Getz los condujo hacia un conjunto de sillas de aluminio pulido situadas en torno a una mesa de café ovalada, de metacrilato. Ensanchó la boca en una expresión similar a una sonrisa, una sonrisa sorprendente, pues carecía de cualquier atisbo de afabilidad.
Después de que se sentaran ante la mesa baja, la patinadora volvió a entrar en la sala y desapareció por el otro lado.
– Claudia -anunció Getz con un guiño, como si revelara un secreto-. Guapa, ¿eh?
– ¿Quién es? -preguntó Kim, que parecía desconcertada por la exhibición.
– Mi sobrina. Se queda un tiempo. Le gusta patinar. -Hizo una pausa-. Pero hemos venido a trabajar, ¿no? -La sonrisa se evaporó como si ya hubiera pasado el momento de charlar-. Bueno, bueno, tengo una gran noticia para ti. Los huérfanos del crimen ha conseguido una buena audiencia.
Kim parecía más perpleja que complacida.
– ¿Qué? Pero ¿cómo…?
Getz la interrumpió.
– Tenemos un sistema propio para evaluar los conceptos de programa. Creamos un resumen significativo del programa, lo exponemos a través de podcasts a una muestra representativa de la audiencia y obtenemos reacciones en línea y en tiempo real. Resulta ser superpredictivo.
– Pero ¿qué material usaste? ¿Mis entrevistas con Ruth y Jimi?
– Fragmentos. Fragmentos representativos. Además de un poco de información adicional para establecer la escena.
– Pero esas entrevistas se grabaron con cámaras de aficionado. No estaban concebidas para…
Getz se inclinó por encima de la mesa hacia Kim.
– De hecho, ese aspecto «aficionado» resulta perfecto en este caso. En ocasiones, el aspecto de valor de producción cero es ideal. Expresa sinceridad. Igual que tu personalidad. Honrada. Abierta. Joven. Inocente. Mira, eso es otra cosa que nos dijo el test de audiencia. No debería contarte esto, pero lo haré. Quiero que confíes en mí. Te adoran. Te adoran como a la que más. Creo que tenemos un buen futuro ante nosotros. ¿Qué opinas de eso?
Kim tenía los ojos como platos y la boca abierta.
– No lo sé. O sea…, ¿solo han visto un fragmento de una entrevista?
– Envuelta en una pequeña explicación, para darle cierta perspectiva, como haremos en el programa real. Por si te interesa, el podcast constituye un programa de una hora, compuesto de cuatro temas de trece minutos cada uno. Aparte del tuyo, incluimos otros tres programas que estamos evaluando. Se llama Ponlo o tíralo. Alguna gente opina que es un tanto excesivo. Pero hay una buena razón para ello. Es visceral. -Getz pronunció la palabra con una intensidad confidencial, casi reverencial-. ¿Quieres conocer el verdadero secreto de RAM News? Pues es ese: es visceral. En los viejos tiempos, las cadenas pensaban que las noticias eran noticias y que el entretenimiento era entretenimiento. Por eso sus programas de noticias perdían dinero. Estaban sentados en una mina de oro y no lo sabían. Pensaban que las noticias eran hechos puros, presentados de la manera más aburrida posible. -Getz negó con la cabeza, como si lamentara la ineptitud del género humano.
Gurney sonrió.
– Obviamente, se equivocaron.
Getz lo señaló con un dedo, como un profesor que quiere que todos se fijen en un estudiante brillante.
– ¡Obviamente! Las noticias son vida. La vida es emoción. La emoción es visceral. Drama, sangre, triunfo, lágrimas. No se trata de un capullo almidonado leyendo hechos y cifras escuetos. Se trata de conflicto. Se trata de que te jodan… No, jódete tú. ¿A quién coño le estás diciendo que se joda? Bam, bam, bam. Perdón por mi lenguaje, pero ¿entiende lo que estoy diciendo?
– Cristalinamente -dijo Gurney en voz baja.
– Bueno, así es como llamamos al programa donde probamos nuestras ideas, Ponlo o tíralo. Porque es lo que le gusta a la gente. Elecciones simples. Poder. Como el emperador que mira desde arriba al gladiador. Pulgar hacia arriba, vive. Pulgar hacia abajo, muere. A la gente le encanta el blanco o negro. El gris le da dolor de cabeza. Los matices le provocan náuseas.
Kim parpadeó, tragó saliva.
– Y… ¿Los huérfanos del crimen… tuvo pulgar hacia arriba?
– Arriba, bien arriba.
Kim empezó a formular otra pregunta, pero Getz la cortó, para continuar con su discurso.
– Arriba. Personalmente, es algo que me resulta gratificante. Es el círculo completo del karma. Porque fue nuestra cobertura de la serie de asesinatos del Buen Pastor lo que catapultó a RAM News a lo más alto. Es nuestro territorio. La idea de volver a ello ahora, justo diez años después, es perfecta. ¡Lo siento en los huesos! Ahora, ¿qué tal una comida fantástica?
Como si ese fuera el pie para reaparecer en escena, Claudia volvió a entrar en la sala patinando, haciendo equilibrio con una gran bandeja que colocó sobre la mesa de café. Su pelo levantado con gel, que Gurney había tomado en un principio por negro, era azul oscuro, de un tono un poco más oscuro que sus ojos, que le sostuvieron momentáneamente la mirada con inquietante franqueza. No parecía siquiera haber cumplido los veinte años. Claudia hizo una pirueta sobre una rueda y cruzó lánguidamente la sala, volviéndose a mirar una vez más antes de perderse de vista patinando.
Había tres platos en la bandeja, cada uno de ellos con un elaborado y bien presentado surtido de sushi. Los colores eran hermosos; las formas, complicadas. Gurney no conocía ninguno de los ingredientes, y aparentemente Kim tampoco, porque parecía estar examinándolos.
– Otra obra maestra de Toshiro -dijo Getz.
– ¿Quién es Toshiro? -preguntó Kim.
Los ojos de Getz brillaron.
– Es el premio que robé de un famoso restaurante de sushi de Nueva York. -Cogió uno de los trozos más pequeños y brillantes del plato que tenía delante y se lo metió en la boca.
Gurney lo imitó. Era inidentificable, pero sorprendentemente delicioso.
Kim, que parecía haber estado haciendo acopio de valor, probó un trozo y se relajó visiblemente después de unos segundos de masticar.
– Buenísimo -dijo-. ¿Así que ahora es tu chef personal?
– Una de las recompensas.
– Ha de ser muy bueno en lo que hace -dijo Gurney.
– Soy muy bueno reconociendo a la gente con la que me relaciono. -Getz hizo una pausa, luego añadió como si acabara de ocurrírsele la idea-: Mi talento es la capacidad de reconocer el talento.
Gurney asintió de manera anodina, intrigado por el descarado engreimiento del hombre.
Kim parecía ansiosa por desplazar la conversación otra vez hacia su programa de televisión.
– Me estaba preguntando si… ¿has aprendido algo, a raíz de lo que nos has contado de Ponlo o tíralo, que deba tener en cuenta para el resto de las entrevistas?
Getz le clavó una mirada sagaz.
– Sigue haciendo lo que estabas haciendo. Tienes ese punto inocente natural. No lo pienses demasiado. Al menos por ahora. A largo plazo huelo una oportunidad de que la cosa vaya a más y una oportunidad de hacer un spin-off. El concepto de Huérfanos tiene un fuerte atractivo emocional. Tiene piernas que lo llevan más allá de las familias de las seis víctimas del Buen Pastor. Podría aplicarse por lógica a las familias de otras víctimas de homicidio. Podría convertirse en una serie fácilmente, así que quizá podamos seguir con ello. Pero también conduce a un segundo concepto: aquello que no está resuelto. Ahora mismo tenemos las dos cosas entremezcladas. Contamos con el dolor de las familias, ¿sí? Pero también tenemos al asesino huido, la falta de cierre. Así que estoy pensando que si Huérfanos se queda sin gasolina, podemos cambiar algo el enfoque. Estoy dándole vueltas a la idea de un spin-off. Un nuevo programa en el que nos podemos centrar en otra injusticia relacionada con los crímenes sin resolver, esa injusticia permanente: A falta de justicia.