– No irás a despertarla otra vez, ¿verdad?
Winona lo miró con indignación.
– ¿Acaso estás loco? Tal vez no tenga experiencia, pero hace horas que me he dado cuenta de eso. Jamás se debe despertar a un bebé que está durmiendo. Y si lo haces tú, tendré que matarte.
Su risa hizo sonreír a Winona. Pero Justin la miró y de pronto se puso serio.
– ¿Entonces cuál es el proceso legal a seguir? ¿Y qué le va a pasar ahora?
– Después del reconocimiento médico, lo normal sería entregarla a los servicios sociales correspondientes, para que ellos le buscaran un hogar de acogida -Winona apretó el cojín-. El tribunal se implicará más directamente en el asunto en cuanto se establezca algo más definitivo acerca de los padres. Y ese es mi trabajo. Encontrar a esos padres. Especialmente a la madre. Tengo que averiguar la historia, y por qué el bebé fue abandonado.
– ¿Y cómo vas a hacer eso?
Parecía extraño que jamás le hubiera contado a Justin detalle alguno sobre su trabajo, pero nunca se había dado la situación en la que hubiera surgido aquel tipo de conversación.
– Hay muchas maneras de encontrar pistas. Por ejemplo, ahora que conozco la edad aproximada del bebé, puedo empezar a buscar en los archivos de los hospitales, a ver si me pueden dar una pista de las mujeres que estaban embarazadas en ese momento. Después miraré los periódicos, las llamadas al teléfono de emergencias, los abusos, las muertes, cualquier cosa que haya ocurrido en los días anteriores al abandono del bebé, para ver si hay alguna conexión clara.
– Vaya, vaya. ¿Y qué más?
– Luego… bueno, después de eso, iré directamente a los casos de niños en peligro. Ya sabes cómo son las cosas en Royal. Esta es una comunidad adinerada, de modo que en la superficie no parece que tengamos muchos niños con problemas. Pero cada vez me doy más cuenta de que los niños muy ricos y los muy pobres tienen mucho en común. En ambos tipos de familias, los niños se crían solos. Pasan solos muchas horas. Los padres se mueven cerca del límite de las drogas y el alcohol. Hay divorcios, adultos ausentes. Sea como sea, son los niños que están solos los que tienden a meterse en problemas. De modo que una de las cosas que hago siempre es revisar los datos que tengo en el ordenador para los que se escapan.
– ¿Y?
– Y después compruebo la lista de absentismo escolar. La lista de arrestos. A continuación llamo a los institutos. Hablo con los orientadores sobre chicas embarazadas. Esta tarde empecé a hacer unas cuantas pesquisas, pero sería muy raro que tuviera respuestas concretas hoy mismo. Casi siempre lleva un tiempo.
– ¿Pero y si no consigues localizar a la madre después de todo ese proceso?
Winona frunció el ceño, consciente de pronto de que estaba retorciéndose las manos, de que Justin la estaba observando.
– Aún no he pensado en eso. Todavía es pronto. Créeme, encontraré a la madre. Lo he hecho antes.
– ¿Pero y si no la encuentras?
Justin puso derecho el intercomunicador del bebé y esa vez pareció funcionar correctamente.
Lo colocó a un lado y se puso de pie, pero no apartó la mirada de ella ni un momento.
– Bueno, entonces hay otras posibilidades. Lo más probable es que la madre sea una chica con problemas. Y, francamente, estoy tan capacitada como cualquier otra persona para encontrar a esa chica -dijo Winona con nerviosismo.
– Sé que lo estás, Win -dijo Justin en tono cariñoso-. Tú sabes lo que es ser abandonada. Nunca me sorprendió tu elección de trabajar con jóvenes cuando decidiste hacerte policía. Pero no es posible encontrar a los padres cada vez que hay un niño con problemas.
– Bueno, por supuesto que no. Y en lo referente a Angela… posiblemente su madre esté casada con un hombre que la maltrate, o algo así, y eso no aparecerá en ningún archivo. En realidad, alguien así sería imposible de encontrar. Y otra posibilidad sería…
Winona vaciló.
– ¿Cuál?
– Otra posibilidad es que sea una joven que ha mantenido su embarazo en secreto durante los nueves meses. Parece imposible, pero todos sabemos que ocurre.
– De acuerdo. De modo que ya hemos mencionado la mayor parte de los escenarios posibles. ¿Pero mientras tanto, qué se supone que le va a pasar a nuestra princesa en miniatura mientras tú haces todas esas pesquisas?
Instintivamente, Winona se llevó la mano al estómago, como para calmar la sensación de náusea. Lo que le había preguntado Justin era lo que se había pasado todo el día pensando. Y cada vez que dejaba salir a la superficie esos miedos se ponía enferma.
– Bueno, normalmente el tribunal la metería en un hogar de acogida, como ya te he explicado.
– Eso lo sé, lo que quiero es saber los detalles, Win -dijo en voz baja.
De nuevo se presionó el estómago, y seguidamente lo miró a los ojos.
– Podría ser adoptada. Es un bebé sano y, aunque no es justo, el hecho de que sea rubia y de ojos azules hace que esté más solicitada en el mercado de la adopción. Pero para que eso ocurra primero hay que encontrar a los padres, y averiguar que la han abandonado deliberadamente, que de verdad no la quieren y que renuncian legalmente a todos los derechos. O tal vez resulte que los padres están muertos.
Winona se quedó pensativa.
Justin se sentó en el sofá junto a ella; le estudió las facciones con la callada vigilancia de un cazador.
– Tú estuviste en varios hogares de acogida desde los seis años, ¿no? Pero había alguna razón por la que no podías ser adoptada. Recuerdo que las familias y los vecinos hablaron de ello cuando los Gerard te llevaron a su casa. Únicamente no recuerdo los detalles.
– No pudieron adoptarme porque mi madre estaba viva y podría haberme reclamado en cualquier momento. De modo que tuve que quedarme en el sistema de acogida hasta los dieciocho años.
– Nunca me habías mencionado antes a tu madre. Ni nada de lo que recordaras de cuando eras pequeña.
Ella se encogió de hombros, pero sintió una extraña aprensión.
– La historia de mis padres es tan antigua como el principio de los tiempos. Eran dos adolescentes, enamorados y con las hormonas disparadas. Cuando mi madre se quedó embarazada los dos dejaron el colegio; dos idiotas de dieciséis años sin dinero y sin formación profesional alguna, que pensaban que podían vivir del sexo y del amor. La diversión no duró mucho. Mi padre murió en un accidente de automóvil. No lo recuerdo en absoluto. Pero estuve con mi madre hasta los seis años.
– Y fue entonces cuando ella se largó.
Winona se puso nerviosa. No le gustaba hablar ni de los sentimientos ni del pasado.
– No hago más que pensar que uno de estos días podría encontrarla. Aún hago alguna que otra pesquisa de vez en cuando. Pero lo importante es que, en aquel momento, no pudo conmigo. Entonces no me daba cuenta de ello, pero ahora sí. Tenía todos los problemas que puede tener una mujer. Estaba sola, sin un centavo, con una niña pequeña a la que cuidar, convencida de que un poco de alcohol y un poco de droga de vez en cuando suavizaría sus problemas, cada vez más desesperada con cada perdedor que se cruzaba en su camino…
Justin se quedó callado un momento.
– Win… ¿Por qué no me has dicho esto antes?
– Porque no hay nada que decir. Trabajo con chavalas como ella todos los días; niñas que cometieron un error y ven cómo sus vidas se derrumban por culpa de ese error. El único error que cometió mi madre fue enamorarse, o más bien, encapricharse por mi padre, ya que eran los dos demasiado jóvenes. Justin, ¡tú sabes todo esto…!
Él sacudió la cabeza.
– No, en realidad no. Recuerdo a mi madre hablar con mi padre. Sabía que te habían abandonado de niña, y que tu madre te había dejado con una nota diciendo que volvería a buscarte en cuanto estuviera mejor de dinero, o algo así. Y recuerdo que los Gerard se enfurecieron mucho…
Eso le hizo pestañear.