«Tú eres mi Elegida ahora, y lo serás para siempre. Mi amor por Rhiannon no disminuye el amor que siento por ti, Amada».
Al oír la voz de Epona en mi mente, me sobresalté, y me sentí culpable.
«Presta atención, Amada. Tu padre debe conocer las intenciones de Pryderi».
De repente, advertí cuál era el motivo por el que Epona me había hecho pasar por el túnel que separaba los dos mundos, y no era sólo para que yo le contara a mi padre que Myrna ya había nacido, o para que yo entendiera lo que le había ocurrido a Rhiannon.
– Papá, ¿vas a quedarte con el bebé de Rhiannon?
– Sí, sí -respondió él. Miró a la niña y le acarició la mejilla suavemente antes de continuar-. Fue la última petición de Rhiannon. Pero hay más, Shannon. Morrigan es igual que tú. Tengo que ayudarla, no puedo permitir que vaya a manos de unos extraños.
Me estaba pidiendo con la mirada que lo comprendiera, y extrañamente, yo lo entendí.
– También es exactamente igual que Myrna. Es muy extraño, pero supongo que tiene sentido, porque Rhiannon y yo éramos idénticas. Y Clint y ClanFintan eran el reflejo el uno del otro -dije, y de repente se me escapó un jadeo. ¡Aquella niña era la hija de Clint! Si yo hubiera decidido quedarme en Oklahoma y no volver a Partholon, Clint estaría vivo. Él y yo estaríamos juntos. Mi próximo hijo habría sido suyo… tuve que dejar de pensarlo, para no echarme a llorar.
Mi padre me miró sorprendido.
– Es hija de Clint, ¿verdad? Me alegro de saberlo. Me caía muy bien aquel joven.
– A mí también -respondí en voz baja-. ¿Te dijo el chamán algo sobre si habían encontrado el cadáver de Clint cerca del árbol?
– No. Y estoy seguro de que si allí hubiera habido un cadáver, el chamán me lo habría dicho -contestó mi padre. Después añadió con tristeza-: Así que Clint murió.
Aunque aquello no era una pregunta, yo asentí.
– Sacrificó su vida para que yo pudiera volver a Partholon.
– Sí. Era muy valiente. Le diré a Morrigan que su padre era un buen hombre.
Aquello me recordó algo.
– Papá, he venido porque Epona quiere que te avise. Ese dios oscuro que liberó a Rhiannon del árbol… su nombre es Pryderi. Es un mal tipo. Le llaman la Triple Cara de la Oscuridad, si es que alguien lo menciona. Hace mucho tiempo fue el consorte de Epona, pero él la traicionó porque ambicionaba su poder. La diosa lo expulsó, pero él quiere volver.
Después, seguí explicándole cosas que Epona me susurraba en la mente.
– Se alimenta de la adoración. Es como un vampiro. Literalmente, absorbe el bien de aquéllos que lo adoran. Se fortalece con las cenizas de sus almas. Y necesita una Suma Sacerdotisa como médium, para que sus intenciones perversas estén ocultas a los ojos de aquéllos que lo adoran. Quiere usar a la hija de la Elegida de Epona para conseguir el dominio de Partholon. Eso significa que Morrigan no estará a salvo ni siquiera en Oklahoma, porque nosotros sabemos que algunas veces, la gente puede viajar de Oklahoma a Partholon.
Me asombró que mi padre no se sorprendiera lo más mínimo. Asintió y respondió:
– Sí, es más o menos lo que me dijo el chamán. Por ese motivo, Rhiannon le pidió a Epona que la perdonara, para que su espíritu pudiera ser libre y proteger a su hija, e intentar mantenerla alejada del Lado Oscuro.
Pese a la gravedad de la situación, yo sonreí.
– ¿El Lado Oscuro, papá? ¿Como el de Darth Vader?
– Me parece una comparación acertada.
Yo me eché a reír. -Supongo que tienes razón.
– Así que tendremos que asegurarnos de que la Fuerza esté con Morrigan.
– En serio, papá, Pryderi va a venir por ella. Si la criáis, vosotros podéis correr peligro.
– Lo sabemos, Shannon. Ésta no es la primera vez que pasamos por algo así -dijo, y sonrió-. Con dioses oscuros o sin ellos, la paternidad es un trabajo muy difícil. Ya lo verás.
Yo fruncí el ceño.
– Estoy hablando de una deidad perversa, no de adolescentes. Ya sabes a qué me refiero.
– Sí -dijo, y suspiró-. ¿Qué quieres que haga, Bichito? ¿Dejarla bajo la tutela del estado? Me imagino que eso es entregársela directamente a Pryderi. No voy a hacer eso. Mamá Parker y yo ya lo hemos decidido. Vamos a criarla y haremos las cosas lo mejor que podamos con ella. Una vez funcionó -afirmó con una sonrisa-. Tú no te pasaste al Lado Oscuro. Y funcionará otra vez, ya lo verás. Esta niña es lo máximo que voy a tener de ti o de mi nieta. No me pedirás que me separe de ella, ¿no?
Yo pestañeé para que no se me cayeran las lágrimas.
– No, papá. No puedo pedirte eso. Sólo quiero que tengáis muchísimo cuidado.
– Lo tendremos. Te doy mi palabra. Además… se supone que el fantasma de Rhiannon está en alguna parte. Ella nos ayudará con los aspectos más terroríficos de la paternidad de Morrigan.
Miré a mi alrededor, casi con miedo.
– Papá, eso es muy raro.
Él se echó a reír.
– Sí, pero no es más raro que tener tu espíritu flotando por mi salón mientras tu cuerpo está en otro mundo, ¿no crees?
Me encogí de hombros.
– En eso tienes razón.
«Dile que tiene mis bendiciones, Amada. No debes permanecer más tiempo aquí. No es sano que tu espíritu esté separado de tu cuerpo durante tanto tiempo. Hay que volver».
– Papá -dije rápidamente-. Epona dice que tengo que irme enseguida, pero quiere que te diga que tienes sus bendiciones.
Mi padre inclinó respetuosamente la cabeza.
– Dile a Epona que se lo agradezco, y que me aseguraré de que Morrigan pase mucho tiempo en el campo, con los árboles, y que conozca el nombre de la diosa.
– Y de los caballos -añadí yo.
– Sí, sí, como tú. Le compraré una yegua.
– Sí, y estaría muy bien que fuera una yegua gris. La yegua de la Elegida de Epona es de color gris plateado.
– Muy bien, lo tendré en cuenta.
Yo noté que mi cuerpo espiritual comenzaba a temblar, y supe que iba a desaparecer pronto.
– ¡Te quiero, papá! Que no se te olvide nunca. ¡Y te echo de menos! Recuerda que hay una parte tuya que vive en Partholon.
– Yo también te quiero mucho, Bichito. Intenta volver a verme.
– Lo haré, papá. Dile a mamá Parker que la quiero.
– Se lo diré. ¡Y feliz cumpleaños, Shannon!
– Gracias, papá, y no olvides que debes tener cuidado…
El salón y mi padre fueron desapareciendo de mi vista mientras yo me elevaba por encima de la casa.
Después, antes de que pudiera recuperarme, el túnel de fuego volvió a succionarme.
– ¡Oh, mierda! -dije.
Me incorporé demasiado deprisa, e hice un gesto de dolor.
– ¿Rhea? ¿Qué te sucede?
ClanFintan se acercó rápidamente a la cama. Obviamente, ya había vuelto del Bosque Sagrado. Olía vagamente a tierra húmeda y a sudor.
Temblando, yo me aparté el pelo de la cara.
– El Sueño Mágico. Esta noche ha sido muy desconcertante. Epona me llevó a Oklahoma.
Le expliqué a mi marido todo lo que había averiguado sobre Rhiannon, el nacimiento de su hija y el hecho de que mi padre fuera a criarla, y le hablé también de los peligros que acechaban a la niña.
– ¿Y tu padre está preparado para enfrentarse a un dios oscuro por el alma de la niña? ¿Podrá detenerlo? El MacCallan no pudo evitar que Rhiannon fuera seducida por la oscuridad.
Yo me estremecí.
– No sé. Lo único que podemos hacer es esperar.
– Y rezarle a Epona para que nos brinde su ayuda -dijo él.
– En efecto.
Y, silenciosamente, añadí: «Por favor, Epona, ayuda a mi padre y a mi madre, y a la pequeña Morrigan».
Entonces, mi hija comenzó a moverse, y mi atención cambió de Oklahoma y la oscuridad a Partholon y a un nuevo comienzo.
SEGUNDA PARTE