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Por el momento, pensó Eve, lo mejor que ella podía hacer era dejárselo a los barrenderos.

CAPITULO CUATRO

– ¿POR QUÉ NO MATÓ A CAROLEE?- Preguntó Peabody cuando volvieron a cubierta. -Hubiera sido más fácil. Tan sólo cortar su garganta, y vuelta al trabajo. No es como si él se preocupara por ocultar un crimen. Toda la sangre es una pista bastante buena de que se ha cometido uno.-

Eve caminó hacia la popa, intentando reconstruir una escena que no tenía sentido. -Estoy deseando preguntarle, no creo que sea sólo su buena suerte el que ella no pueda recordar. Vamos a ver qué concluye el examen médico después de que ella lo pase allí. Pero la cuestión principal es, sí, ¿por qué molestarse en suprimir su memoria? ¿Y por qué el asesino tendría consigo algo que pudiera hacerlo?-

– ¿Hipnosis?-

– No lo descarto.- Ella se recostó contra la barandilla, miró a las chimeneas gemelas.

– No son reales. Son apariencia. Sólo para que el ferry parezca antiguo. Grandes. Grandes de sobra para que alguien esconda un cadáver y una mujer inconsciente.-

– Claro, si él hubiera tenido unas brillantes alas de hada y un escudo de invisibilidad.-

Eve tuvo que reírse. -Buen punto. De cualquier manera, vamos a hacer que las comprueben.- Se volvió cuando Jake caminaba hacia ellas.

– Hemos pasado a los últimos pasajeros por el control de ticket. Faltan dos. Hemos contado a todo el mundo, pasajeros, tripulación, jubilados, estudiantes concesionarios… Dos personas que se montaron no llegaron a desembarcar.-

– Ellos tan sólo se bajaron antes de que atracáramos.- Eve corrigió. -Este ferry estará fuera de servició hasta nueva orden. Está sellado por orden del NYPSD. Guardias las veinticuatro horas, todos los días. Escena del crimen no ha terminado, y seguirán hasta que hayan cubierto cada centímetro, incluyendo esos,- añadió señalando a las chimeneas.

Jake levantó la mirada para seguir el gesto. -Bueno. Eso va a ser divertido.-

– ¿Algo de este tamaño, con este trazado? Tiene que haber lugares para esconderse, para ocultarse. Tenía que conocer el barco, el trazado, al menos hasta cierto punto.-

– Tener un lugar para esconderse no explica cómo salió de ese servicio sin que le viera nadie. A no ser que tuviera una capa de invisibilidad.-

El comentario de Jake recibió una risita de Peabody y una mirada helada de Eve.

– Trabajaremos con los testigos y las pruebas. Estaremos en contacto, Inspector.-

– ¿Os marcháis?-

– Vamos a seguir con los discos de seguridad, Carolee Grogan y el laboratorio. Cuanto antes identifiquemos a la víctima, si hay una víctima, antes podemos ir detrás del asesino. Puede que quieras a algunos de tus hombres respaldando a los míos en las guardias. No quiero a nadie en ese ferry sin autorización.-

– De acuerdo.-

– Nos movemos Peabody.-

– Ah, ¿Detective? Tal vez quieras cambiar tu situación…-

Peabody sintió que el calor volvía a sus mejillas. -No lo creo, pero gracias.- Ella brincó para ponerse a la altura de las largas zancadas de Eve. -Ha vuelto a insinuarse.-

– Lo anotaré, en cuanto pueda.-

– Es memorable,- murmuró Peabody. -Realmente.- Se arriesgó a echar un vistazo por encima del hombro antes de que se montaran en el turbo. -Pensaba que nos quedaríamos, yendo por todo el barco de nuevo.-

– Ya tenemos suficiente gente en eso.- Eve se abrazó a sí misma mientras el turbo salía disparado por el agua. -Una pregunta, o unas cuantas. ¿Por qué matar en un servicio público de un ferry en medio del agua? No hay una vía de escape fácil. ¿Por qué no dejar el cadáver? ¿Por qué, cuando un extraño le interrumpe, perdonarle la vida? ¿Y lo más extraño, aparentemente, mantenerla en secreto durante una hora?-

– Vale, pero incluso si encontramos la respuesta a cualquiera de esos porqués, no tendremos la respuesta de los cómos.-

– Siguiente asunto. ¿Cómo fue seleccionada la víctima? ¿Cómo fue elegida la forma de matarla? ¿Cómo fue Carolee Grogan trasladada de la escena del crimen a otra parte? Y otras cosas, ¿por qué ella no recuerda? ¿Cómo fue retirado el cuerpo, si hubo alguno? Todo vuelve a la misma pregunta. ¿Quién era la víctima? Ese es el centro. El resto irradia desde ahí.-

– La víctima es probablemente mujer. O la asesina. Una de ellas, al menos, es probablemente mujer. Tiene más sentido, dada la localización del asesinato.-

– Coincido, y el ordenador también. Ejecuté las probabilidades. Más del ochenta por ciento para mujer víctima o asesina.- Ella sacó su enlace cuando sonó, vio el código personal de Roarke en la pantalla. -Hola.-

– Hola también.- Su cara, esa belleza de ángel caído, llenó la pantalla con las cejas oscuras sobre llamativos ojos azules. -¿Estás en el muelle? ¿El incidente del ferry?-

– Mierda. ¿Cuánto se ha escapado?

– No mucho. Desde luego nada que diga asesinato.- Su voz, con el acento irlandés susurrando, se deslizaba sobre las palabras mientras ella volvía a Manhattan. -¿Quién está muerto, entonces?-

– Esa es la pregunta. Estoy esperando a que el laboratorio me llame. Estoy al mando aquí, y según sea la respuesta, puede que llegue tarde a casa.-

– Como resulta que estoy en el centro, y esperaba poder pedir a mi esposa salir a cenar. ¿Por qué no nos encontramos en el laboratorio, luego según sea la respuesta que obtengas, decidimos allí?-

Ella no podía pensar en ninguna pega, y de hecho, meditó la ocasión de contárselo todo. Un nuevo punto de vista podría darle nuevos ángulos. -De acuerdo. Será útil tenerte allí por si tengo que sobornar a Dickhead para acelerar la identificación.-

– Siempre contento de sobornar a los policías locales. Te veo pronto.-

– Es bonito, ¿no?- preguntó Peabody cuando Eve embutió su enlace de nuevo en el bolsillo. -Tener a alguien.-

Eve empezó a encogerse de hombros, luego decidió que el piloto del turbo no las oiría. Además no había ninguna razón para no tener unos minutos de tonterías. -No apesta.-

– De verdad que no lo hace. Tener un chico tan lindo como Jake flirteando conmigo tiene su encanto, pero ¿saber que me voy a acurrucar con McNab esta noche? Eso es mucho mejor.-

– ¿Por qué siempre tienes que meteros a ti y a McNab y al sexo en mi cabeza? Me da un dolor que ningún bloqueador puede curar.-

– Acurrucarse no es sexo. Es antes o después del sexo. Me gusta especialmente después del sexo, cuando estás calentita y relajada como una pareja de cachorritos dormilones.- Ella ladeó su cabeza. – Me estoy poniendo cachonda.-

– Encantada de que lo compartas conmigo. Ahora vamos a intentar quitarnos de encima esta pesada investigación para que puedas reunirte con tus caricias de cachorritos.-

– Ya sabes, tengo ese nuevo modelito que he estado guardando para una noche en que…-

– No sigas por ahí. No lo hagas,- la advirtió Eve. -Juro por todo lo que es sagrado que te tiro por encima de la borda, y luego ordeno que el turbo te pase por encima mientras chapoteas en el agua.-

– Gruñona. De cualquier modo, tal vez lo que los asesinos hicieron, fue lanzar a la víctima al agua, luego saltar detrás con unos trajes de submarinismo.-

– Si él iba a tirar el cuerpo, ¿por qué lo movió en primer lugar? Él no quería sólo matarla, quería el cuerpo.-

– Ewww. Sé que se supone que un detective de policía no dice ‘ewww’. Pero, ¿por qué querría el cuerpo?-

– Un trofeo.- Eve estrechó los ojos.

– No estoy diciendo ‘ewww’.-

– Lo estás pensando. Prueba,- añadió, -que me conduce a algo más que un trofeo. Un cuerpo es una prueba irrefutable de muerte. Que, hasta el momento, no tenemos. Él sí lo hace. Lo que nos lleva a otro porqué. ¿Por qué necesita el la prueba?-