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Él se encogió de hombros.

– No sé por qué se lo pregunté.

– Debo irme -dijo ella.

Pero él no se movió.

Y ella tampoco.

Se preguntó a que sabría el brandy.

Y se preguntó si algún día lo sabría.

– ¿Disfrutó la fiesta? -preguntó él.

– ¿La fiesta?

– ¿Acaso no fue obligada a regresar?

Ella asintió, poniendo los ojos en blanco.

– Eso fue fuertemente sugerido.

– Ah, entonces ella la arrastró.

Para la gran sorpresa de Lucy, eso la hizo reír entre dientes.

– Algo así. Yo no tenía puesta mi máscara, lo cual me hacía destacar mucho.

– ¿Cómo un champiñón?

– ¿Cómo un…?

Él miró su vestido y asintió ante el color.

– Como un champiñón azul.

Ella se miró así misma y luego a él.

– Sr. Bridgerton, ¿está borracho?

Él se inclinó con una sonrisa maliciosa y ligeramente tonta. Levantó la mano, marcando una pulgada entre su dedo pulgar e índice.

– Solo un poco.

Lo miró dudosamente.

– ¿De verdad?

Él bajó la mirada hacia sus dedos con la frente arrugada, luego agregó otra pulgada, para sumarla en el espacio entre ellos.

– Bueno, quizás un poco más.

Lucy no sabía mucho sobre hombres, o mucho sobre las bebidas alcohólicas, pero sabía lo suficiente de ambos para preguntar:

– ¿Acaso no siempre le pasa lo mismo?

– No. -Levantó las cejas y la miró bajo su nariz-. Normalmente sé exactamente cuan borracho estoy.

Lucy no tenía ni idea de que decir ante eso.

– Pero no estoy seguro de que lo sepa esta noche -y parecía sorprendido por eso.

– Oh. -Porque ella estaba comunicándose mejor esa noche.

Él sonrió.

Su estómago se sentía extraño.

Trató de sonreírle también. En realidad debía irse.

Pero naturalmente, no se movió.

Él inclinó la cabeza a un lado y soltó una pensativa exhalación, y se le ocurrió que estaba haciendo exactamente lo que le había dicho que estaba haciendo -reflexionando.

– Estaba pensando -dijo él lentamente-, que dados los eventos de la noche…

Se inclino adelante a la expectativa. ¿Por qué las personas siempre dejaban que sus voces salieran arrastradas solo cuando estaban a punto de decir algo de suma importancia?

– ¿Sr. Bridgerton? -lo tocó con el codo, porque ahora él estaba mirando fijamente a alguna pintura en la pared.

Sus labios se retorcieron pensativamente.

– ¿Usted no cree que yo debería estar un poco más disgustado?

Sus labios se separaron con la sorpresa.

– ¿Usted no está disgustado? -¿Cómo era posible?

Él se encogió de hombros.

– No tanto como debería, ya que mi corazón dejó prácticamente de latir cuando vi por primera vez a la Srta. Watson.

Lucy sonrió apretadamente.

Su cabeza se reacomodó verticalmente, y la miró, y ella parpadeó -tenía los ojos perfectamente claros, como si hubiera sacado una conclusión obvia.

– Es por eso que sospecho del brandy.

– Ya veo -no lo veía, por supuesto, pero ¿Qué mas podría decir?-. Usted… ah… usted parecía muy disgustado.

– Estaba enfadado -le explicó él.

– ¿Ya no lo está?

Él pensó en eso.

– Oh, todavía estoy enfadado.

Y Lucy sintió que tenía que disculparse. Lo cual sabía, era ridículo, porque nada de eso era su culpa. Pero estaba tan arraigado en ella, esa necesidad de disculparse por todo. No podía evitarlo. Quería que todo el mundo estuviera feliz. Siempre había sido así. Era mejor de esa manera. Más ordenado.

– Siento mucho no haberle creído lo que me dijo sobre mi hermano -dijo-. No lo sabía. De verdad, no lo sabía.

Él bajó la mirada hacia ella, y sus ojos eran amables. No estaba segura cuando había pasado, porque hace un momento, él se veía mareado e indiferente. Pero ahora… estaba distinto.

– Sé que usted no lo sabía -dijo él-. No tiene necesidad de disculparse.

– Estaba tan sobresaltada como usted cuando los encontramos.

– Yo no estaba sobresaltado -dijo. Suavemente, como si estuviera intentando proteger sus sentimientos. Eso la hacía sentir tonta por no haberse dado cuenta de lo obvio.

Asintió.

– No, supongo que usted no lo estaba. Ya sabía lo que estaba pasando, y yo no. -Y de verdad, se sentía como una tonta. ¿Cómo podía estar tan completamente inconsciente? Se trataba de Hermione y su hermano, por el amor de Dios. Si alguien debía descubrir un romance en ciernes, esa debía ser ella.

Hubo una pausa -una incómoda- y entonces él dijo:

– Estaré bien.

– Oh, claro que lo estará -dijo Lucy tranquilizadoramente. Y entonces se sentía tranquilizada, porque se sentía tan estupendo y normal ser la única intentando hacerlo todo bien. Eso es lo que hacía. Se esforzaba todo el tiempo. Se aseguraba que todo el mundo estuviera feliz y cómodo.

Así era ella.

Pero entonces él le preguntó -oh por qué le preguntó:

– ¿Lo estará usted?

Ella no dijo nada.

– Estará bien -aclaró él-. ¿Usted estará bien -hizo una pausa, y luego se encogió de hombros- de bien?

– Por supuesto -dijo ella, un poco demasiado rápido.

Había pensado que eso era todo, pero entonces él dijo:

– ¿Está segura? Porque parecía un poco…

Ella tragó saliva, esperando incómodamente su evaluación.

– … preocupada -terminó.

– Bueno, estaba sorprendida -dijo, feliz de tener una respuesta-. Y por eso naturalmente estaba un poco desconcertada. -Pero escuchó un ligero tartamudeo en su voz, y estaba preguntándose, a cual de ellos dos, estaba intentando convencer.

Él no dijo nada.

Tragó saliva. Era incómodo. Ella estaba incómoda, y todavía seguía hablando, seguía explicándole todo. Y dijo:

– No estoy completamente segura de lo que pasó.

Él todavía, no hablaba.

– Me sentí un poco… aquí… -su mano fue a su pecho, al punto donde se había sentido tan paralizada. Levantó la mirada hacia él, pidiéndole prácticamente con los ojos que dijera algo, que cambiara el objeto y el fin de la conversación.

Pero él no lo hizo. Y el silencio la hizo explicar.

Si él le hubiera hecho una pregunta, o le hubiera dicho una palabra consoladora, no se lo habría dicho. Pero el silencio era demasiado. Tenía que ser llenado.

– No podía moverme -dijo, probando las palabras mientras salían de sus labios. Era como si al hablar, estuviera confirmando lo que había pasado finalmente-. Llegué a la puerta, y no pude abrirla.

Lo miró, buscando respuestas. Pero claro, él no tenía ninguna.

– Yo… yo no sé por qué estaba tan abrumada. -Su voz sonó rasposa, incluso nerviosa-. Quiero decir… era Hermione. Y mi hermano. Yo… siento mucho su dolor, pero esto ahora es bastante ordenado, en realidad. Es agradable. O por lo menos debe serlo. Hermione será mi hermana. Siempre he querido una hermana.

– Son entretenidas de vez en cuando -dijo él con una medio sonrisa, y eso hizo que Lucy se sintiera bien. Era notable lo mucho que lo hacía. Y eso fue suficiente, para que sus palabras se derramaran, esa vez, sin ninguna vacilación, sin siquiera tartamudear.

– No podía creer que ellos hubiera salido juntos. Debieron haber dicho algo. Me debieron haber dicho que se querían el uno al otro. No tenía por qué descubrirlo de esta manera. No está bien. -Le agarró el brazo y levantó la mirada hacia él, sus ojos estaban serios y desesperados-. No está bien, Sr. Bridgerton. No está bien.

Él agitó su cabeza, pero sólo un poco. Su barbilla apenas se movió, y sus labios menos, cuando dijo:

– No.

– Todo está cambiando -susurró ella y ya no estaba hablando sobre Hermione. Pero eso no le importaba, porque ya no quería pensar. No en eso. No en el futuro-. Todo está cambiando -susurró-, y no puedo detenerlo.