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– No estás al mando.

– Claro que sí. También soy irresistible. Ahora mismo te estás preguntando cómo has podido resistirte durante tanto tiempo.

– Es como si pudieras leerme el pensamiento.

Meri cerró los ojos y aspiró su aroma. Todo le parecía perfecto en aquel momento, como si fuera lo que había estado esperando. Como si…

Un momento. No se suponía que tenía que gustarle el sexo con Jack. Tenía que llevar a cabo su venganza y olvidarse. No se suponía que tenían que conectar.

No, tan sólo debía de ser por el desajuste emocional tras hacer el amor. Era una respuesta biológica. Su cuerpo había reaccionado ante un hombre que era genéticamente deseable. Por la mañana, lo habría superado y estaría lista para olvidarlo. Su plan continuaría tal y como lo tenía programado y podría seguir con su vida.

* * *

– Estoy curada -le dijo Meri a Betina a la mañana siguiente mientras se servía leche en los cereales.

Betina la miró.

– Por tu expresión, adivino que Jack y tú estuvisteis juntos anoche.

Meri suspiró alegre.

– Así es. Fue fabuloso. Mejor de lo que imaginaba, lo cual es difícil de creer. Me siento una nueva mujer.

Betina rió.

– Me alegro por ti.

– ¿Algún avance con Colin?

– No. Vimos una película y se pasó la noche en el ordenador. Luego nos fuimos a la cama cada uno por su lado.

– Tienes que hablar con él -dijo Meri.

– No voy a seguir tus consejos.

– ¿Por qué no? Mi plan está funcionando. Jack me ha tenido y ahora quiere más. Pero no va a tener nada más. Me voy.

– ¿De veras?

– Sí.

– ¿No sientes nada?

– Alguna molestia -dijo Meri sonriendo.

Betina sacudió la cabeza lentamente.

– Entonces estaba equivocada. Ya veo que no sientes nada hacia él. Si no estás pensando en volver a estar con él, estás curada.

Su amiga se sirvió un café y salió de la cocina con la taza en la mano. Meri se quedó mirando al vacío.

No sentía nada por Jack. Bueno, era un amigo y, como tal, sentía cariño por él. Le iba a resultar difícil no volver a acostarse con él, pero sólo porque era muy bueno en la cama, no porque hubiera una conexión emocional.

Pero al reparar en aquellas palabras, sintió una punzada en el corazón. Algo parecía no ir bien.

– No siento nada -se dijo-. Nada.

Enamorarse de él echaría a perder su plan de venganza.

Terminó de desayunar y metió el bol en el lavavajillas. Luego se fue al comedor.

Alguien llamó a la puerta principal. Meri frunció el ceño. Era demasiado pronto para que llegara el resto del equipo. ¿Quien demonios…?

Fue a la entrada y abrió la puerta. Su mente se quedó en blanco al ver al hombre que estaba allí parado. Él la tomó entre sus brazos y la abrazó.

– Hola, cariño.

Meri tragó saliva.

– Andrew. ¡Qué sorpresa!

Capítulo Siete

Tras vestirse después de la ducha, Jack dudó entre bajar a desayunar o subir al ático a trabajar en lo que estaba siendo su despacho aquellos días.

Se decidió por el café, ya que no había dormido demasiado. Compartir la cama con Meri no le había permitido descansar.

Salió de su habitación y se detuvo en el descansillo a mirar la fotografía que había ignorado desde que llegó a la casa. Allí estaba él con sus amigos de la universidad, cuando todo parecía sencillo y se hacían llamar «los siete samuráis».

Hunter sonreía a la cámara. Siempre dio la impresión de disfrutar todo lo que hacía. Luke y Matt, unos gemelos que no podían ser más diferentes, cargaban con Ryan a hombros mientras Devlin y él salpicaban con cerveza al resto del grupo. A un lado de la foto había una joven sentada en una manta con la cabeza hundida en un libro. Era Meri.

Hunter había estado muy preocupado por ella, sobre todo después de que supiera que iba a morir. Fue entonces cuando le pidió que la cuidara.

– Vaya un encargo -murmuró Jack, dando la espalda a la foto.

Meri se había convertido en toda una mujer capaz de tomar sus propias decisiones. Esa era su excusa para lo que había pasado la noche anterior. ¿Cuál era la suya?

La había deseado. ¿Quién no lo haría? Era inteligente, divertida y guapa. Lo había desafiado como nadie antes lo había hecho. Era sexy e irreverente y estaba llena de vida y de ideas. Hunter habría estado muy orgulloso de ella.

¿Ahora qué? Meri le había dicho que quería seducirlo y seguramente pensaba que lo había logrado. ¿Continuaría cada uno con su vida ahora? ¿Pretenderían que nada había pasado? Porque no debería haber pasado, por muy bien que hubiera estado. Si pudiera dar marcha atrás…

Jack sacudió la cabeza. No tenía sentido engañarse a sí mismo. Si pudiera dar marcha atrás en el tiempo, volvería a hacerlo. Lo que lo convertía en un bastardo y en un mal amigo.

Volvió a mirar la foto. ¿Ahora qué?

Oyó pasos en la escalera, pero en vez de encontrarse con una rubia menuda, vio a Betina subiendo hacia él.

– Buenos días -la saludó.

Ella llegó al rellano y lo miró. Había algo en sus ojos que le hicieron adivinar que no estaba contenta por algo.

– ¿Qué? -preguntó él.

– Eso debería preguntártelo yo. Mira, no es asunto mío…

Estupendo, iba a ponerse protectora.

– Tienes razón, no es asunto tuyo.

– Meredith es mi amiga y me preocupo mucho por ella -dijo mirándolo-. No quiero que sufra.

– ¿Que te hace pensar que eso va a ocurrir?

– Está en tu forma de ser. Eres la clase de hombre que está acostumbrado a conseguir lo que quiere y luego irse.

Era cierto, pensó, pero no sabía que tenía que ver eso con todo aquello.

– Meri no está buscando una relación duradera.

– Eso es lo que no deja de decirme, pero no estoy tan segura. Creo que está en una posición en la que puede salir herida.

– No por mí.

Betina hizo una mueca.

– ¿Son todos los hombres unos estúpidos en lo que a mujeres se refiere o son sólo los que están en esta casa?

– ¿Esperas que responda a eso?

– No. Lo que espero es que respetes a alguien que debería preocuparte. Hace mucho tiempo que conoces a Meri. Ella no es como nosotros. No tuvo la posibilidad de ser como nosotros y crecer en un entorno normal, pero se las arregló para salir adelante.

– Según me han contado, has tenido algo que ver en que así fuera.

Betina se encogió de hombros.

– Le indiqué el camino y ella hizo el trabajo. Pero no es tan fuerte como crees. Lo que tenía planeado hacerte era una locura y se lo dije, pero no me escuchó.

– Típico.

– Lo sé. A lo que voy es que no quiero que le ocurra nada malo. Si le haces daño, te haré pagar por ello.

– ¿Vas a contratar a alguien para que me dé una paliza? -dijo él esbozando una media sonrisa.

– No, Jack. Voy a decirte exactamente cuánto está sufriendo. Voy a recordarte que eras el mejor amigo de su hermano y que tan sólo te pidió una cosa que parece que no has podido cumplir. Ni antes ni ahora. Voy a ser la voz de tu conciencia y no voy a dejarte descansar.

Sus miradas se encontraron.

– Eres buena.

– Me preocupo por ella. Es parte de mi familia. Se merece a alguien que la quiera. ¿Eres tú ese hombre?

No tenía por qué pensar en eso.

– No.

Nunca había amado a nadie. Se negaba a ello. El precio era demasiado alto.

– Entonces, déjala en paz. Deja que tenga una oportunidad con otro.

– ¿Alguien como Andrew?

Jack tenía un mal presentimiento sobre él. Haría que le enviaran el informe sobre ese hombre cuanto antes y luego pensaría qué hacer.

– Es curioso que lo menciones -dijo Betina, sorprendida-. Creo que no lo sabes.

– ¿El qué?