Jesse resopló.
– Sí que lo sabes. Puedo sentirlo y tú sabes que puedo.
Y él odiaba eso. Pero no había nada que hacer al respecto. Por lo tanto estrechó su mirada hacia Jesse.
– No te atrevas a decírselo a Simone.
– No te preocupes. No me corresponde. Pero si fuera tú, se lo diría antes de que sea demasiado tarde.
Eso era mucho más fácil de decir que de hacer.
– ¿Qué sabrás tú al respecto?
– Soy un fantasma, Xypher. Pensé que tenía todo el tiempo del mundo, para decirles a las personas lo que sentía por ellas, y para construirme un futuro. Pero en un segundo, el conductor de un camión de cemento bajó la vista para cambiar su estación de radio, zigzagueó hacia mi coche, y en un abrir y cerrar de ojos, lo perdí todo.
Él apartó la mirada, pero aún así Xypher vio el dolor reflejado en sus ojos.
– El último recuerdo que tengo es de mi novia abrazándome mientras la lluvia caía sobre nosotros, mezclándose con mi sangre que se derramaba sobre ella. Me decía que me amaba y me suplicaba que no muriera. Yo no me quería ir.
Su voz se quebró a causa de las emociones que intentaba esconder, pero Xypher las sintió y las vio de cualquier modo.
– Hay tantas cosas que quería decirle, pero los escombros me habían aplastado la tráquea y yo no podía emitir una sola palabra. Intenté con todas mis fuerzas quedarme con ella, pero no estaba destinado a suceder… ni siquiera pude levantar mi brazo para tocarla una última vez.
Su mirada se encontró con la de Xypher.
– Por eso, sí, tengo un mejor entendimiento de tu situación del que tienes tú. He estado ahí, lo he vivido, y aún me carcome por dentro el hecho de que nunca le dije a Julie cuanto la amaba. Me hubiera llevado tan sólo tres segundos. Tres segundos, que ruego a dios, poder recuperar. Piénsalo. -Jesse se desvaneció de la habitación.
Xypher se sentó en silencio al darse cuenta de que para ser un chico, Jesse era mucho más sensato de lo que él hubiera creído. El problema era, que las cosas no son tan simples. ¿De que serviría decirle a Simone que la amaba sino podía quedarse? Tan sólo la lastimaría más y eso era lo último que él quería.
No. Lo mejor era guardarse ese amor para si mismo. Encerrarlo dentro suyo, donde sólo lastimaría a una persona, a él. Lo prefería de ese modo.
Obligándose a salir de la cama, fue a la ducha a unirse con ella.
– No volviste a soñar anoche, ¿verdad?
Xypher pausó su afeitada para mirar a Simone en el espejo.
– ¿Cómo te diste cuenta?
– Lo estuve pensando mientras me duchaba, no estoy segura porqué, pero se me cruzó ese pensamiento. ¿Soñabas cuando estabas en el Tártaro?
– No. Hades me quitó esa habilidad para que no pudiera usarla como una vía de escape a mi tortura.
– ¿Crees que sea la razón por la que no has soñado aquí?
Él enjuagó la navaja en el lavabo.
– Jaden restituyó todos mis poderes. Debería ser capaz de soñar sin inconvenientes.
Ella se paró a su lado.
– ¿Has intentado soñar?
¿Cómo podría explicarle, que él estaba viviendo el mejor sueño posible, estando ahí con ella?
– En realidad no.
– Tal vez sea eso. Quizá tan sólo necesitas intentarlo.
Cómo deseaba que fuera tan fácil. Habían más razones para que él no estuviera soñando, pero no quería pensar en eso ahora.
En lo único que quería enfocarse era en ella. Él le besó la mano y retomó la tarea de afeitarse.
A pesar de que ya no estaban unidos por las esposas, Xypher pasó el resto del día con Simone. Se dijo a sí mismo que iría tras Satara al día siguiente. Tan sólo quería un día más junto a la mujer que lo hacía reír.
Una mujer que pensaba que él era extraordinario…
Jesse y Gloria se unieron a ellos después de clase, mientras recorrían a pie el Distrito Francés y cenaban en el Restaurante Alpine.
– ¿Has vivido siempre aquí?- le preguntó, mientras caminaban entre las tiendas de Royal Street, de regreso a su apartamento.
Ella sonrió.
– Así es. Excepto por el tiempo que pasé en el hogar para huérfanos luego de que mis padres murieran.
– No mencionas mucho a tus padres adoptivos.
Ella enlazó su brazo con el de él mientras caminaban.
– Carole y Dave. Eran personas maravillosas. Querían hijos propios, pero Carole no había sido capaz de concebir. En un principio, querían adoptar un bebé, pero finalmente se rindieron y decidieron acoger niños mayores. Yo era la menor de los cuatro que adoptaron.
– ¿Entonces tienes hermanos?
– En realidad no. Mis hermanos adoptivos ya se habían marchado de la casa cuando yo llegué. Intercambiamos tarjetas navideñas, pero para ser honestos, somos prácticamente desconocidos. Lo único que teníamos en común eran los O’Learys. Y a ellos sí los extraño un montón. Cada vez que me ponía triste, Carole me llevaba a Fifi Mahoney’s donde me probaba pelucas y jugaba a maquillarme. Ella podía iluminar una habitación entera con su sonrisa.
– También tú.
Ella se detuvo a mirarlo.
– ¿Tú crees?
– Absolutamente.
Simone se conmovió totalmente con su cumplido. Siguieron caminando, con sus brazos entrelazados, bromeando y jugando hasta que llegaron a su apartamento.
– Entonces, ¿qué sucedió con tus padres adoptivos?
Ella inspiró profundamente por la tristeza que le provocó la pregunta. -Murieron en un accidente de coche durante mi primer año de facultad.
– Lo siento mucho.
– Está bien. Pasó hace mucho tiempo, pero me dejó cicatrices profundas. No podía quitarme la idea de que estaba condenada a perder a todas las personas que amara. -Ella sacudió la cabeza. -Hubo un tiempo, en que me levantaba a mitad de la noche para asegurarme de que Jesse aún estaba conmigo.
Xypher respiró hondo. Y ahora, él también iba a abandonarla…
No, jamás podría decirle que la amaba. Sería cruel.
Simone abrió la puerta de su apartamento, y se detuvo al ver que alguien se desplomaba al final del pequeño pasillo. Apresurándose hacia la persona, se sorprendió al encontrarse con Kyle Peltier. Tenía una terrible herida en su estómago. La sangre le salía a borbotones.
Temblando, alargó la mano hacia Xypher y lo cogió por la camisa.
– Los gallus están atacando a Kerryna en su apartamento. Ayúdala. ¡Por favor!
Xypher se enderezó de un salto.
– Llévalo al Santuario.
Simone tragó saliva.
– ¿Qué hay de tí?
– Tengo que unirme a una pelea. Jesse, ve con Simone y asegúrate de que nada le pase. Si me necesita, búscame inmediatamente.
CAPÍTULO 16
Xypher fue corriendo hacia el apartamento de Kerryna. Desde fuera era idéntico al de Simone, excepto que este tenía un pequeño espejo que se balanceaba desde el llamado, un espejo que estaba diseñado para mantener alejados a los gallu.
Si tan sólo surtiese efecto.
Corrió a la puerta y probó el pomo.
Éste giró.
Abriendo la puerta, listo para la batalla, se sorprendió de encontrar el lugar completamente vacío. Entró lentamente en la casa, esperando una emboscada. Con nada excepto silencio murmurando en sus oídos, fue de habitación en habitación buscando a la Dimme.
O su cuerpo.
No había latidos en el lugar. Pero allí donde mirara veía los restos de la batalla. El mobiliario estaba destrozado, las rinconeras estaban sobre el suelo. Era obvio que Kerryna y Kyle habían presentado una tremenda lucha.
Pero la cuestión era, ¿Por qué habría ido ella allí sin Xedrix?
– ¡Maldición! -Jadeó él. Debían habérsela llevado con ellos cuando se marcharon.
Xypher se apresuró en regresar para encontrar a Simone esforzándose por meter a un inconsciente Kyle en el coche. Él cogió al cachorro de sus brazos y lo alzó en los suyos antes de desvanecerlos al Santuario.