Aunque Koltsov siguió manteniendo contactos ocasionales con Stalin, cada vez era mayor la sensación de que algo no iba bien: esa sensación se incrementó cuando Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación republicana, acudió a Moscú a negociar con Stalin una partida de suministros bélicos y Koltsov no fue invitado a las reuniones de alto nivel. Ignacio y Koltsov eran amigos y habían colaborado en España. Por tanto, habría sido lógico que Koltsov, como experto en España y en aviación, hubiera estado presente en las negociaciones de la ayuda soviética. El 9 de diciembre, Hidalgo de Cisneros y Koltsov cenaron juntos. Koltsov se alegró mucho cuando Ignacio le contó que el encuentro con Stalin había sido un éxito y que el líder soviético había reaccionado positivamente a la petición española de ayuda. Pero el periodista ruso seguía preocupado por el desaire de Stalin. 52
Sin embargo, y a pesar de los temores de Koltsov, Stalin lo había invitado a su palco del Bolshoi unas cuantas semanas antes y lo había felicitado cordialmente por el diario de España. Fue en ese momento cuando el líder soviético invitó a Koltsov a dar una charla sobre la recién publicada Historia del Partido Bolchevique,que había dirigido el mismo Stalin. Koltsov había aceptado con entusiasmo, con la esperanza de que aquello significara un cambio para mejor. Desde luego, no faltaban los motivos para el optimismo, pues el periódico Pravdapublicó dos días antes de la charla la noticia de que Koltsov había sido nombrado miembro correspondiente de la Academia de las Ciencias, lo cual se consideraba un gran honor. A última hora del 12 de diciembre, un alegre y sonriente Koltsov protagonizó su última aparición pública. Tras dirigirse al entusiasta auditorio que abarrotaba la sede de la Unión de Escritores, regresó a su despacho en Pravdapara trabajar un rato. Poco después de su llegada, lo detuvieron varios agentes de la NKVD. Se registró su apartamento y los agentes se llevaron varios sacos llenos de «sustanciosos escritos» que más tarde fueron quemados. 53
Nunca se han aclarado los verdaderos motivos de la detención de Koltsov. Existen muchas posibilidades, la más verosímil de las cuales tiene que ver, en términos generales, con los servicios prestados en España. Koltsov, como otros muchos oficiales del ejército, pilotos, diplomáticos, policías y periodistas que habían servido en la guerra civil española, era un objeto de sospecha. De todos ellos se suponía que, en cierta manera, se habían contaminado con las ideas trotskistas durante su estancia en España o, peor aún, que habían contaminado a otros con su ideología trotskista. El desencadenante inmediato del arresto fue, casi con total seguridad, una denuncia escrita enviada por André Marty, político francés dirigente del Partido Comunista de ese país y encargado de la organización de las Brigadas Internacionales en España. Marty se saltó los procedimientos habituales de la Komintern y envió la denuncia directamente a Stalin. Las cualidades de Marty —un tipo mediocre, envidioso, servil y cruel— le garantizaban una posición privilegiada en la jerarquía del comunismo mundial. 54La paranoia antitrotskista de Marty y sus sospechas acerca de la creatividad y la vehemente energía de Koltsov eran muy similares a las del mismísimo Stalin. Marty era famoso por sus denuncias de presuntos «trotskistas» en España. Además de su prepotente forma de actuar con los brigadistas internacionales, Marty también envió directamente a Stalin demoledoras acusaciones sobre varios miembros del personal soviético. Hemingway describe, con bastante verosimilitud, una escena en la que Karkov (Koltsov) descubre un estúpido y prepotente error de Marty. Según el relato de Hemingway, Koltsov amenaza a Marty diciéndole: «Pienso averiguar hasta qué punto eres intocable» y Marty lo observa con «una mirada de rabia y aversión en un rostro por lo demás inexpresivo. En su mente sólo había espacio para una idea: que Karkov/Koltsov había hecho algo para perjudicarle. Pues muy bien, ya se podía ir preparando Koltsov, por mucho poder que tuviera». No existen pruebas de que este incidente tuviera realmente lugar, pero resulta interesante destacar que uno de los contactos más útiles de Hemingway era un intérprete de la plantilla de Marty, que le pasaba información acerca de los contactos del francés con los rusos. 55En su carta, Marty denunciaba la injerencia de Koltsov en cuestiones militares y sus contactos con el POUM. Aunque esas acusaciones eran absurdas, se recibieron con gran interés en Moscú. 56
Según el general Dimitri Volkogonov, quien cita una fuerte anónima pero «destacada» de la NKVD, antes de que Marty escribiera su carta alguien ya había denunciado verbalmente los supuestos contactos de Koltsov con los servicios de inteligencia extranjeros, si bien Stalin aún no se había decidido a tomar medidas. Al parecer, fue la entrega de un dossier de denuncias escritas, entre las cuales figuraba la carta de Marty, lo que impulsó al dictador a ordenar finalmente la detención de Koltsov. 57El destino de Koltsov debemos entenderlo en el contexto general del encarcelamiento o ejecución de muchos de los hombres destacados que habían actuado como asesores en España: el general Vladimir Efimovich Gorev, quien ofreció cruciales consejos durante la defensa de Madrid; Vladimir Antónov-Ovséyenko, cónsul en Barcelona; Marcel Rosenberg, embajador en Madrid; o el general Emilio Kléber (Manfred Stern), que estuvo brevemente al mando de las Brigadas Internacionales, por nombrar sólo unos pocos. Todos ellos habían participado en una ejemplar aventura revolucionaria en el marco de la lucha antifascista en España. Probablemente los motivos fueran distintos en cada caso aunque, en lo que respecta a las ejecuciones, Stalin no necesitaba muchos motivos: la experiencia de esos hombres en occidente le bastaba para considerarlos sospechosos. En el caso de Koltsov, sin embargo, existe un motivo más específico: su libro, que había alcanzado una inmensa popularidad, narraba la historia de un país en el que aún prosperaban el idealismo y el fervor revolucionario, lo cual contrastaba abiertamente con una Unión Soviética en la que Stalin estaba aplastando la revolución. 58La situación española había inspirado en los jóvenes soviéticos sueños que reflejaban la antítesis de la política de Stalin... y Koltsov se había convertido en el cronista de esos sueños. Tal y como dijo Louis Fischer: «La causa española despertó un gran entusiasmo en toda Rusia. Muchos comunistas y no comunistas deseaban que los acontecimientos de España insuflaran nueva vida a la llama agonizante de la revolución rusa. Stalin no. Había accedido a vender armas a la República española, pero no para hacer una revolución. Lo que pretendía a corto plazo era apagar la llama con sangre rusa.» 59Sin embargo, tanto Koltsov como otros muchos que fueron a España quizá confiaran en que la victoria en España provocara un cambio en Rusia.
La noticia de la detención de Koltsov corrió como la pólvora. En los círculos intelectuales, la idea de que un hombre como él, en teoría un leal héroe patriótico que difundía las ideas del partido, pudiera tener problemas con las autoridades provocó primero incredulidad y después, pánico. La principal acusación contra Koltsov era que él y Evgeni Gnedin, jefe de prensa del Comisariado para Asuntos Internos, eran los cabecillas de una conspiración antisoviética en la cual estaban implicados intelectuales y diplomáticos. Supuestamente, Koltsov había sido reclutado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Francia y Alemania. Su relación extramarital con Maria Osten, su amante alemana, se consideraba una prueba. También lo acusaron de ser agente de Trotski y de haber colaborado con el POUM en España. Koltsov fue torturado hasta que finalmente firmó declaraciones en las que admitía haber mantenido contactos con una larga lista de sospechosos, algunos de ellos ya ejecutados por entonces, otros bajo arresto y otros todavía en el ejercicio de altos cargos. También admitió haber sido amigo de Karl Radek; haberse acostado con la esposa de Yezhov, a la cual dijo haber «seducido»; haber sido reclutado por André Malraux para colaborar con el servicio francés de inteligencia; y haber trabajado en España con Aleksandr Orlov, célebre desertor de la NKVD. Esto último no deja de resultar irónico, ya que a Orlov lo habían enviado a España en 1936 como agregado militar: su única función era, al parecer, combatir el trotskismo, tarea que llevó a cabo con la más despiadada eficacia. Koltsov llegó incluso a confesar, por absurdo que parezca, haber mantenido contactos con el POUM. 60