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Su roce fue breve, porque la Reina del Aire y la Oscuridad, mi tía, se habría reído de ella por esa necesidad, o habría convertido ese gesto amable en algo sexual o amenazador. Según ella, todas las debilidades debían ser explotadas y toda bondad, extirpada.

Galen salió de la casa, llevando puesto todavía un delantal completamente blanco y muy al estilo de un chef televisivo, muy diferente de los otros delantales transparentes que teníamos en la casa. Los solía llevar puestos sin llevar debajo una camisa, porque sabía que disfrutaba mirándole. Pero se había aficionado a un canal de cocina y ahora teníamos delantales más útiles. Debajo del delantal llevaba una camiseta sin mangas de un verde oscuro y unas bermudas. La camiseta resaltaba el leve matiz verde de su piel y su corto pelo rizado. La única concesión al pelo largo, que los otros hombres sidhe en la Corte Oscura solían llevar, era una larga y fina trenza que le caía hasta las rodillas. Era el único sidhe que yo conocía, que voluntariamente se había cortado el pelo tan corto.

Rhys me dejó ir para que pudiera ser abrazada por el fibroso cuerpo de metro ochenta de Galen. De repente, me encontré en el aire mientras él me cogía en brazos. Sus ojos verdes parecían preocupados.

– Encendimos la tele hace sólo un momento. Toda esa luna; podrías haber resultado herida.

Toqué su cara, tratando de alisar las líneas de preocupación que nunca dejarían huellas en su piel perfecta. En cierta forma, los sidhes envejecen, aunque no parecen realmente viejos. Pero es que las cosas inmortales no se hacen viejas, ¿verdad?

Me estiré buscando un beso, y él se inclinó para ayudarme a alcanzarle. Nos besamos y había magia en el beso de Galen como también fue mágico el toque de Rhys, pero mientras que el contacto del otro hombre fue profundo y casi eléctrico, como el ronroneo de un motor distante, la energía de Galen se parecía más a un suave viento de primavera acariciando mi piel. Su beso llenó mi mente del perfume de las flores, y esa primera calidez que llega cuando la nieve se ha fundido finalmente y la tierra despierta una vez más. Todo eso había vertido sobre mi piel con su beso. Me separé de él, sorprendida y con los ojos muy abiertos, luchando por recobrar la respiración.

Él pareció avergonzado.

– Lo siento, Merry, es que estaba tan preocupado, y tan feliz de verte a salvo…

Le miré fijamente a los ojos y encontré que eran del mismo y encantador color verde de siempre. Galen no daba tantas pistas como el resto de nosotros hacía cuando su magia afloraba en él, pero ese beso me dijo, con mucha más claridad que ninguna pupila iridiscente o una piel brillante, que su magia estaba muy cerca de la superficie. Si hubiéramos estado dentro de un sithen podría haber habido flores creciendo bajo sus pies, pero el camino asfaltado seguía inalterable bajo nosotros. La tecnología artificial era resistente a nuestra magia.

Nos llegó la voz de un hombre desde dentro…

– Galen, algo de aquí va a rebosar. ¡Y no sé cómo pararlo!

Galen se volvió sonriendo hacia la casa, conmigo todavía en sus brazos.

– Vamos a salvar la cocina antes de que Amatheon y Adair le prendan fuego.

– ¿Los dejaste a cargo de la comida? -pregunté.

Él asintió feliz mientras comenzaba a caminar hacia la puerta todavía abierta. Me llevaba con facilidad, como si pudiera andar conmigo en sus brazos para siempre y sin cansarse nunca. Quizás pudiera.

Doyle y Frost nos alcanzaron paseando a nuestro lado, y Rhys al otro. Doyle preguntó…

– ¿Cómo conseguiste que te ayudaran a cocinar?

Galen les dirigió esa sonrisa que hacía que todo el mundo quisiera devolvérsela. Ni siquiera Doyle era inmune a su encanto, porque sonrió haciendo resaltar sus blancos dientes en su oscura cara, respondiendo a la absoluta buena voluntad de Galen.

– Pregunté -contestó.

– ¿Y ellos sólo estuvieron de acuerdo? -preguntó Frost.

Él asintió.

– Tendrías que haber visto a Ivi pelando patatas -comentó Rhys. -La reina tenía que amenazarlo con la tortura para conseguir que lo hiciera.

Todos nosotros, excepto Galen, le miramos.

– ¿Estás diciendo que simplemente Galen les preguntó y ellos estuvieron de acuerdo? -inquirió Doyle.

– Sí -contestó Rhys.

Todos nosotros intercambiamos una mirada. Me pregunté si ellos pensaban lo mismo que estaba pensando yo, que por lo menos un poco de nuestra magia funcionaba bien fuera del mundo feérico. De hecho, Galen parecía volverse más fuerte. Era casi tan interesante y sorprendente como lo demás que había pasado hoy, porque tan imposible era que un duende hubiera sido asesinado de la forma en que había aparecido muerto, como que la magia sidhe se hiciera más fuerte fuera del mundo de las hadas.

Dos cosas imposibles en un mismo día, habría dicho que era como en Alicia en el País de las Maravillas, pero su País de las Maravillas era el Mundo de las hadas, y ninguno de los “imposibles” de Alicia sobrevivía a su vuelta al mundo real. Nuestros “imposibles” estaban en el extremo equivocado de la madriguera del conejo. Curiouser and curiouser [13], pensé, citando a la niña que consiguió ir a la tierra de los cuentos de hadas dos veces, y volver a su casa de una pieza. Éste era uno de los motivos del por qué nadie pensó que las aventuras de Alicia fueran reales. El mundo de las hadas no da segundas oportunidades. Pero tal vez el mundo exterior fuera un poco más indulgente. Quizás tienes que estar en algún sitio que no esté lleno de demasiadas cosas inmortales para tener la esperanza de una segunda oportunidad. Pero dado que Galen y yo éramos los dos únicos sidhe exiliados que nunca habíamos sido adorados en el mundo humano, quizás esto no era una segunda, sino una primera oportunidad. La cuestión era… ¿una oportunidad para hacer qué? Porque si él podía convencer a un sidhe para que fuera más manejable, los humanos no tendrían ni una posibilidad.

CAPÍTULO 15

LA ÚNICA LUZ, EN LA GRAN HABITACIÓN DE LA ENORME CASA de la playa, era el brillo de la espaciosa cocina situada a uno de los lados, como una cueva iluminada en la creciente penumbra. Amatheon y Adair se encontraban en medio de ese resplandor dominados por el pánico. Medían algo más del metro ochenta; las modernas camisetas dejaban ver sus amplios hombros y sus desnudos brazos, perfectamente musculados gracias a siglos de entrenamiento con las armas. El pelo castaño claro de Adair, casi de color miel, estaba atado y trenzado en un complicado nudo entre sus omóplatos; suelto, le llegaría hasta los tobillos. El pelo de Amatheon era de un profundo rojo cobre, y tan rizado, que la cola de caballo que le llegaba hasta las rodillas parecía estar hecha de espuma roja cuando se agachó para abrir el horno que pitaba. Llevaban faldas escocesas en vez de pantalones, y no se tenía la oportunidad de ver muy a menudo a guerreros inmortales de más de metro ochenta, aterrorizados por una cocina, con cacerolas en las manos y el horno abierto mientras miraban su contenido totalmente desconcertados. Era un tipo de pánico muy especial y encantador.

Galen me dejó en el suelo suavemente, pero con rapidez, caminando a zancadas hacia la cocina para salvar la comida de manos de sus bienintencionados aunque inútiles pinches. Lo cierto era que, aunque no se estaban retorciendo las manos, su lenguaje corporal decía bien a las claras, que si hubieran podido escaparse sin que los tacharan de cobardes, lo habrían hecho.

Galen entró en la refriega con toda tranquilidad y pleno control. Le gustaba cocinar , y se llevaba bien con los utensilios modernos porque había visitado el mundo exterior a menudo durante toda su vida. Los otros dos hombres sólo hacía un mes que habían salido del mundo de las hadas. Galen tomó la cacerola de manos de Adair y la volvió a poner sobre el fogón pero a un fuego más bajo. Consiguió un paño de cocina y esquivando la cascada de pelo de Amatheon comenzó a sacar los pasteles del horno. En poco tiempo todo estaba bajo control.

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[13]Curiouser and Curiouser”, cita de “Alicia en el País de las Maravillas”. Curiouser, en inglés es incorrecto, una palabra que no existe. Se utiliza en lugar de la palabra correcta curious, curioso. En las traducciones al español del libro de Carroll se utilizan palabras inventadas como rarismo (por raro) o curiorífico (por curioso), ya que el texto especifica luego que a Alicia se le ha olvidado hablar correctamente.