Harding asintió.
– Para que conste en la grabación: Steven Harding asiente. ¿Sabía Tony Bridges que se acostaba usted con Marie Freemantle?
– ¿Qué tiene que ver Tony con esto?
– Conteste mi pregunta, Steve.
– Creo que no. Yo no se lo dije.
– ¿Vio Tony las fotografías de Marie?
– Sí. El lunes vino a mi barco y las fotografías estaban encima de la mesa.
– ¿Las había visto antes del lunes?
– No lo sé. Hace cuatro meses me destrozó el barco. -Se humedeció los labios-. Quizá las encontró.
Carpenter se apoyó en el respaldo, jugueteando con el bolígrafo.
– Y eso debió de enfurecerlo -comentó-. La chica es alumna suya, y a él también le gustaba, aunque no podía tocarla debido a su posición, cosa que usted sabía.
– Supongo.
– Tengo entendido que usted conoció a Marie Freemantle el 14 de febrero. ¿Fue mientras mantenía una relación con Kate Sumner?
– Yo no tenía ninguna relación con Kate. -Parpadeó, intentando, al igual que Tony la noche anterior, adivinar adónde querían llevarlo con aquellas preguntas-. Una vez fui a su casa y ella se me echó encima. No estuvo mal, pero nunca me han gustado las mujeres mayores que yo. Le dejé muy claro que no me interesaban las relaciones estables, y creí que ella me había entendido. No fue más que un polvo rápido en la cocina, nada del otro mundo.
– Así que Tony nos mintió cuando dijo que la relación duró tres o cuatro meses, ¿no?
– ¡Maldita sea! -El nerviosismo de Harding iba en aumento-. Mire, puede que yo le causara esa impresión. Kate y yo nos conocíamos, es verdad, y no nos enrollamos hasta pasado un tiempo, y es posible que… bueno, que Tony creyera que había algo más que lo que en realidad había. Tony es un poco mojigato, ¿sabe?
Carpenter lo miró fijamente; luego posó la mirada en una hoja que tenía en la mesa.
– Tres meses después de conocer a Marie, durante la semana del 24 al 31 de mayo, usted pasó una noche con Bibi Gould, la novia de Tony Bridges. ¿Correcto?
– ¡Pero bueno! -exclamó Harding-. Nos emborrachamos en el pub y yo la llevé al Crazy Daze para que durmiera la mona, porque Tony había dejado la casa cerrada. Ella se puso un poco pesada, y… bueno, la verdad es que no recuerdo muy bien lo que pasó. Yo estaba como una cuba y no le puedo asegurar que pasara nada digno de mención.
– ¿Lo sabe Tony?
Harding tardó un momento en responder.
– No lo sé. Pero ¿a qué viene tanto interés por Tony?
– Conteste mi pregunta. ¿Sabe Tony que se acostó usted con su novia?
– No lo sé. Últimamente está un poco mosqueado, y alguna vez me he preguntado si me vio llevarla a tierra a la mañana siguiente. -Con gesto de preocupación, se apartó el cabello de la frente-. Se suponía que iba a pasar toda la semana en la caravana de sus viejos, pero Bob Winterlow me dijo que lo había visto aquel día en casa de su abuelo, sacando su bote.
– ¿Recuerda qué día fue?
– Un lunes festivo. La peluquería donde trabaja Bibi no abre los días festivos; por eso pudo pasar la noche del domingo conmigo. -Esperó a que Carpenter dijera algo, pero como el comisario guardó silencio, se encogió de hombros y agregó-: No tuvo ninguna importancia, de verdad. Yo pensaba aclararlo con Tony si algún día él decía algo. Pero nunca dijo nada.
– ¿Suele decir algo Tony cuando usted se acuesta con sus novias?
– No lo tengo por costumbre, hombre. Lo que pasa es que… bueno, con Bibi me pasó lo mismo que con Kate. Intentas ser amable con una mujer, y antes de que te des cuenta ya se te ha echado encima.
Carpenter frunció el entrecejo.
– ¿Está insinuando que ellas le obligaron a tener relaciones sexuales?
– No, pero…
– Entonces ahórrese las excusas. -Carpenter volvió a consultar sus notas-. ¿De dónde sacó su agente la idea de que Bibi era novia suya?
Harding volvió a apartarse el cabello de la cara y, un poco abochornado, respondió:
– Porque le dije que Bibi era un poco calentona…
– ¿Qué quería decir con eso? ¿Que quedaría bien en las fotografías pornográficas?
– Sí.
– ¿Cree que su agente pudo comentárselo a Tony?
Harding negó con la cabeza.
– No. Si lo hubiera hecho, Tony me lo habría mencionado.
– Pero Tony no le hizo ningún comentario acerca de Kate Sumner, ¿no?
Al joven le sorprendió la pregunta.
– Tony no conocía a Kate.
– ¿Y usted, Steve? ¿La conocía mucho?
– Eso es lo curioso. Apenas nos conocíamos. De acuerdo, nos enrollamos una vez, pero… Bueno, eso no quiere decir que conozcas a fondo a una persona, ¿no? Después yo la evitaba, porque me resultaba incómodo hablar con ella. Entonces Kate empezó a tratarme como si yo la hubiera ofendido.
Carpenter sacó la anterior declaración de Harding.
– Usted afirmó que Kate estaba obsesionada con usted, Steve. «Me di cuenta de que estaba loca por mí -leyó-. Iba por el club náutico y esperaba a que yo llegara… La mayoría de las veces se limitaba a quedarse allí mirándome, pero a veces tropezaba conmigo deliberadamente y me frotaba el brazo con los pechos…» ¿Es eso cierto?
– Puede que exagerara un poco. Pero es verdad que me estuvo siguiendo durante una semana, hasta que comprendió que yo no me interesaba por ella. Y entonces… supongo que desistió. No volví a verla hasta que hizo aquello con el pañal.
Carpenter buscó la declaración de Tony y la sacó del montón de papeles.
– Esto declaró Tony: «Me dijo más de una vez que tenía problemas con una tal Kate Sumner que lo acosaba». ¿Exageró usted cuando se lo contó a Tony?
– Sí.
– ¿Se refirió a Kate llamándola «zorra»?
– Eso no es más que una forma de hablar.
– ¿Le dijo a Tony que Kate era una mujer fácil?
– Mire, sólo fue una farsa. Tony tenía un problema con el sexo. Todo el mundo se reía de él, no sólo yo… Y entonces apareció Bibi, y él… bueno, se puso como una moto.
Carpenter lo observó durante unos instantes.
– ¿Me está diciendo que se acostó con Bibi para fastidiar a Tony?
Harding se miró las manos.
– No lo hice por ninguna razón concreta. Ocurrió, sencillamente. Y fue fácil. El único motivo por el que sale con Tony es que yo le gusto. No se equivoque, comisario.
– ¿En qué sentido?
– No lo sé, pero yo diría que Tony no le cae demasiado simpático.
– Y con razón -dijo Carpenter sacando otra hoja-. Según tengo entendido, usted vio cómo Tony le daba a Bibi una droga llamada… -miró el papel, como si el nombre estuviera escrito allí- Rohipnol, para que ella no se quejara de su comportamiento en la cama. ¿Me equivoco?
– ¡Mierda! Ya veo que Marie ha estado yéndose de la lengua. -Se masajeó las sienes con unos suaves movimientos circulares, y Galbraith quedó fascinado por la elegancia de sus movimientos. Era un joven muy atractivo, y no le sorprendía que Kate lo hubiera encontrado más apetecible que a William.
– ¿Es cierto, Steve?
– Más o menos. Tony me dijo que una vez le dio uno porque ella no lo dejaba en paz, pero yo no le vi hacerlo; y que yo sepa, mentía como un cochino.
– ¿Cómo sabía Tony lo del Rohipnol?
– Eso lo sabe todo el mundo.
– ¿Se lo dijo usted?
Harding estiró el cuello para ver la hoja que el comisario sostenía, preguntándose cuánta información había en ella.
– Su abuelo no duerme bien desde que murió su esposa, y el médico le recetó Rohipnol. Tony me lo contó, y yo me reí y dije que si lograba hacerse con unos cuantos quizá solucionara sus problemas. Yo no tengo la culpa de que ese inútil decidiera utilizarlos.
– ¿Los ha utilizado usted alguna vez, Steve?
– ¿Yo? ¿Para qué iba a necesitarlo?
Carpenter esbozó una sonrisa y cambió de táctica.