Выбрать главу

– Te quiero -Una afirmación que ya no era una gran revelación.

– Lo sé.

– ¿Cuándo lo supiste? -Una cosa que ella aún no había descubierto. -Intenté negarlo con todas mis fuerzas, intenté esconderlo… llamarlo de otro modo -Se giró en sus brazos para mirar su rostro. -¿Qué fue lo que hice que te hizo sospechar por primera vez que sentía algo por ti?

– Lo supe… -Bajó su mirada para corresponder sus ojos. -La tarde que llegué aquí, cuando me di cuenta de que habías pulido mis esferas armilares.

Minerva arqueó las cejas, lo consideró, y persistió.

– Y ahora sé que tú sabías que me querías.

– Uhm… -El sonido era un ronroneo.

– Confiésalo… ¿cuándo te diste cuenta por primera vez?

Royce sonrió; sacó el brazo de detrás de su cabeza, cogió un mechón perdido de su cabello, y lo metió cariñosamente tras su oreja.

– Supe que sentía algo, más o menos, desde esa primera noche. Continuó haciéndose más fuerte, pero no me di cuenta, ni siquiera me imaginé, por razones obvias, que eso pudiera ser amor. Pensaba que era… al principio lujuria, después cariño, después un montón de emociones similares conectadas que no estaba acostumbrado a sentir. Aunque sabía lo que eran, y podía darles nombre, no sabía que era el amor lo que me había hecho sentirlas -La miró a los ojos. -Hasta hoy, no he sabido que te amaba… que, sin ninguna duda, daría mi vida por ti.

A pesar de su felicidad, Minerva frunció el ceño.

– A propósito, hablo en serio. Nunca, nunca, vuelvas a hacer eso… de poner tu vida después que la mía. ¿Cómo podría querer vivir yo, si tú murieras? -Entornó los ojos. -Aunque valoro el sentimiento, prométeme que nunca entregarás tu vida a cambio de la mía.

Royce mantuvo su mirada con firmeza, tan serio como ella.

– Si me prometes que no dejarás que te atrape un maniaco asesino.

Minerva pensó, y después asintió.

– Te prometo que lo intentaré.

– Entonces, yo también te prometo que lo intentaré.

Minerva miró sus oscuros ojos, y supo que eso nunca ocurriría.

– ¡Uhm!

Royce hizo una mueca, se inclinó le dio un beso en la nariz.

– Duérmete.

Aquella era una orden que él siempre parecía tener a punto. Como si escuchara sus pensamientos, Minerva suspiró, se acurrucó en el interior de su brazo, con la cabeza sobre su hombro y su mano sobre su corazón.

Royce sintió que se relajaba, sintió la consoladora calidez de su piel contra su cuerpo, casi acariciando al primitivo ser de su interior.

En la ahora tranquila quietud de su mente, pensó que era extraño que, semanas antes, se hubiera apresurado a volver a Wolverstone para enterrar a su padre y asumir el mando del ducado, y se acordó de que las incertidumbres, y la soledad, habían quedado atrás.

Desde entonces, gracias a Minerva, el Destino había posado sus manos sobre él. Ahora podía rendirse; por fin, estaba en paz.

Por fin podía amar, había encontrado el amor, y su amor lo había encontrado a él.

Esto no tendría que haber sido así.

Aquello era lo que había pensado, pero ahora sabía más.

Así era precisamente como tenía que ser.

Stephanie Laurens

Stephanie Laurens nació en Ceylan (actualmente Sri Lanka). Cuando tenía cinco años, su familia se trasladó a Melbourne, Australia. Allí Stephanie cursó sus estudios. Se graduó de Doctora en Bioquímica.

Junto con su marido recorrió distintos lugares: India, Pakistán, Afganistán, Irán y Turquía. Luego viajó a Europa hasta llegar a Londres. En Londres, ella y su esposo se dedicaron a la investigación científica. Vivieron en Inglaterra durante cuatro años y luego regresaron a Australia donde continuaron con dicha actividad, especializándose en el estudio del cáncer.

Desde que tenía trece años, Stephanie Laurens leía literatura romántica. En Inglaterra tuvo la oportunidad de conseguir novelas ambientadas en la Regencia, difíciles de encontrar en Estados Unidos y Australia.

Luego de su regreso a Australia, quiso adquirir un nuevo libro de romance de Regencia, pero no halló ninguno. Por tal motivo, decidió ella misma escribir uno. Durante las noches y los fines de semana iba redactándolo como una forma de entretenimiento. Ese manuscrito se transformó en "Tangled Reins", su primera novela romántica, que fue publicada por la editorial Mills & Boon. Se retiró de la vida científica para dedicarse a escribir novelas románticas con gran éxito.

***