a propósito, la irritación de Gregory.

– Me encanta cuando no sabes algo -le dijo a su esposo-. Especialmente cuando yo si estoy enterada.

Anthony se volvió hacia Gregory.

– ¿Estás seguro que quieres casarte con una de estas?

– No con esa precisamente -respondió Gregory-. Creo que con alguien mucho mejor, supongo.

La expresión de Kate se tornó un poco malhumorada, por haber sido llamada con un «esa», pero se recobró rápidamente, volviéndose hacia Anthony para decirle:

– Él ha declarado su amor por… -dejó que una mano flotara en el aire como si estuviera apartando una idea tonta-. Oh, no importa, creo que no te lo diré.

Su expresión había sido muy sospechosa. Probablemente había querido mantenerlo apartado desde el principio. Gregory no estaba seguro de que se encontraba más satisfecho -de que Kate había guardado su secreto, o de que Anthony había quedado perplejo.

– Ve si puedes suponerlo por ti mismo -le dijo Kate a Anthony con una sonrisa astuta-. Tal vez eso le de algún sentido de propósito a tu noche.

Anthony se volvió hacia Gregory con una mirada nivelada.

– ¿Quién es?

Gregory se encogió de hombros. Siempre se ponía del lado de Kate cuando se trataba de frustrar a su hermano.

– Ni soñaría con negarte un sentido de propósito.

Anthony murmuró:

– Cachorro arrogante -y Gregory supo que la noche había tenido un excelente comienzo.

Los invitados comenzaron a llegar poco a poco, y en una hora, el salón de baile estaba invadido con el bajo zumbido de las conversaciones y las risas. Todos parecían sentirse un poco más aventureros con las máscaras en sus rostros, ya que las burlas comenzaron a ponerse más escabrosas, y los chistes más groseros.

Y las risas… era muy difícil encontrar las palabras correctas, pero eran diferentes. Había más alegría en el aire. Se sentía un filo de excitación, como si los asistentes a la fiesta supieran, que de algún modo, esta noche era atrevida.

Para liberarse.

Porque en la mañana, nadie lo sabría.