En efecto era hermosa y experimenté una punzada de envidia pura. Por lo menos me triplicaba la edad, pero yo nunca me hubiera visto tan bien en una posición similar. De hecho, ni en sueños hubiera permitido que alguien me viese desnuda. Siempre usaba largas batas, como si tuviera algo que esconder. Al recordar mi propia timidez aparté la vista cortésmente, pero no sin haber echado un vistazo a algo que sólo puedo llamar energía pura: el área alrededor de su vagina parecía irradiar una fuerza que me mareaba al verla fijamente.
Cerré los ojos y no me importó lo que pensara de mí. La risa de Nélida fue como una cascada infinita de agua, suave y burbujeante.
– Estás perfectamente calmada ahora -indicó-. Mírame de nuevo y respira hondo varias veces para recargarte.
– Espere un momento, Nélida -dije, invadida por un repentino temor, pero no a mirarle la vagina sino a algo que acababa de descubrir. Mostrarme su desnudez había tenido un efecto inconcebible en mí: calmó mi angustia y me hizo desprenderme de toda mi pudibundez. En un instante, me volví extraordinariamente familiar con Nélida. Tartamudeando de manera lastimosa, le expuse lo que acababa de comprender.
– Eso es exactamente el efecto que debe tener la energía de la matriz -respondió Nélida alegremente-. Ahora en serio, tienes que mirarme y respirar hondo. Después, podrás analizar las cosas todo lo que quieras.
Obedecí y no sentí timidez alguna. Inhalar su energía me vigorizó de manera curiosa, como si entre nosotras se hubiese formado un vínculo que no requería palabras.
– Puedes lograr maravillas si controlas y haces circular la energía de la matriz -dijo Nélida, al volver a taparse las pantorrillas con la falda.
Explicó que la función primaria de la matriz es la reproducción, a fin de perpetuar nuestra especie. No obstante, la matriz también posee funciones secundarias sutiles y sofisticadas, hecho que desconocen las mujeres. Y esas eran, indicó, las que a ella y a mí nos interesaba desarrollar.
Me dio tanto gusto que Nélida me incluyera en su afirmación que de hecho sentí un cosquilleo en el vientre. Escuché con atención mientras ella explicaba que la función secundaria más importante de la matriz es servir de guía al doble. En tanto que los hombres dependen de una mezcla de raciocinio e intento para guiar a sus dobles, las mujeres tienen a su disposición la matriz, una fuente poderosa de energía dueña de abundantes y misteriosos atributos y funciones, diseñados todos para proteger y nutrir al doble.
– Todo esto sólo es posible, por supuesto, si te desembarazas de toda la energía estorbosa dejada por los hombres dentro de ti -indicó-. La recapitulación completa de tu actividad sexual se encargará de eso.
Recalcó que usar la matriz constituye un método extremadamente poderoso y directo de comunicación con el doble. Me recordó el pase brujo que había aprendido, en el que se respira directamente con la abertura de la vagina.
– Por medio de la matriz, los animales hembras perciben las cosas y regulan sus cuerpos -dijo-. Por medio de la matriz, las mujeres pueden generar y almacenar poder en sus dobles, para construir y destruir o para unirse a todo lo que las rodea.
Otra vez sentí un hormigueo en el vientre, una tenue vibración que se extendió a mis genitales y a la cara interior de mis muslos.
– Además de la energía de la matriz, otra forma de comunicación con el doble, también llamado el otro, es por medio del movimiento -continuó Nélida-. Esta es la razón por la que Clara te enseñó los pases brujos. Hay dos pases que debes usar hoy a fin de prepararte adecuadamente para lo que viene.
Se dirigió al closet, sacó un petate, lo desenrolló en el piso y me indicó que me acostara encima. Cuando quedé tendida boca arriba, me pidió que doblara las rodillas un poco, cruzara los brazos en el pecho y rodara una vez a la derecha y luego a la izquierda. Me hizo repetir este movimiento siete veces. Al rodar, debía encorvar la espina dorsal lentamente a la altura de los hombros.
A continuación me indicó que de nuevo me sentara en el piso con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en el sofá, mientras que ella se acomodó en el sillón. Inhaló por la nariz, despacio y con suavidad. Luego movió el brazo y la mano izquierdos en espiral hacia arriba, con gracia, como si estuviese taladrando el aire con la mano. Pareció meter la mano en un hoyo. La estiró, asió algo y luego retrajo el brazo, dándome la impresión de haber sacado una larga cuerda de un agujero en el aire. Realizó los mismos movimientos con el brazo y la mano derechos.
Mientras ella realizaba su pase brujo, reconocí que se trataba de un movimiento de igual naturaleza que los que Clara me había enseñado, pero al mismo tiempo distinto, más ligero y uniforme, con mayor carga de energía. Los pases brujos de Clara semejaban movimientos tomados de las artes marciales; desbordaban gracia y fuerza interior. Los pases de Nélida eran siniestros, amenazadores y al mismo tiempo placenteros para la vista; irradiaban una energía nerviosa, pero no eran agitados.
Al ejecutar su pase, el rostro de Nélida parecía una hermosa máscara. Sus rasgos eran simétricos, perfectos. Mientras observaba sus exquisitos movimientos, realizados con un desprendimiento y desapego absolutos, recordé lo dicho por Clara acerca de que Nélida no tenía piedad.
– Este pase sirve para reunir energía de la vastedad que se ubica justo detrás de todo lo que vemos -indicó-. Trata de hacer un agujero, penetra detrás de la fachada de las formas visibles y agarra la energía que nos sostiene. Hazlo ahora.
Traté de imitar sus movimientos rápidos y llenos de gracia, pero me sentía tiesa y torpe en comparación. No tuve la sensación de estar metiendo la mano por un agujero para agarrar la energía, por mucho que esforzara la imaginación. Sin embargo, al terminar el pase me sentí fuerte y rebosante de energía.
– En realidad no hace falta mucho para comunicarse con el cuerpo etéreo o para entrar en contacto con él -prosiguió Nélida-. Además de utilizar la matriz y el movimiento, el sonido es una forma poderosa de atraer su atención.
Explicó que al dirigir palabras en forma sistemática a nuestra fuente de conciencia -el doble- es posible recibir una manifestación de esa fuente.
– Siempre y cuando contemos con suficiente energía, por supuesto -agregó-. En tal caso, posiblemente hagan falta sólo unas cuantas palabras selectas o un sonido sostenido para abrir algo impensable delante de nosotros.
– ¿Cómo podemos exactamente dirigir esas palabras al doble? -pregunté.
Nélida abrió los brazos, barriendo el aire.
– El doble es casi infinito -indicó-. De la misma manera en que el cuerpo físico establece comunicación con otros cuerpos físicos, el doble establece comunicación con la fuerza universal de la vida.
Nélida se puso de pie bruscamente.
– Hemos hecho nuestros pases brujos y también hablado bastante -afirmó-. Ahora veamos si podemos actuar. Quiero que te coloques delante de la puerta que conduce al lado izquierdo de la casa. Quiero que permanezcas muy quieta, pero agudamente consciente de todo lo que pasa a tu alrededor.
La seguí por el pasillo, hasta la puerta que siempre estaba cerrada. Clara me había explicado que permanecía cerrada aunque todos los miembros de la familia estuviesen en la casa. Puesto que me había hecho prometer que nunca, bajo ninguna circunstancia, trataría de abrirla, por mucha curiosidad que tuviese, nunca le puse mucha atención a la puerta.
Al mirarla ahora, no observé nada extraño; sólo era una puerta común de madera, muy parecida a todas las demás que había en la casa. Nélida la abrió con cuidado. Detrás había un pasillo, igual al pasillo del lado derecho, que conducía al otro lado de la casa.
– Quiero que repitas una palabra -dijo Nélida, acercándose mucho a mi espalda-. Esa palabra es intento. Quiero que digas intento tres o cuatro veces o incluso más, pero sácalo de lo más profundo de ti misma.