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Él elevó las comisuras de los labios en una mueca.

– Es por las bacterias, ¿no?

– Sí, entre otras cosas.

– ¿Y si yo me cago en las bacterias? ¿Si digo que quiero verla igual?

– Pues no sirve de nada. Tendrás que disculparme. Entiendo cómo te…

– No lo creo. -David se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta. Antes de salir se volvió-. Puede que esté equivocado, pero no creo que tengáis derecho a actuar así. Yo voy a… voy a hacer algo.

La mujer no respondió. Sólo se quedó mirando a David con una cara de lechuza compasiva que a él le puso furioso. La puerta retumbó amortiguada contra el tope cuando le dio un empellón y salió al aparcamiento.

ANEXO 1

– ¿No es Fingal Olsson el que está ahí sentado?

– ¿Fingal Olsson? Pero si ha muerto.

– Ya. Pero se está moviendo.

Hasse & Tage

RECORTES DE PRENSA

Aftonbladet, 14 de agosto de 2002.

LOSDESENTERRADOS INTENTARON ESCAPAR

Los militares abrieron anoche las tumbas del cementerio.

El anciano de 87 años murió hace seis semanas y su cuerpo se encuentra en avanzado estado de descomposición, pero vive y esta mañana temprano trató de escapar de los soldados que abrieron su tumba. Se vivieron escenas estremecedoras cuando el ejército acometió la tarea de controlar no menos de 200 tumbas en el cementerio de Skogskyrkogården, en Estocolmo.

«Esto es terrible, lo peor que he visto en mi vida», asegura un soldado.

Esta noche a la 1:30 se puso de manifiesto que los temores eran fundados: los enterrados viven. El periódico Aftonbladet estuvo en el lugar de los hechos cuando los soldados iniciaron sus trabajos en el citado cementerio. El octogenario fue el primero al que desenterraron. Estaba vivo, aunque ya habían pasado seis semanas desde su entierro. Su cuerpo se encontraba en un avanzado estado de descomposición. El hombre intentó escapar de allí, pero se lo impidieron. En el forcejeo se le desprendieron algunos trozos de carne. Con ayuda del sudario, al fin consiguieron obligarlo a tumbarse en el suelo. Fueron necesarias dos personas para sujetarlo.

Intentan escapar

«No nos queda más remedio, pero es sólo provisional», aseguró el coronel Johan Stenberg a propósito de la alambrada que los soldados estaban empezando a levantar en ese momento. La unidad de ingenieros instaló una valla para retener a los muertos. Mientras tanto fueron desenterrando los ataúdes, pero sin abrirlos.

«No es agradable, ¿pero qué demonios vamos a hacer?», dijo el coronel Stenberg, encogiéndose de hombros. A las 2:30 estuvo listo el cercado y el cementerio se llenó de personal militar. No se veían por ninguna parte los transportes sanitarios. Empezaron a abrir los ataúdes y se encontraron con un espectáculo aterrador.

Los muertos, tambaleándose y a tientas, intentaban salir de allí. Unos cuantos trataron de escapar de los militares, pero fueron detenidos rápidamente.

Presión psicológica

«Esto es el infierno en la tierra», declaró, apático, un recluta sentado junto al cercado. Detrás de él había quince muertos zarandeando la valla. «Nos miraban fijamente con las cuencas de los ojos vacías». El soldado se tiró de bruces al suelo y se tapó los oídos con las manos.

«Contábamos con ello» dijo Johan Stenberg. «Por eso hemos traído tanto personal. Es una pena lo de ese chaval. No ha soportado la presión psicológica».

Era evidente que el coronel no decía lo que pensaba.

La llegada de las ambulancias

Tuvieron tiempo de desenterrar a otros tres difuntos antes de que aparecieran las ambulancias. Se produjeron altercados en diversos sitios. El mando se vio obligado a intervenir para poner fin a varias peleas. A la hora de cerrar esta edición, la situación en el cementerio estaba muy cerca del caos. Es posible que se hayan fugado algunos redivivos. Se pide a la gente de las inmediaciones que mantenga las puertas cerradas. Hoy se abrirán el resto de las tumbas y luego el trabajo continuará en los otros dieciocho cementerios de la ciudad.

EDITORIAL,EXPRESSEN

Lo imposible ha sucedido esta noche: han vuelto a la vida 2.000 suecos declarados muertos o enterrados. Cómo es posible y qué va a pasar está por ver, pero desde este momento podemos hacernos una pregunta elementaclass="underline" después de esto, ¿podemos considerar la muerte como el final?

Probablemente, no.

Una de las definiciones del ser humano es que es un animal consciente de que va a morir. Quizá el único. Los acontecimientos de la pasada noche nos van a obligar a reformular las premisas de nuestra existencia.

La muerte es un sinónimo con el que nos referimos al cese de las reacciones y procesos físico-químicos que se producen dentro del organismo. Prescindiendo de las interpretaciones religiosas o paranormales, sólo nos queda una explicación: el mecanismo biológico que es nuestro cuerpo posee la capacidad de reiniciar el metabolismo. Aún no hay ningún resultado científico que lo pruebe, pero todo apunta en esa dirección.

Todos los síntomas clásicos de muerte han quedado obsoletos. Sencillamente, ya no existe la posibilidad de declarar muerto a nadie. Todos pueden revivir.

Durante la década de los ochenta surgió una moda llamada criogenia. Los ricos estipulaban en sus testamentos que sus cuerpos se conservaran congelados después de la muerte. Hay miles de personas conservadas de esta manera, sobre todo en EE UU.

No sería sorprendente que la tan ridiculizada criogenia experimentara un nuevo auge. Al menos tendremos que establecer algún procedimiento que nos permita conservar nuestros cuerpos muertos.

Cabe suponer que los científicos podrán determinar qué es lo que ha hecho que revivan los muertos. Cabe suponer también que podrán repetir los resultados. Los anticuerpos contra una enfermedad se pueden producir a partir de la sangre de un paciente que ha vencido esa enfermedad. Pues bien, esta noche hemos visto a miles de personas venciendo a la muerte. ¿Qué conclusiones podremos extraer?

Nuestro actual sistema de tratamiento del cadáver de un ser humano se basa principalmente en su destrucción. Bien sea de forma rápida mediante la incineración, bien lentamente mediante su descomposición bajo tierra.

En el futuro cada uno tendrá que poder decidir lo que va a suceder. Dentro de un mes, de un año o de diez quizá dispongamos de algún remedio contra la muerte.

¿Quién querrá entonces estar incinerado?

RADIO

MORGONEKOT [8], 6:00

fuentes del ejército nos informan en este momento de que quedan más de 150 sepulcros por abrir. Todos los cementerios de Estocolmo permanecerán cerrados al público durante el resto del día…

aún faltan 12 personas. En tres de los casos se trata de tumbas que han sido encontradas abiertas, y en las que el muerto ha desaparecido…

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[8] Los ecos de la mañana.