– Ya me imaginaba que tarde o temprano iba a pasar eso – También dice Mae que le has dado tu teléfono al italiano Era cierto pero Mae se basaba en suposiciones, no en pruebas reales porque, entre otras cosas, no las tenía
– Está claro que puede decir lo que quiera sobre mí
– Sí, pero Mae lleva más tiempo que tú aquí, y Manolo la vá a creer a ella, ¿comprendes? Vas a tener problemas Manolo ya había demostrado que era un tipo violento y lo que más temo es que me vaya a hacer daño.
– También se rumorea que tienes sida
– ¡Eso sí que no!
Ya se están pasando conmigo. Seguro que Pedro, durante s, lloriqueos con Mae a propósito de su amor por mí no co dido, ha hablado del episodio del condón roto. Y ella ha adornado la historia a su antojo.
– ¿Quién ha dicho eso?
– Pues, ¿quién va a ser? Siempre la misma rubia loca. Pretende espantar a los clientes para que no vayan más contigo
Se me ocurren un montón de insultos apropiados para Mae o tengo que contener los nervios para no meterme en líos.
– Y a mí me tratarán de chivata, si cuentas lo que te acabo de decir. Por favor, ni una palabra – me ruega suplicante
– No te preocupes. ¡Gracias por decírmelo todo! Volvemos a la casa y Mae, que está vistiéndose para una salida con un señor que podría ser su padre, nos echa unas miradas cínicas desde el espejo. Yo finjo no saber nada. Luego aparece Manolo, seguido de Sofía, que viene a hacer su turno de noche
– ¿Puedo hablar contigo? -me pide Manolo, con un aire tan grave que parece que acaba de cometer un asesinato
– Sí, claro -le respondo, pensando ya en negar todo lo que me va a reprochar.
Veo la cara de satisfacción de Mae cuando observa que Manolo está echando humo, y ella se despide con ironía.
– Se va a armar una gorda -suelta antes de coger la puerta.
Manolo empieza a hablar.
– ¿Es cierto que te ves con Pedro fuera de aquí?
– No, no es cierto -no miento-. ¿Quién te ha dicho eso?
– El propio cliente.
Me quedo de piedra.
– Pues te ha mentido. Ha intentado quedar conmigo varias veces, pero nunca he querido.
– ¿Y con el italiano?
– He visto al italiano tres veces en total. Nada más. Además no vive aquí, y no veo cómo iba a quedar con él fuera -esta vez me sorprende lo bien que miento.
– Pues hay rumores que dicen que no es así.
– Eso lo habrá inventado Mae para perjudicarme, me imagino.
– ¿Y por qué quiere perjudicarte?
– ¿Yo qué sé? Porque está celosa, supongo.
– Pues que sepas que aquí no nos gusta que nos engañen. Tienes suerte, no tengo ninguna prueba de todo eso. Pero te voy a vigilar, y a la mínima, a la puta calle, ¿entendido?
Ya me está amenazando, levantando los brazos. Sofía me está mirando desde la puerta de la cocina, haciendo movimientos con las manos como para decirme que me calle porque si no las cosas se van a poner muy feas.
No siento haber infringido el reglamento de la casa, porque a Pedro nunca le he visto fuera, y a Giovanni no le he cobrado nada. Así que no tengo la sensación de haber cogido algo que no era mío.
Prefiero no responderle a Manolo, porque quiero seguir trabajando en la casa para el final del año, aunque, desde el episodio de Odesa y de la pequeña Yana, me está dando un poco de asco todo esto.
31 de diciembre de 1999
El cambio de siglo ha despertado la libido a todo el mundo. Quizá porque se ha dicho tanto al respecto, que si iba a ser el fin del mundo, que si iba a estallar una guerra, que si todos los ordenadores se iban a detener. La gente tiene miedo y quiere vivir las últimas horas de su vida desmadrándose.
Esta noche, hasta han venido mujeres con parejas para realizar un sueño que nunca se han atrevido a cumplir. Y yo he trabajado mucho, con Cindy.
Mi móvil ha estado apagado gran parte de la noche. Cuando lo vuelvo a encender, veo que tengo varios mensajes y me pongo a repasarlos.
Giovanni ha intentado localizarme varias veces y ha dejado mensajes en el contestador felicitándome por el Año Nuevo. Luego, me ha enviado un mensaje escrito que es la gran sorpresa de la noche:
«Hablar de amor es muy bonito pero también muy difícil. Y creo que te quiero.» En realidad, lo ha escrito en inglés: «I think I loveyou», porque no sabe escribir en castellano. No me esperaba un mensaje así.
El rescate
4 de enero de 2000
Le he contado todo a Giovanni. Los comentarios de Mae sobre mí, las sospechas y las amenazas de Manolo, mi situación personal y la sensación de que también me he enamorado de él.
– ¡Sal de allí inmediatamente! -me grita Giovanni al teléfono, preocupadísimo.
– ¿Y cómo lo hago? Además, aún me quedan cosas en la casa que tengo que ir a buscar.
– Olvídate de tus cosas y coge el primer avión. Quizá sepan dónde vives y vayan a darte una paliza. Te vienes a pasar una temporada a Italia. Cuando vuelvas, te cambiarás de piso. ¿Has entendido?
Creo que Giovanni está exagerando un poco. Pero le noto tan nervioso que acepto todo lo que me va diciendo.
23 de enero de 2000
Hoy he soñado con Mami. Ella estaba corriendo a través de un bosque denso, empujando a la vez un carrito de niño con ruedas oxidadas. Debía de ser otoño, muchas hojas multicolores yacían en el suelo. Mami se había recogido el pelo en un moño complicado pero perfecto, para estar más cómoda seguramente. Se habla camuflado con un largo abrigo negro con botones de arriba abajo, como los que llevan los militares. Sus gestos, pese a tropezar con el montón de hojas que le entorpecían los pies y obstaculizaban su paso, eran ligeros y armoniosos. Se paró de repente, sin aliento, y se puso a acariciar el rostro del bebé que estaba en el carrito.
Sus caricias me dan calor al corazón y su rostro dulce me reconforta. Siento que siempre ha estado, que nunca se ha separado de mí. Va enrollando sus dedos entre las mechas de mi cabello. La sensación de un amor infinito me invade y cuando vuelvo mi cabeza hacia su rostro, tiene los ojos cerrados pero esboza una sonrisa porque sabe que la estoy mirando. Sus labios parecen llevar un carmín rosado suave y no paran de moverse, intentando decirme algo.
– Descansa, mi niña.
Y para dar énfasis a sus palabras, Giovanni me aprieta más contra su cuerpo. Nos volvemos a dormir así, en la pequeña habitación de hotel donde me he instalado para una temporada.
Y ahora ¿Qué?
Hassan me ha vuelto a llamar. No ha desistido en su intento de hacerme ir a Marruecos para trabajar con él. Le he dicho que no. Ya no quiero saber nada, entre otras cosas, porque deseo volver a disfrutar del sabor amargo de farmacia que tiene la Coca-Cola.
No he vuelto a tener novedades de Felipe. Pero sé que su empresa ha cerrado. Se ve que la historia de los trozos de vida no ha funcionado. La gente es, desde luego, muy aburrida.
Desde la ruptura de su relación con el violinista, Sonia sigue soltera.
Angelika y yo continuamos en contacto. De hecho, hemos establecido una gran amistad. El tiempo que pasamos sin vernos no importa. Cada vez que nos volvemos a ver, es como si nos hubiésemos dejado ayer. En cuanto a Susana y Sofía, no he vuelto a oír hablar de ellas.
Sé que las chicas de la casa se han ido. Manolo se estaba haciendo insoportable y han decidido trasladarse a otro sitio. Que yo sepa, todas siguen ejerciendo la misma actividad.
Carolina ha cortado definitivamente el contacto conmigo y me temo que haya vuelto a caer en los brazos de Jaime, a quien, por cierto, he puesto una querella criminal que no ha dado sus frutos hasta ahora.