Darby quería preguntar por otros supervivientes, pero no consiguió articular las palabras.
– Y lamento darte más malas noticias -dijo Leland-. El hospital te estaba llamando hace unos minutos. Rachel Swanson ha sufrido un paro cardíaco. No han podido reanimarla. Esta tarde se practicará la autopsia.
– La ha matado.
– Rachel Swanson estaba enferma, Darby. La sepsis…
– El Viajero tenía que deshacerse de ella. Era la clave para atraparlo y sólo podía hacerlo desviando la atención. ¡Y qué mejor estrategia que una bomba en el hospital! La explosión crea una sensación de pánico. La gente cree que se trata de un ataque terrorista y huye. Nadie se fija en nada. El Viajero entró a matarla. Envía a alguien y sella la habitación, y busca las cintas de las cámaras de la UCI.
– Ya lo he intentado. Los de la ATF no nos permiten tener acceso a ellas. Acabo de hablar por teléfono con Wendy Swanson, la madre de Rachel. Al parecer alguien del laboratorio de New Hampshire la llamó. Contactó con nosotros, preguntando en qué hospital estaba ingresada su hija. Tuve que darle la noticia a la pobre mujer.
– ¿Tienes su número? Quiero hablar con ella sobre Rachel.
– Eso le corresponde a Banville.
– Banville está ocupado con la explosión de Belham. Quiero hablar con la madre a ver si puedo averiguar algo de Rachel, tal vez descubrir por qué la eligieron a ella. Tal vez ella sepa algo que nos ayude a localizar a Carol.
Leland le dio el número. Darby se lo anotó en el antebrazo.
Un teléfono sonaba al fondo.
– Tengo que atender esta llamada -dijo Leland-. Ponte en contacto conmigo si averiguas algo.
Darby llamó a su madre. Nadie se puso al teléfono. Colgó, asustada de que lo inevitable hubiera sucedido. Una sensación de náuseas frías se apoderó de ella mientras corría a casa.
Capítulo 47
La enfermera cerró la puerta del cuarto de Sheila. Su madre estaba dentro, dormida. Sus pulmones emitían un silbido enfermizo debido a los esfuerzos para respirar.
– He tenido que aumentarle la dosis de morfina -dijo Tina, apartando a Darby de la puerta-. Está sufriendo mucho.
– ¿Ha visto las noticias?
La enfermera asintió.
– Intentó llamarte, pero no pudo contactar contigo.
– Se me ha roto el móvil. Llamé desde una cabina. Nadie contestó.
– La explosión ha afectado al suministro de luz y de la línea telefónica. O al menos eso han dicho en las noticias. Pero ella sabe que estás bien. Un amigo tuyo pasó a decírselo. No recuerdo su nombre. ¿Vas a salir otra vez? Puedo quedarme un rato más. No hay problema.
– Ya he terminado por hoy.
Darby cruzó los brazos y se apoyó en la pared. Temía alejarse del cuarto de su madre. Sentía que moverse de allí era como decirle adiós.
– No creo que pase nada esta noche -dijo Tina.
Darby necesitó un momento para reunir el valor suficiente y formular la pregunta.
– En tu opinión, ¿cuándo…?
Tina se humedeció los labios.
– Cualquier día a partir de ahora.
Después de que se marchara la enfermera, Darby escribió una nota para su madre en la que le decía que ya estaba en casa, y la dejó en la mesilla de noche junto a las gafas y las pastillas. Besó a su madre en la frente. Sheila no se inmutó.
Darby fue hacia la ducha. Bajo el chorro de agua caliente fue repasando las conversaciones mantenidas con Rachel, en el porche y en el hospital. Rachel había usado la palabra luchar varías veces. «Ya no puedo luchar contra él», había dicho Rachel. Y sobre Caroclass="underline" «¿Es una luchadora? ¿Es dura?».
Luchadora. Luchar. ¿Era ésa la clave? ¿Cómo sabía el Viajero que le plantarían cara?
¿Las escogía de refugios de mujeres maltratadas? No. Esas mujeres precisamente no presentaban batalla. Entonces, ¿qué? Algún lugar, tenían que confluir en algún lugar. «Dios, por favor, ayúdame a encontrar un denominador común.»
Cuando el agua se enfrió, Darby se secó, se puso unas mallas y una sudadera y bajó a la cocina. Revisó el teléfono. Funcionaba. Se puso una chaqueta y se llevó el inalámbrico y un paquete de cigarrillos al patio trasero. La lluvia había arreciado, resonaba contra el techo.
Se fumó dos cigarrillos antes de marcar el número de la madre de Rachel. Un hombre atendió su llamada.
– ¿Señor Swanson?
– No. Soy Gerry. -Hablaba casi en susurros.
Darby estaba segura de oír a alguien llorando al fondo.
– ¿Puedo hablar con Wendy Swanson? Llamo del Laboratorio Criminalístico de Boston.
– Un momento.
Una voz débil y temblorosa llegó a sus oídos.
– Soy Wendy.
– Me llamo Darby McCormick. Quería llamarla para darle el pésame…
– ¿Es usted quien encontró a mi hija bajo aquel porche?
– Sí.
– ¿Habló con Rachel?
– Sí, señora. La acompaño en el sentimiento.
– ¿Qué dijo Rachel? ¿Dónde había estado todo este tiempo? ¿Se lo contó?
Darby no quería mentirle, pero tampoco quería perturbarla aún más. Darby necesitaba que Wendy Swanson le respondiera a unas preguntas.
– Rachel no habló mucho. Estaba muy enferma.
– Oí la noticia y vi el reportaje por televisión y en ningún momento pensé que fuera Rachel. La mujer que encontró no se parecía en nada a mi hija. Ni siquiera la reconocí. Y soy su madre. -Wendy Swanson carraspeó varias veces-. La persona que se llevó a Rachel, ¿qué le hizo?
Darby no contestó.
– Dígamelo. Por favor, tengo que saberlo.
– No sé qué le pasó, señora Swanson. Sé que éste es un momento muy difícil para usted y no la molestaría si no fuera por una cuestión importante. Necesito hacerle algunas preguntas sobre su hija. Quizá le parezcan peculiares, pero le ruego que tenga paciencia.
– Pregunte lo que quiera.
– ¿Sabe si su pareja maltrató a Rachel en alguna ocasión?
– No.
– ¿Se lo habría dicho si hubiera sido así?
– Mi hija y yo estábamos muy unidas. Yo conocía los detalles del pasado de Chad, pero él nunca le puso la mano encima… ni siquiera le levantó la voz. Rachel no habría tolerado algo así. Sólo contaba cosas buenas de Chad. Creo que su ex mujer estaba un poco chiflada.
– ¿Fue Rachel atacada por alguien alguna vez?
– No.
– ¿Le comentó si se sentía acosada? ¿Si la seguían?
– No. Y si le hubiera sucedido algo así, me lo habría dicho. Rachel y Chad estaban muy unidos. Iban a casarse. Rachel era… tan lista, tan trabajadora… Ella misma se costeó los estudios. Consiguió un préstamo para matricularse en la Facultad de Derecho. Nunca pedía nada, nunca se metía en líos. Era una persona formal, con los pies en el suelo.
Wendy Swanson se vino abajo. Hablaba con la voz entrecortada por las lágrimas.
– La policía me dijo que cuando alguien desaparece y no lo encuentran en las primeras cuarenta y ocho horas, lo más probable es que haya muerto. Tras el primer año, empecé a aceptar el hecho de que Rachel no volvería, y de que tal vez nunca sabría qué le había pasado. Y entonces, esta mañana, recibo una llamada de un amigo que trabaja en el laboratorio diciéndome que Rachel había sido encontrada en Massachusetts. Viva. Viva. ¡Después de cinco años! Me arrodillé y di gracias a Dios. Y cuando intento averiguar en qué hospital está ingresada Rachel, me dicen que ha muerto. Rachel estuvo viva todos estos años, y cuando lo descubro me entero de que ha muerto, y ni siquiera… Ni siquiera he podido hablar con ella. No he podido coger a mi niña de la mano y decirle lo mucho que la quiero y lo mucho que siento haberme rendido. Ni siquiera he podido decirle adiós.