Выбрать главу

– No -dijo Adrian- Fui yo- Cuando la mirada fija asustada de Caroline le azotó por detrás, añadió- Ellos eran vampiros, querida. Todos ellos.

– Entonces los destruyó -dijo ella, repitiendo sus anteriores palabras- Y envió las cáscaras desalmadas de sus cuerpos al diablo.

– ¡Asi que allí! -Julian exclamó- No hay ninguna necesidad de ser tan despectiva sobre el destino del desalmado.

– Julian no se parece a los demás -le aseguró Adrian- Nunca ha bebido de otro ser humano.

– Sólo porque aquí mi hermano mayor ha gastado una pequeña fortuna en carnicerías durante los cinco años pasados.

Aunque ella hizo un valiente esfuerzo, Caroline no podía esconder completamente su mueca de repugnancia.

Julian dio un suspiro resignado.

– Cuando las mujeres son todo desvanecimientos sobre el romance con un vampiro, uno nunca se para a pensar en las pequeñas molestias como el aliento de sangre, ¿verdad?

– Cinco años -repitió Caroline, con sus ojos todavía aturdidos- Ese es mas o menos el tiempo que su madre estuvo en el extranjero y Julian vino para quedarse con usted en Oxford.

Adrian asintió con la cabeza.

– Le dije que él aceptó compañias desagradables de jóvenes. Lamentablemente, ellos estaban conducidos por un hombre que deseaba hacerme un grave daño.

– Duvalier -Caroline susurró antes de que cualquiera de ellos pudieran mencionar un nombre.

Los dos hombres intercambiaron un vistazo asustado antes de gruñir en armonía.

– Larkin.

– Pero pensaba que Duvalier era su amigo -dijo Caroline.

– También yo -dijo Adrian, sintiendo que su cara se oscurecía con viejas memorias, viejas excusas- No me di cuenta hasta que fue demasiado tarde, que él siempre estuvo en secreto celoso de mí.

– Sólo porque eras más fuerte, más elegante, más rico, con mejor aspecto, un boxeador más hábil, más respetado, y mucho más popular entre las damas -Julian frunció el ceño- ahora que miro hacia atrás, eras bastante insoportable.

Adrian le mandó un vistazo de represión.

– Victor logró esconder su amargura hacia mí hasta que yo por descuido robé el mayor de sus tesoros.

– No sería el corazón de Eloisa Markham por casualidad, ¿verdad? -Caroline preguntó suavemente, pero firmemente se soltó de sus brazos.

Aunque supiera que no era justo, Adrian sintió que su carácter comenzaba a exaltarse.

– ¿Hay algo que el buen policía no le dijo cuándo le susurraba dulces promesas en su oído?

Poniendo unos pies de distancia entre ellos, Caroline encontró su fija mirada desafiante con la suya propia.

– Él no me dijo lo que le pasó a Eloisa.

Adrian se dió vuelta alejandose de ella, descansando sus manos en el antiguo parapeto de piedra que separaba el puente. Una brisa llegó con el aroma del jazmín que florecía de noche y agitó su pelo.

– Después de que Eloisa rompiera su corazón, Victor cambió. Comenzó a beber en exceso y a frecuentar uno de los clubes más sórdidos de Whitechapel. Larkin y yo no teníamos ni idea de que eso era un juego del infierno en todo el sentido de la palabra.

– Una escala de vampiros -dijo Julian suavemente.

Adrian siguió.

– Ya que yo había tomado una cosa que él quería, decidió tener una cosa que creía que yo no podría tener nunca, inmortalidad. Se hizo uno de ellos. con mucho gusto rindió su alma a aquellos monstruos de modo que tuviera poder para destruirme y a todos los que amaba -Adrian se volvió hacia atrás para enfrentar a Caroline, rechazando huir de su propia culpabilidad con lo que seguia- Cuando ordené a Julian que parara de seguirme como un perrito, Victor esperaba. Tomó a Julian bajo su ala y lo trató como un igual. Hasta lo llevó al club de juego de azar. Cuando Julian vino y trató de decirme que había vampiros en Londres y Victor podía ser uno de ellos, agité su pelo y le acusé de tener una imaginación hiperactiva.

Podia notar en Caroline como casi imperceptiblemente se estremecia con sus palabras que habían golpeado un nervio crudo.

– Eloisa y Julian desaparecieron al día siguiente. Yo no sabía donde buscar, entonces fui al club, creyendo en mi candor que Victor podría ser capaz de ayudarme a encontrarlos. El club estaba abandonado. Él y sus compañeros habían huido ya. Pero Eloisa… -Adrian cerró sus ojos, todavía frecuentados por la vista de aquella garganta pálida, delgada que derramaba cintas gemelas de rojo, aquellos ojos azules hermosos congelados para siempre en una ausente mirada fija- Nunca imaginé que destruyera algo que había amado tanto -abrió sus ojos para encontrar la conmocionada mirada fija de Caroline -Yo fui a salvar demasiado tarde a Eloisa, pero encontré a Julian enroscado en la esquina, jadeando y agarrando su garganta. Cuando llegé, me gruñó como alguna clase de cosa salvaje. Victor había asesinado a Eloisa a sangre fría, pero había decidido que esto sería un castigo más apropiado si convertía a mi hermano en la misma cosa que sabía que yo despreciaría más.

– ¿Cómo? – preguntó Caroline, pareciendo tan desanimada como Adrian se había sentido en aquel momento.

Julian miró fijamente al distante horizonte, la luna reflejaba en el agua la pureza de su perfil en su luz luminosa.

– En aquel mismo momento cuando mi corazón dejó de martillear, él me estaba mordiendo otra vez. Él rompió mi alma directamente, a menudo pensaba que Eloisa era afortunada. Cuando murió, su alma fue puesta en libertad.

– ¿Por qué no encontró alguna vez su cuerpo la policía?

Adrian le envió una torpe mirada a Julian.

– Entonces no tenía ningún modo de saber si Eloisa iba a quedarse muerta o si iba a convertirse…en algo más. Asi que después de meter a Julian en el carro, volví al club y quemé las cortinas -sus ojos le escocian por el fantasma de hollín y lagrimas- Estuve de pie en el paseo y miré como se quemaba el maldito lugar, no dandome cuenta hasta que fue demasiado tarde que acababa de destruir todas las pruebas que culpaban a Duvalier y mi propia inocencia.

Caroline sacudió su cabeza inútilmente.

– ¿Por qué no confiastes en Larkin? era tu amigo más querido. ¿No te habría ayudado?

– Yo no podía arriesgarlo. Estaba aterrorizado de que si alguien más averiguara lo que le había pasado a Julian, ellos se lo llevarían lejos de mi…o lo destruiriran.

Dirigiéndose hacia atrás por el parapeto y cruzando sus brazos sobre su pecho, Julian lo contempló con afecto sardónico.

– Yo me habría destruido en aquellos primeros días si no hubiera sido por ti -Él cambió su mirada a Caroline- Tuvo que encerrarme bajo llave lejos y retenerme durante casi un mes. Luché contra él. Lo arañé. Traté de morderlo le habría arrancado su garganta si pudiera haberme evadido de mis cadenas. Pero el tonto obstinado rechazó abandonarme, me trajo el sustento que necesitaba para sobrevivir y paso horas encerrado,, con llave en aquel desván conmigo, gritando hasta que estaba ronco, recordándome quién era, quién había sido, hasta que pudiera encontrar algún delgado hilo de mi humanidad para asirme. Y me lo ha estado recordando cada día desde entonces sin fallar.

Adrian echó un vistazo hacia abajo para encontrar a Caroline mirandole fijamente, con sus ojos grises nublados con lagrimas.

– No me vea de esa forma -advirtió él- Puedo no ser el bandido que creía, pero puedo asegurarle que no soy ningún héroe.

– ¿Cómo puede decir eso cuando ha sacrificado tanto para salvar a su hermano?

– Cuando no lo he salvado -contestó él en tono grave- Todavía.

– Adrian no ha estado cazando sólo a vampiros durante los cinco años pasados -dijo Julian- ha estado estudiando su ciencia también. Fue quién descubrió que puede haber un modo de restaurar mi alma.

– ¿Cómo es posible?- preguntó Caroline.

Los ojos de Julian brillaron por el entusiasmo.

– Si destruyo al vampiro que me engendró y recupero lo que me robó, puedo vivir otra vez, tenemos que encontrar y capturara Duvalier, entonces yo tengo que drenarlo seco.