Выбрать главу

El 27 de marzo de 1937, Koltsov le dijo a Dolores Ibárruri que debía regresar a Moscú para informar sobre la situación política y militar en España, pero que confiaba en volver pronto. La necesidad de que Koltsov fuera requerido para acudir a Moscú a informar en persona resta aún mayor credibilidad a la idea de que mantuviera conversaciones telefónicas diarias con Stalin. Cruzó la frontera franco-española el 2 de abril y se quedó en Moscú hasta la tercera semana de mayo. 40De todas formas, que Koltsov era una figura importante lo demuestra el hecho de que la noche del 15 de abril fuera recibido por Stalin. Fue interrogado durante casi dos horas por el mismo dictador junto con Lazar Kaganóvich; el primer ministro soviético, Viacheslav Molótov; el mariscal Voroshílov; y Nikolái Yezhov, sucesor del despiadado Genrikh Grigorevich Yagoda al mando de la NKVD 41Ése era el estrecho círculo en el que se tomaban las decisiones más importantes en lo que respecta a política exterior. Con el frente vasco de la República a punto de caer, el panorama que le tocó describir a Koltsov no era precisamente alegre. Sin embargo, y para sorpresa del propio Koltsov, Stalin pareció darse por satisfecho con el relato y le dijo, en tono de aparente desaliento, que estaba consternado por el creciente número de traidores descubiertos en la URSS y que su único consuelo era la actuación de la misión soviética en España. 42

Esa misma noche, Koltsov le relató a su hermano el extravagante final del encuentro: Stalin se había puesto a hacer el payaso. «Se me plantó delante y, cruzando un brazo sobre el pecho, hizo una reverencia y me preguntó: "¿Cómo lo llaman a usted en España? ¿Miguel?" Le dije: "Miguel, camarada Stalin." "Muy bien, don Miguel. Nosotros, nobles españoles, le estamos muy agradecidos por su interesantísimo informe. Nos veremos pronto, camarada Koltsov. Buena suerte, don Miguel." "Estoy al servicio de la Unión Soviética, camarada Stalin." Cuando ya me dirigía hacia la puerta, me volvió a llamar y mantuvimos una extraña conversación: "¿Tiene usted un revólver, camarada Koltsov?" Desconcertado, repliqué: "Sí, camarada Stalin." "¿No estará usted pensando en suicidarse, verdad?" Más perplejo aún, respondí: "Claro que no. Jamás se me ha ocurrido tal posibilidad." Stalin se limitó a decir: "Estupendo. Estupendo. Gracias otra vez, camarada Koltsov. Nos veremos pronto, don Miguel."» Koltsov le preguntó entonces a su hermano: «¿Sabes qué leí con absoluta certeza en la mirada de Stalin? "¿Qué?" Leí: es demasiado listo.» Al día siguiente, uno de los presentes en el encuentro —probablemente Yezhov— le dijo: «No olvides, Mijaíl, que te apreciamos, te valoramos y confiamos en ti.» Koltsov, sin embargo, no podía dejar de pensar en la desconfianza de Stalin. 43

La tarde del 14 de mayo tuvo lugar otro encuentro, al que también acudió Molótov. 44El 23 de mayo, Koltsov estaba en Francia, de camino hacia España. Entre el 24 de mayo y el 11 de junio pasó dos peligrosas semanas tratando de entrar en el País Vasco e informando sobre la cada vez más desesperada situación en Bilbao. En una nueva muestra del valor y temeridad que lo caracterizaban, voló desde Francia hasta la capital vasca, donde entrevistó al presidente José Antonio Aguirre. 45

Poco después de su regreso a España, Koltsov fue testimonio de las sucesivas y dolorosas caídas no sólo del País Vasco, sino también de Santander y Asturias. Era consciente también de las catastróficas pérdidas que habían supuesto para la República las victorias pírricas de Brúñete y Belchite. A pesar de ello, mantuvo su optimismo y entusiasmo por la República, si bien lo que estaba sucediendo en España y lo que les estaba pasando a sus amigos en Moscú pesaba cada vez más en su mente. El 6 de noviembre de 1937 le ordenaron que volviera y supo de inmediato que la situación había empeorado. 46A su regreso a Rusia, mantuvo breves encuentros con Stalin los días 9 y 14 de noviembre. Es de suponer que no tuvieron mucho tiempo para analizar con detalle la situación en España, pues casi tres semanas después Koltsov escribió para solicitar una entrevista con Stalin durante la cual quería revisar una larga lista de cuestiones relativas a la España republicana. 47La ocupación inmediata de Koltsov consistió en editar sus crónicas de Pravdapara convertirlas en un libro. La primera parte de su diario de la guerra civil española se publicó en Novyi Mir,la muy difundida revista de la Unión de Escritores Soviéticos, entre abril y septiembre de 1938: los artículos, bajo el título genérico de Ispanskii dnevnik,alcanzaron un considerable éxito de crítica. 48

Atemorizado por la situación imperante, Koltsov trató de presentarse a sí mismo como un defensor de la ortodoxia estalinista. Sin embargo, y a pesar de sus crecientes temores, ciertos asuntos sacaban a relucir la valentía que Jo caracterizaba. Cuando Louis Fiseher, quien estaba rompiendo todos los vínculos con la Unión Soviética, visitó Moscú a finales de 1938, ninguno de sus amigos fue a visitarlo. Todos estaban demasiado asustados. Koltsov, sin embargo, asumió el riesgo de presentarse en casa del periodista norteamericano porque ansiaba con desesperación obtener noticias de España. Fiseher dijo lo siguiente: «Koltsov se mostraba muy emotivo en relación con España.» 49Según Boris Efimov, durante las últimas semanas antes de su arresto, Koltsov «trabajó con frenesí, con obsesión, casi sin respiro, como si quisiera huir de sus atormentados pensamientos».

A finales de septiembre de 1938, Koltsov viajó a Praga en calidad de corresponsal de Pravdapara informar sobre la situación checa inmediatamente después del tratado de Munich pero antes de la llegada de las tropas alemanas. Lo que Koltsov interpretaba como la pérdida de la última oportunidad de detener a Hitler, lo deprimió profundamente y fue un amargo revés a su fe antifascista. 50Koltsov temía que aquel fuera el fin del antifascismo y que Stalin buscara a partir de entonces algún tipo de acercamiento hacia Hitler. De hecho, Stalin jamás había compartido el antifascismo a ultranza de viejos bolcheviques como Bujarin o el mismo Koltsov. 51Es fácil, pues, entender la amargura de Koltsov. Su sensación de fracaso inminente contrastaba con su éxito y prestigio público, aparentemente al alza.