– Thumbelina quiere ser grande.
– ¿Y su padre? -pregunté.
– Es un semiduende que puede cambiar de tamaño hasta casi llegar al humano. Ella tiene a un hermano así, también.
– ¿Cuál es el nombre de la hermana? -indagué.
Él nos lo dijo, pero no era el de nuestra víctima. Tuve otra idea.
– ¿Su madre y hermana se hicieron cirugía plástica para reconstruir sus caras?
– Parecen humanas, narices, bocas, y todo eso. Y los duendes se curan mucho mejor que los humanos, por lo que el resultado de la cirugía es realmente bueno.
– Así que su madre y hermana, aunque brownies, ¿pueden pasar por humanas?
Él asintió.
– Si su padre y hermano pudieran esconder sus alas, entonces también podrían.
– ¿Ella es la única que no puede efectuar el cambio? -pregunté.
Volvió a asentir, mientras comenzaba a frotar mis nudillos con su pulgar. Luché para no separarme de él, porque si era un adicto a las hadas, y se había convertido en eso sólo por ver esas películas, entonces, de alguna forma, toda su vida había sido arruinada por alguien de nuestro pueblo.
Miré a Rhys.
– ¿Has visto pornografía sidhe?
– Alguna -dijo él.
– ¿Podría bastar para hacer que un humano se convirtiera en adicto a las hadas?
– Sólo en el caso de que fuera impresionable, pero que fuera un crío empeoraría las cosas. -Él miró al hombre que estaba sentado en nuestra oficina y sólo asintió con la cabeza. Sí que lo creía.
– Danos el verdadero nombre de Liam -le pedí.
– ¿Me crees?
– Lo hago.
Él sonrió y pareció aliviado.
– Steve Patterson, y es sólo Steve, no Steven. Él siempre odiaba que su primer nombre fuera un apodo.
Retiré mi mano y él me dejó ir de mala gana.
– Tengo que llamar a la policía y darles el nombre.
– Lo entiendo. -Pero sus ojos se llenaron de lágrimas y se giró para mirar fijamente a Frost, quién todavía tenía la mano en su hombro. Era como si cualquier contacto que viniera de nosotros fuera mejor que ningún toque.
Llamé a Lucy y le dije todo lo que teníamos.
– ¿Crees que este Donal no estuvo implicado?
Le vi mirar fijamente a Frost como si éste fuera la cosa más hermosa del mundo.
– Sí, lo creo.
– Bien, te avisaré cuando tengamos a Patterson. No puedo creer que fuera uno de los nuestros. Los medios se van a poner las botas.
– Lo siento, Lucy… -pero yo ya hablaba al aire. Ella estaba ya de camino, preparándose para atrapar a nuestro asesino y nosotros estábamos abandonados aquí con Donal, quién había sido condenado a la temprana edad de doce años a querernos. ¿Quién iba a decirnos que nuestra magia también surtía efecto en las películas? ¿Y habría alguna cura para ello?
CAPÍTULO 43
PATTERSON NO ESTABA EN SU CASA, NI EN EL TRABAJO, NI en ningún otro sitio donde la policía le buscó. Simplemente había hecho las maletas y había desaparecido. Pero era más fácil encontrar en Los Ángeles a un hombre humano que a una semiduende del tamaño de una Barbie. Pusieron sus fotografías en las noticias como personas de interés [33] que podrían tener información sobre los asesinatos. Tenían miedo de lo que la comunidad duende les podría hacer si las noticias sacaban a relucir que ellos eran nuestros presuntos asesinos. Yo tenía sentimientos encontrados sobre ahorrar a los contribuyentes el coste de un juicio que acabaría siendo apelado.
Esta noche soñé con la última escena del crimen. Pero era Royal el que estaba suspendido de lo alto del arco, su cuerpo colgando inerme y muerto, luego abrió los ojos, pero estaban nublados, como los ojos de los muertos. Desperté gritando su nombre, empapada en un sudor enfermizo.
Rhys y Galen habían intentado consolarme para ver si podía volver a conciliar el sueño, pero no podía volver a dormir hasta que despertaran a Royal y me lo trajeran. Tenía que verle vivo antes de poder volver a dormirme.
Me desperté entre Rhys y Galen, con Royal enroscado sobre la almohada, al lado de mi cabeza. Se parecía… bueno, de alguna forma parecía estar a medio camino entre ser el objeto de un sueño infantil o una fantasía muy adulta.
Él despertó con una sonrisa perezosa y me dijo…
– Buenos días, Princesa.
– Siento haberte despertado anoche.
– Que te importe lo suficiente para llegar a preocuparte no es algo malo.
– Es demasiado temprano para hablar -masculló Galen desde su almohada, acurrucándose luego en la cama para poder así esconder sus ojos contra mi hombro.
Rhys se dio la vuelta, dejando caer un brazo a medias sobre mi cintura y a medias sobre Galen. Podía notar que estaba despierto, pero si quería fingir lo contrario, allá él.
Royal y yo bajamos la voz, y él se movió por la almohada para así poder acurrucarse contra un costado de mi cara y susurrar en mi oído.
– Los otros semiduendes están celosos -dijo.
– ¿Del sexo? -Susurré.
Él acarició con su mano la curva de mi oreja de la misma forma que un amante de mayor tamaño podría acariciar un hombro.
– Por eso, aunque ser capaz de crecer en tamaño es un raro don entre nosotros. Nadie en esta casa puede hacerlo excepto yo. Ellos se preguntan si el pasar una noche contigo les proporcionaría el mismo poder.
– ¿Qué piensas tú? -le pregunté.
– No sé si quiero compartirte con ellos, y además soy como todos los nuevos amantes, celoso y enamorado. Incluso nos han llegado a abordar semiduendes que no son de los nuestros. Quieren saber si es verdad que he obtenido tal poder.
Rhys alzó la cabeza, adiós al fingimiento.
– ¿Qué les dijiste?
Royal se sentó al lado de mi cara, rodeándose las rodillas con los brazos.
– Que era verdad, pero ellos no me creyeron hasta que se lo mostré.
– Entonces puedes hacerlo a voluntad -comentó Rhys.
Él asintió feliz.
– ¿Qué pensarías que ocurriría si nos acercáramos al Fael y cambiaras delante de todos?
– Que a Merry le darían la lata todos y cada uno de los semiduendes que quisieran ser más grandes.
Miré a Rhys, y Galen levantó la cabeza.
– No, Rhys, no -exclamó Galen.
– Han pasado dos días y la policía todavía no tiene ninguna pista de su paradero -dijo Rhys.
– No vas a poner a Merry de cebo para esos monstruos.
– Creo que eso debería decidirlo Merry -aclaró Rhys.
Galen giró su enojado rostro para mirarme.
– No lo hagas.
– Creo que Bittersweet no sería capaz de resistirse -dije.
– Eso es exactamente lo que me da miedo -dijo él.
– Tendríamos que hablarlo con la Detective Tate -dijo Rhys.
Galen se apoyó sobre los codos y nos miró.
– Despertaste gritando, Merry. Eso sólo después de ver a sus víctimas. ¿Realmente quieres ponerte como cebo ofreciéndote como una víctima potencial para ellos?
La verdad sea dicha, no, pero en voz alta dije…
– Sé que no quiero tener que ir a otra escena del crimen, especialmente si tenemos la posibilidad de desenmascararlos.
– No -sentenció Galen.
– Hablaremos de esto con Lucy -le dije.
Él se arrodilló en la cama, e incluso estando desnudo y absolutamente atractivo, estaba tan enfadado que no me pareció sexy.
– ¿Es que aquí no cuenta mi voto en absoluto?
– ¿Qué tipo de gobernante sería si me mantuviera al margen y dejara que más duendes murieran?
– Dejaste la maldita corona por amor; bien, no hagas esto por la misma razón. Te amo, te amamos, y este humano tiene alguno de los aparatos más poderosos de los que algunos de los más viejos de entre nosotros han visto en siglos. No sabemos de lo qué es capaz, Merry. No hagas eso. No te pongas en peligro a ti misma y a nuestros bebés.
[33] La expresión "person of interest" es un eufemismo acuñado no hace muchos años en Estados Unidos por profesionales de los medios de comunicación sensacionalistas, para poder señalar a una persona como probable responsable de un crimen sin utilizar la palabra "suspect" (sospechoso) -que allí tiene un significado legal muy concreto: "subject to a lawsuit" (sometido a juicio), es decir, procesado formalmente- y evitar así enfrentarse ellos a su vez a una demanda por daños y perjuicios por atentar contra el honor de las personas, al presentarlas públicamente como involucradas "de alguna manera” en delitos o asuntos turbios. Al utilizar esa expresión ambigua, siempre pueden alegar que se referían al "interés" que el testimonio o la conducta de esa persona podían suponer para el resultado del juicio, sin especificar si la intervención que le atribuían en el mismo era como sospechoso o como simple testigo.