Выбрать главу

– Absolutamente no!-proclamó cuando se precipito en el salón. -¡Lo prohíbo!-

CAPÍTULO 8

Todos en el salón se dieron la vuelta y la miraron boquiabiertos, como si hubiera perdido la cabeza. Aunque la humedad estaba haciendo que el pelo de Portia se rizara alrededor de su rostro, y una nube de polvos faciales seguía envolviendo a tía Marietta. Vivienne se veía tan fresca como una mañana de primavera con su cabello recogido en un moño al estilo preferido del vizconde. Su esbelta figura estaba ataviada con un vestido de satén floreado de color verde sauce que complementaba perfectamente con los ojos grises de Caroline, cuando tenía la oportunidad de llevarlo.

Depositando la taza de té en su platito con excesivo cuidado, Kane se levantó para enfrentarse a ella. Elevándose sobre el caos desordenado del salón de su tía, parecía más imponente y dos veces más robusto. Si hubiera sido un vampiro, probablemente podría haberlos dejado sin sangre y seguiría teniendo un salón para el té y bollos.

– Espero que perdone mi imprudencia, señorita Cabot -dijo, con belicosa diversión pero con cautela en su mirada.-No tenía idea de que usted se opondría tan apasionadamente a la invitación que hice a su hermana a mi propiedad.

Ella parpadeó.

– ¿Su propiedad?

Él parpadeó.

– Por supuesto. ¿Qué es exactamente lo que pensaba que estaba proponiéndole? -su inocente comportamiento no la engañó. Él sabía exactamente lo que estaba pensando.

Sus rodillas estaban débiles de alivio, y se derrumbó en un sillón de orejas tapizado en un horrible brocado floral al que no se le veía el borde.

– Pensé que quizá usted estaba sugiriendo… una excursión con este espantoso clima. Vivienne siempre ha tenido una delicada constitución y temía por su salud.

Vivienne entrecerró los ojos.

– Tendrá que perdonar a mi hermana, Lord Trevelyan. Piensa que es mamá gallina y Portia y yo sus polluelos.

Siguiendo a Caroline, Kane se sentó y pidió una taza de té, el tamaño de sus manos empequeñecía a la fina porcelana china.

– Puedo asegurarle señorita Cabot que nunca pondría en riesgo la salud de su hermana -ella pudo imaginarse la inclinación burlona de su fija mirada.-Como usted habrá oído, se celebrará un baile de máscaras en el castillo Trevelyan la próxima semana y con todos los preparativos que se tienen que hacer, pensé que sería mejor retirarse al campo unos días antes. Vine a invitar a su hermana para que me acompañara -miró a tía Marietta esbozando una sonrisa afectada.-Con su tía sirviendo de chaperona, por supuesto.

Naturalmente él tenía un castillo. Un castillo donde Vivienne algún día sería la señora. Caroline sintió un profundo dolor en el pecho.

– ¿Y exactamente dónde está el castillo, milord? -preguntó ella.-¿Rumania?

Portia se ahogó con su té, ganándose una palmada de la tía Marietta en la espalda. Todos sabían que en el país europeo del este abundaban las historias de gitanos sobre vampiros, hombres lobos y otras criaturas de la noche. Incluso alardeaban de tener monstruos reales, incluyendo a Vlad Drácula el Empalador, el infame soberano cuyo reino de terror llegó a ser ambas cosas, leyenda y pesadilla.

Kane reconoció su burla con una sonrisa vacilante.

– En algún lugar más prosaico, me temo. El Castillo Trevelyan está localizado en Wiltshire al oeste de Salisbury.

Caroline se preguntó si su súbito deseo de huir de Londres tenía algo que ver con lo sucedido entre ellos la última noche. ¿Estaba buscando apartar a Vivienne de su influencia? ¿O a él mismo? Cualesquiera que fueran sus intenciones, no permitiría que él las llevara a cabo. Necesitaba más tiempo para asegurarse que él no era una amenaza para su hermana.

Caroline aceptó una rebosante taza de la doncella, asombrándose de la firmeza repentina de su mano.

– Es muy amable de su parte incluir a tía Marietta en su invitación, milord, pero no habrá necesidad de molestarla más de lo que ya lo hemos hecho. Estoy perfectamente capacitada para actuar como chaperona de mi hermana.

Fue el turno de tía Marieta de ahogarse con su té. Con una chispa de regocijo en su mirada, Portia le golpeó entre los omoplatos con más fuerza de la estrictamente necesaria.

Mientras todavía seguía crispada, los ojos del vizconde se entrecerraron ligeramente.

– Perdóneme señorita Cabot. Tenía la impresión de que usted y Portia regresarían a Edgeleaf en unos días.

Caroline tomó un pequeño sorbo de su té.

– Realmente no hay prisa, ¿verdad?. El primo Cecil difícilmente nos extrañará, y he oído que el aire de Wiltshire puede ser muy tonificante en esta época del año.

– No puedo imaginar que ha puesto esa idea estrafalaria en tu cabeza, niña -tía Marietta masculló, frotando ligeramente con un pañuelo una gotita de té que tenía en su vestido- ¡Hablando del ciego guiando a otro ciego!

– Me temo que su tía tiene razón. No debería recordarle que usted también es una joven soltera -la nota de sarcasmo en la voz de Kane de algún modo se burló de ambas.- Difícilmente se lanzaría usted sobre la sospechosa compasión de un soltero cansado como yo.

Dejando fuera sus objeciones, Caroline se rió.

– Puedo asegurarle que no tiene nada que temer en ese aspecto. Hace mucho que he pasado la edad en la que creía que cada hombre que conocía intentaría seducirme o cautivarme.

– ¡Caro! -exclamó Vivienne, ruborizándose desde la raíz de su rubio cabello.

– Si, me estaba preguntando cómo iba a comerse esas galletas ahora que usted está entrando en la vejez -dijo Kane secamente cuando Caroline tomó una galleta azucarada de la bandeja de té.

Ella tomó una fina galleta.

– Me niego a usar el título de “líder de los simios” sin reclamar cualquiera de sus ventajas. Como mujer que muy probablemente no estará bajo la protección de un esposo, debería ser capaz de moverme en sociedad, como tía Marietta lo hace -ella le lanzó una mirada por debajo de sus pestañas, incapaz de resistirse al fingido revoloteo.-También debo confesar que puedo contar con su buen carácter. De acuerdo a la carta de Vivienne, usted es un verdadero santo entre los hombres -un campeón designado para salvar a los gatitos callejeros perdidos.

– Y de una mujer tonta y joven que insiste en ir a dónde no es bienvenida.

En cuanto encontró su estimulante mirada con la suya, los dos podrían haber regresado al iluminado jardín en Vauxhall, justo un beso antes de caer en los brazos del otro. Aunque la graciosa sonrisa de Kane nunca titubeaba, el frío brillo de sus ojos, le advirtió que él no estaba acostumbrado a ver frustrada su voluntad. No se preocupada de eso.

Las protestas de tía Marietta fueron ahogadas por el sonido de los aplausos de Portia.

– ¡Oh, un baile de máscaras! ¡Qué emocionante! ¡Difícilmente puedo esperar para empezar a hacer el equipaje! Dígame milord, ¿su hermano nos alcanzará inmediatamente?

– Una vez que Julián se entere de que estaré acompañado por las hermosas jóvenes Cabot, estoy seguro que no seré capaz de superar su paso con mi bastón -agarrándolo, se levantó.-Ahora si me disculpan, señoras, creo que he abusado demasiado de su hospitalidad. Debo irme y hacer los arreglos para el viaje.

Mientras tía Marietta le hacía señas a la doncella para que le trajera el abrigo y el sombrero, Vivienne se levantó.

– Estoy complacida de que nos tomara en cuenta, milord. Ha sido un placer inesperado.

– El placer ha sido todo mío -murmuró él atrayendo la mano de Vivienne a sus labios.

Los mismos labios que habían sido tan afectuosamente cariñosos con los suyos. Los mismos labios que los habían avivado y engatusado hasta que los abrió al posesivo calor de su lengua. Los mismos labios que la habían reclamado como si ella siempre le hubiera pertenecido y seguiría siéndolo.

– Un inesperado placer efectivamente -dijo Caroline rígidamente, aunque su tono implicaba lo opuesto.-Tenía la impresión de que usted raramente se aventuraba a salir durante el día.