Eso me hizo pensar en Bittersweet y si Lucy la habría encontrado. Aparté el pensamiento y me miré en el espejo una vez más para asegurarme de que ni el arma ni el cuchillo se veían bajo el traje. La falda era ligera, pero con vuelo, moviéndose a mi alrededor cuando andaba. Tenía muchas faldas que eran tan rectas que hasta una pequeña arma se perfilaría bajo la tela.
Me encaminé hacia la gran sala. Galen se encontró conmigo, sonriendo.
– Olvidé que también haces que tus ojos sean castaños.
– Los ojos verdes son poco corrientes. La gente los recuerda.
Me sonrió abiertamente, y se movió para tomarme en sus brazos. Le dejé, bastante segura de lo que iba a decir.
– Deberíamos comprobar si el encanto es efectivo y ver si algo de distracción consigue hacernos perder la concentración.
Nos besamos, y fue un beso agradable y delicioso. Él se apartó y le miré, alzando la cara hacia ese par de ojos castaño oscuro en un rostro mucho más bronceado de lo que podría llegar a conseguir sin ayuda de la magia.
Le sonreí.
Fue Rhys quien dijo…
– Venid vosotros dos, ya sabemos que nuestro encanto se mantiene firme. Amatheon y Adair han informado. La prensa se ha tragado el cebo con Doyle y Frost, por lo que podemos ir a hacer nuestro trabajo. -Le seguimos hasta la puerta, dejando las manos quietas mientras salíamos. Confiaba en que los otros guardias habrían conseguido que la mayor parte de los periodistas se marcharan, pero si nos pillaban pegados el uno al otro como amantes, no habría encanto que les impidiera fotografiarnos, y no todo el encanto se mantiene firme ante las cámaras. No sabíamos el por qué, pero incluso con nuestro mejor disfraz, a veces una fotografía revelaba la verdad cuando la simple vista no lo hacía.
Sholto iba delante de todos nosotros.
– Las puertas están preparadas.
– Entonces aparecerás solo -dijo Galen.
– Sí.
– ¿Cómo puedes estar tan seguro de que no habrá nadie en el portal cuando te aparezcas?
– Puedo sentir el vacío -dijo él.
– Bromeas.
– Yo no sabía que podías crear portales -le dije.
– Es un poder que me ha sido devuelto cuando fuimos coronados.
– No se lo digas a Barinthus -comentó Galen.
– No lo haré -fue muy solemne cuando lo dijo. -Exploraré el área y veré si los reporteros parecen ser conscientes de que estás en camino; informados, creo que dicen ellos.
– Así es -dije con una sonrisa.
– Si han sido informados, llamaré -Él había hecho que su pelo pareciera rubio y corto, y sus ojos dorados parecían tan castaños como los míos o los de Galen. Incluso había conseguido que su cara se viera menos hermosa para no llamar tanto la atención.
Rhys conducía el que ya era su coche. Dejamos que Saraid fuera delante con él, y los demás nos acomodamos en la parte de atrás. Realmente podíamos ver el destello distante de las luces de la policía cuando Rhys estacionó en un pequeño aparcamiento. Julian o Jordan Hart estaba apoyado contra uno de los coches de la empresa. No fue hasta que se giró, y me dirigió esa sonrisa suya, que supe que era Julian y no su hermano gemelo. Los dos tenían un corto y espeso pelo castaño, cortado casi al cero en las sienes y algo más largo por arriba donde se veían algunos mechones de punta. Jordan no tenía esa sonrisa tan despreocupada y temeraria. Tenía una buena sonrisa. Los dos. Habían hecho bastante dinero como modelos, comenzando primero con su propia agencia de detectives, para luego comprar acciones de la Agencia de Detectives Grey. Eran hombres de metro ochenta, bronceados y bien parecidos, pero Julian era menos serio, más de la broma. Y sin embargo, era el hermano bromista el que había encontrado una relación monógama y feliz que duraba ya más de cinco años. El hermano serio, Jordan era un auténtico mujeriego, cosa que jamás había sido Julian ni en sus días de soltero. Para ser más precisos, las preferencias de Julian se dirigían hacia los hombres.
Él llevaba puestas unas gafas de montura pequeña con el cristal de color amarillo, haciendo juego con la ropa marrón y café claro. Se me acercó riendo.
– Deberías de haberme llamado, cariño. Habría escogido otro color y así no iríamos a juego.
Sonreí y le ofrecí la mejilla para que me besara, beso que conseguí y devolví. Todavía sonreía, aunque sus ojos ocultos detrás de sus gafas horteras estaban muy serios.
– No has estado aún en la escena del crimen, ¿o sí? -pregunté.
– No -dijo él, su voz sonaba tan seria como sus ojos, pero si alguien le miraba, vería a alguien que sonreía, de expresión agradable. -Pero Jordan sí ha estado.
Ahora entendí por qué sus ojos parecían sombríos. Cada uno de los gemelos podía ver lo que el otro estaba viendo si éste lo permitía. De pequeños no podían controlarlo, pero habían asistido después del colegio a programas de control psíquico junto con otros niños superdotados y ahora sólo compartían lo que deseaban que el otro viera. Lo que el hermano de Julian le había mostrado era lo suficientemente malo para apagar el brillo de su mirada.
Miró hacia los hombres que iban conmigo, y la sonrisa volvió a reflejarse en sus ojos. Había otros magos humanos que habrían tenido que preguntar para estar seguros de quién se escondía detrás del encanto, pero Julian era realmente de los buenos, igual que su hermano. Así que fue hacia donde estaba Galen, besándole en la mejilla como había hecho conmigo e intercambió un apretón de manos con Rhys. El hecho de saber a quién besar y a quién estrechar la mano sólo nos dijo que los disfraces realmente no le engañaban. No estaba bien, ya que algunos policías ahora eran magos, aunque la mayoría no se especializaba en “ver” aquello que era real.
Julian vaciló ante las mujeres, lo que veía no le bastaba para decidir a quién besar. Era algo más místico que eso. No conocía a las guardias femeninas en absoluto, por lo que optó por estrechar sus manos. La verdad es que era más cuidadoso con las mujeres que con los hombres.
Por supuesto, Julian no había estado muy contento conmigo cuando más de la mitad de la agencia de detectives Kane y Hart había sido eliminada por una muy grande y maléfica bestia mágica llamada “El Innombrable”. Nosotros, mis hombres y yo, habíamos conseguido al final acabar con ella, pero Kane y Hart habían perdido a cuatro de sus empleados en la lucha, por lo que la Agencia de Detectives Grey era ahora la Agencia de Detectives Grey y Hart. Ambas agencias habían estado compitiendo por el mismo sector de mercado, por lo que tenía sentido que unieran sus fuerzas, y además, tal vez Julian y Jordan Hart se habían dado cuenta de que combinar su magia humana, con la nuestra, que no lo era, sería algo que beneficiaría al resto de sus empleados.
Adam Kane, novio desde hacía tiempo de Julian, había perdido a su hermano más joven, Ethan, en la lucha. Creo que Adam habría estado de acuerdo con cualquier cosa durante aquellas primeras semanas. Incluso ahora, Adam seguía haciendo principalmente trabajo de oficina, viendo a clientes, y casi ningún trabajo de campo. No estaba segura de si era porque todavía estaba apenado o porque Julian no podía soportar la idea de ponerle en peligro. Finalmente, si había que acabar hablando con él, sería Jeremy quien se encargaría de hacerlo, porque en la oficina él era el jefe. Era realmente bueno en eso y menos mal que yo no era el jefe de cada maldito lugar.
– En realidad es más rápido caminar desde aquí -dijo Julian. Sus manos fueron a los bolsillos de la chaqueta y comenzaron a sacar una cajetilla de cigarrillos, luego vaciló. -¿Te molesta si fumo mientras andamos?
– No sabía que fumaras -le dije.
Me dirigió una brillante sonrisa, un centelleo de dientes blancos y perfectos que había conseguido trabajando como modelo y que ahora le venían de perlas cuando trabajaba para las celebridades locales.