Los planetas como cualidades de la manifestación
Los planetas astrológicos, son dioses en el sentido pagano, esto es: fuerzas de la Naturaleza en cuanto a esencia e ingredientes de la composición del Macrocosmos en cuanto a sustancia.
Están difundidos donde quiera. Los astrólogos los relacionan con los siete cuerpos planetarios conocidos en la antigüedad; los teósofos con los siete principios que componen nuestro mundo y nuestra entidad o microcosmos; los alquimistas, con los metales: oro, plata, mercurio, cobre, hierro, estaño y plomo; y los quirománticos, los que se dedican a ese arte de las gitanas, que trae su origen de la India y proviene de las épocas más remotas, buscan en las protuberancias y líneas de las manos la marca o el rastro de las influencias planetarias.
En la misma teoría se fundó la antigua medicina. La herboterapia que es sin duda la forma más primitiva de la Terapéutica, en un tiempo se limitaba a escudriñar en las plantas algún carácter que permitiera descubrir de qué planeta dependían, para así atribuirles las propiedades correspondientes á las influencias planetarias respectivas.
La idea fundamental en todo esto, la de buscar una dependencia recíproca entre las innumerables manifestaciones de la vida universal, es grandiosa y fecunda, es la misma idea que hoy resucitada, orienta las más modernas tendencias de la ciencia.
El diseño de la página anterior es la clave interpretativa de las láminas IV y V. Con él es fácil descubrir en el pantaclo de la lámina IV los trazos de los siete signos planetarios unidos en un solo jeroglífico, el cual tiene por fondo, el aire, símbolo de Urano, y las aguas, símbolo de Neptuno, donde se ve que si estos planetas no han sido tomados en cuenta por los astrólogos antiguos es porque expresan las condiciones esenciales de Espacio y Sustancia, y no las condiciones determinantes, las cualidades y en cierto modo los ingredientes de la manifestación cósmica, como los demás planetas.
En la alegoría de que tratamos, la tierra está marcada con trazos negros para significar que ella es el cuerpo “físico” (la Sombra, la Maya) de todo el sistema. No está comprendida en el septenario, porque éste expresa siete condiciones o cualidades esenciales y la tierra no es una cualidad sino el centro de manifestación de las cualidades.
El Sol es su vida y su esencia. Por eso la alegoría lo sitúa superpuesto y compenetrado con ella.
Las siete cualidades esenciales son:
SOL – Vida
MERCURIO – Conciencia.
VENUS – Amor, cohesión, esencialidad interna de la sustancia primordial.
MARTE – Impulso ciego, movimiento.
JÚPITER – Actividad consciente, orden, autoridad.
SATURNO – Ley cíclica, periodicidad, retribución, fatalidad.
LUNA – Imaginación de las formas.
Saturno y Júpiter, su hijo, según la Mitología, tienen en común su rasgo principaclass="underline" el uno va comenzando donde el otro va acabando. La ley fatal -y la actividad consciente,
aún cuando parezcan dos cosas contrarias, son en realidad dos aspectos complementarios de una misma cosa.
El signo de Venus nos es presentado como opuesto al de la Tierra. Al contrario de
la T la + tiene un significado sexual y es el símbolo de la generación dígena. Esta
forma de generación es puramente terrestre; Venus está por encima de ella como un prototipo espiritual está por encima de su representación condicionada. En la lámina IV, los planetas (léase “cualidades cósmicas”) son como irradiados por el Sol. La lámina V viene a ser el complemento de la anterior. Ahora el Sol aparece reconstruido por los planetas -y es su síntesis, como los colores reunidos en las debidas proporciones, reproducen la luz.
Así, la vida se manifiesta en una circulación por el cuerpo de la naturaleza, desintegrándose en cualidades que evolucionan hacia su reintegración en la Vida-Una. En un matraz que simboliza la maternidad universal, se produce la síntesis solar. Los elementos activos, ígneos o paternales están figurados en una serpiente que lleva el signo de Saturno en el anillo que forma alrededor del cuello del matraz, el de Júpiter en el cráneo de la misma, y el de Marte en los poderes activos que brotan de sus ojos y de sus ponzoñosos dientes. Los elementos pasivos, acuosos o maternales, están figurados en el interior del matraz por las sustancias de diversas densidades que contiene.
El sistema entero está íntimamente unido y dotado de unas alas con las que surca el espacio. Es la evolución universal. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Para qué se produce esta evolución? Hacia dónde?… Son estas preguntas, otras tantas lecciones de modestia para el hombre; puesto que evidencian nuestra absoluta ignorancia en todo aquello que no sean relaciones de detalle.
Y para terminar, observaremos al lector que no pretendemos con esta breve explicación sobre una materia que exigiría muchos volúmenes hacer otra cosa que orientar la investigación y en manera alguna agotar ni siquiera desarrollar sucintamente el tema.
El simbolismo iniciático es una inagotable mina de preciosas enseñanzas; una parte de sus riquezas es a todos ofrecida, pero menester será un esfuerzo propio por parte de cada investigador para extraer de este mineral aurífero el oro filosófico de su verdad.