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El Ser: un "manifestándose"

En el centro de nuestra lámina, se aprecia en primer lugar la svástika, también llamada “martillo de Thor” y, a lo que parece, representación del primitivo instrumento que servía para obtener el fuego entre los Arios que adoraban la manifestación de Agni. Por encima y pode debajo; girando en torno de sus ejes respectivos, de los cuales el superior lleva el signo del Sol, y el inferior es signo de la materia o sea el cuadrado, figuran dos ruedas; la primera, esto es, aquella cuyo eje lleva el signo del Sol, tiene cinco radios, y la otra solamente cuatro, correspondiendo a los vértices del cuadrado ya mencionado.

En el centro de la rueda superior y coincidiendo con la representación que hacen del Sol los astrólogos y los alquimistas en su común simbolismo, se observa un punto negro igual é inverso del punto blanco que figura en el centro de la rueda inferior. Esto significa la indestructibilidad del Átomo Central que siendo el germen de la sustancia, reside sin embargo en la Energía, análogamente a como en el fondo de la materia al parecer más inerte, vive la Vibración.

Circulando alrededor de ambas ruedas, se desarrolla una especie de noria compuesta de veinte y cuatro cangilones, de los cuales doce corresponden a la derecha y los otros doce a la izquierda. En los unos ascienden cuatro variedades distintas de animales, en número de tres de cada variedad; terrestres, acuáticos, aéreos é ígneos respectivamente, siendo estos últimos, simbolizados por víboras cuyo veneno es el emblema del fuego. Del otro lado, los cangilones descienden dejando caer cabezas humanas, símbolo de la mente en involución: los Pitris que dotaron a la entidad humana del elemento mental, o, en otras tradiciones simbólicas: los ángeles caídos. La evolución de los elementos, el desarrollo de las cualidades de la naturaleza que luego

vemos manifestadas en los seres, asumiendo la forma de facultades superiores, depende de la involución de la conciencia y es una expresiva confirmación de la gran Ley del Sacrificio.

Los cuatro grupos de tres elementos, respectivamente ígneos, aéreos, acuosos y térreos, constituyen una clave importante para la interpretación oculta del Zodiaco, cuyos cuatro ternarios participan de la naturaleza de los clásicos “cuatro elementos” presentándose cada uno de ellos, bajo tres aspectos: maternal, paternal y filial.

Fuerza, Materia, Movimiento, y de qué modo resulta de este ternario la Eterna Circulación en su doble aspecto involutivo-evolutivo: esto es lo que muestra la figura que brevemente interpretamos.

De un lado, la Voluntad animando la evolución de los elementales: del otro la conciencia involucionante, y como realización central, el Fuego de la Vida: el Vórtice del Ser.

De esta suerte el SER, en nuestra Filosofía esotérica, es una combinación o mejor dicho un COMBINÁNDOSE de influjos; definición que conviene a todo dinamismo. Rogamos se medite bien sobre las razones que tenemos para

sustantivar el participio “combinándose” porque con él queremos denotar un estado dinámico producido por dos fuerzas (o por dos polos de una fuerza) que están pugnando por equilibrarse sin poder conseguirlo; caso este último en el cual el dinamismo cesaría, como cesa de generarse la corriente eléctrica. Si se

llega a establecer el equilibrio de los dos polos entre los cuales ella se extiende.

Lámina 4. Jeroglífico planetario

Nota: El simbolismo de esta lámina se analizará junto al de la figura 5.

Lámina 5. Estudio alegórico de los planetas en función

Nota importante: La revista “El Faro Oriental” advertía en su número 6 (junio de 1912) sobre los problemas de impresión de esta figura advirtiendo que “la lámina V resultó demasiado oscura en algunos detalles, desapareciendo así el signo de Júpiter que estaba sobre la cabeza de la serpiente y los de la Tierra y la Luna, que estaban en la parte más baja del interior del matraz”.