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En 1 de febrero de 1940, durante un juicio de apenas veinte minutos, Koltsov se retractó de sus «confesiones» alegando para ello que se las habían arrancando con espantosos métodos de tortura. 61Lo declararon culpable y lo fusilaron esa misma noche o a primera hora del día siguiente. El cuerpo de Koltsov fue incinerado y abandonado en una fosa común de cadáveres no reclamados en el Monasterio de Donskoi, en Moscú. 62No se sabe si le devolvieron las gafas antes de que se enfrentara al pelotón de fusilamiento.

Paul Presión

NOTA DEL EDITOR (1963)

El Diario de la guerra de España, de Mijaíl Koltsov, es un documento escrito día a día por un testigo directo, por un actor apasionado, de quince meses de guerra civil española.

Mijaíl Koltsov fue un periodista excepcional. Nacido en 1898, a los veinte años se enrola en el Ejército Rojo. Desde 1920, colabora regularmente enPravda y funda, algo más tarde, el semanarioOgokek. Viaja por Asia, Hungría, Alemania y Yugoslavia, y deja magníficos reportajes de estos viajes. Al estallar la guerra civil, viene a España y en ella permanece desde el 8 de agosto de 1936 hasta el 6 de noviembre de 1937. Después del tratado de Munich, visita Checoslovaquia. Éste será el último viaje fuera de su país. Detenido por la policía soviética, muere en circunstancias desconocidas en 1942. Su memoria ha sido recientemente rehabilitada y sus obras completas publicadas.

El acceso a los textos impresos en vida del autor nos ha sido imposible. ElDiario de la guerra de España es la traducción directa del libro publicado en Moscú en 1957, que recoge también las crónicas publicadas enPravda por Koltsov entre julio y diciembre de 1937.

Testimonio inmediato, elDiario carece de la perspectiva histórica, de la «serenidad» que confiere la recreación metódica. De ahí vienen su espontaneidad, su frescura, la autenticidad del ambiente descrito.

Veraz en la narración, justo en la interpretación de los hechos, Mijaíl Koltsov no ha podido escapar a ciertos determinismos, a «modas» más o menos efímeras que se imponen fuertemente a su personalidad de militante. Cae, en contados momentos de su libro, en lugares comunes de la campaña de deformación de ciertos hechos que alcanzó una extraordinaria virulencia en la época en que Koltsov escribía sus crónicas de España. Nos referimos concretamente a los pasajes en que el autor alude al POUM.

Pero a pesar de ello, hemos preferido dar al lector una edición exenta de comentarios aclaratorios sobre puntos de historia. Las notas del traductor se limitan a extremos de carácter lingüístico o cultural relacionados con la vida rusa y están encaminadas a facilitar la comprensión de algunas palabras o giros de lenguaje.

El innegable valor histórico y literario del texto publicado hoy en la. colecciónEspaña contemporánea, justifica plenamente este punto de vista. ElDiario, tal como se halla presentado por la edición rusa de 1957, es inestimable, por su gran riqueza informativa, para el estudio de la guerra civil española; constituye, además, un documento revelador del clima espiritual que animó a gran número de hombres durante el sangriento conflicto español, clima que había de influir considerablemente en la vida política europea de la época, y cuyos ecos —amortiguados—perduran todavía en nuestros días.

En la selección de los documentos fotográficos que ilustran esta edición delDiario, ha prevalecido el criterio de tener en cuenta a un tiempo los hechos narrados y las reacciones emotivas del autor. Expresamos aquí nuestra gratitud a las personas que nos han comunicado generosamente gran parte de estas ilustraciones.

Ruedo Ibérico

DIARIO DE LA GUERRA DE ESPAÑA

LIBRO PRIMERO

3 de agosto de 1936

Los manifestantes avanzaban risueños, endomingados con sus ropas de verano, casi todos vestidos de blanco. Seis esbeltas muchachas, tostadas por el sol, han acudido con cortas túnicas de deporte —por lo visto, llegaban directamente del estadio—. Iban cogidas de la mano y gritaban, silabeando: «¡Fue-ra Fran-co! iFue-ra Fran-co!»

El mitin de la plaza Roja ha empezado a las cinco de la tarde. Mucho calor y apretujada muchedumbre. He llegado tarde y no me ha sido posible acercarme a la tribuna, pero se oían perfectamente los altavoces. El orador exhortaba a los pueblos de la Unión Soviética a prestar ayuda material a los combatientes de España. Antes ya de este llamamiento, desde hacía varios días, en muchas fábricas se venían haciendo colectas para España.

Al terminar, el orador ha dicho:

—Los trabajadores de la Unión Soviética, millones de obreros, unidos en sindicatos profesionales, forjadores de la sociedad socialista, manifiestan su fraternal solidaridad con el pueblo español, que defiende heroicamente las conquistas democráticas contra las enfurecidas bandas del fascismo.

La manifestación no había sido preparada, tan sólo hoy por la mañana se ha decidido llevarla a cabo. ¡Y cuántos carteles, inscripciones y enormes caricaturas de los facciosos españoles se han logrado hacer en pocas horas! Franco está representado con una larga barba blanca y uniforme de general ruso; a su lado lleva a unos curas-jesuitas y a un fascista italiano, cuyas fauces se abren y castañetean.

A los oyentes les alarma que aviones y cañones alemanes sean enviados a los facciosos. Obreros de una fábrica de chocolate que estaban a mi lado, se preguntaban: ¿no será esto el comienzo de la guerra mundial?

La obrera Bistrova ha dicho desde la tribuna: