«Las mujeres son imbéciles. Se dejan convencer por cualquiera con tal de que suene mínimamente sincero. Lo único que tuve que hacer fue decirle que lo sentía, y derramar un par de lágrimas. Como soy actor, no me resultó difícil. Ella volvió a sonreír y dijo que lo lamentaba, que no había querido ser cruel, y que por qué no olvidábamos todo lo ocurrido y hacíamos las paces. Yo le dije que muy bien, y que le iba a regalar una botella de champán del garaje de Tony para demostrarle que no le guardaba ningún rencor. Le dije que podía bebérsela con su marido, con tal que no le dijera que se la había regalado yo. De haber habido alguien en la calle, o si el viejo señor Bridges hubiera estado espiando detrás de las cortinas, no lo habría hecho. Pero todo fue coser y cantar. En cuanto cerré las puertas del garaje, comprendí que sería capaz de hacer lo que me propusiera…»
– No olvide lo poco que ella lo conocía, William. Según el propio Harding, su relación consistió en dos meses de coqueteo, el tiempo que Steve tardó en llevársela a la cama; un breve período de sexo poco satisfactorio por ambas partes que terminó cuando él la dejó en la estacada, por lo que ella se vengó manchándole las sábanas del barco con un pañal de Hannah; y después cuatro meses de ignorancia mutua. Para Kate, Harding había pasado a la historia. Ella no sabía que Tony le había estado ensuciando el coche a Harding con excrementos; ni que Harding había hablado con usted para que usted le ayudara a sacársela de encima; de modo que cuando aceptó una copa de champán en el garaje, estaba convencida de que aquello era una oferta sincera de paz.
«Si Kate no me hubiera dicho que William iba a estar fuera todo el fin de semana, yo no habría seguido adelante. Pero a veces es como si las cosas estuvieran escritas. En realidad fue culpa suya. Se puso a decir que en casa no le esperaba nadie, así que le ofrecí una copa. Sinceramente, creo que ella lo estaba deseando. Estaba encantada de estar a solas conmigo. Hannah no representaba ningún problema. Siempre le he caído bien. Creo que soy el único, además de su madre, que la puede coger en brazos sin que la niña se ponga a gritar…»
– La durmió con Rohipnol, una droga hipnótica; lo disolvió en champán. La llaman la droga de los violadores, porque es fácil dársela a una mujer sin que se dé cuenta. Es lo bastante fuerte para dejar a alguien inconsciente entre seis y diez horas, y en los casos de que hasta ahora se tiene noticia, las víctimas dicen haber tenido períodos intermitentes de conciencia en los que sabían lo que estaba pasando pero eran incapaces de reaccionar. Tengo entendido que existe la intención de catalogar el Rohipnol como medicamento controlado de grado tres, añadirle un tinte azul y hacer que sea más difícil de disolver, pero por el momento se puede abusar fácilmente de él.
«Tony guarda sus drogas en el garaje, o al menos lo hacía hasta que se enteró de que me habían detenido; luego fue y lo sacó todo de allí. El Rohipnol se lo había quitado a su abuelo porque el viejo se quedaba dormido durante el día. Una vez lo encontró en la cocina con el gas abierto porque se había quedado frito antes de acercar la cerilla al fogón. Tony iba a deshacerse del Rohipnol, pero yo le sugerí que podría serle útil con Bibi, y decidió guardarlo. Con Kate funcionó de maravilla. Se quedó dormida al instante. El único problema fue que le dejó probar el champán a Hannah, y cuando Hannah se durmió, cayó hacia atrás con los ojos abiertos. Pensé que estaba muerta…»
– Ha sido muy ambiguo respecto a lo que pensaba hacer con Kate. Dice que quería darle una lección, pero no se sabe si su intención era violarla y luego matarla.
«Yo no quería hacerle daño a Kate, sólo hacerla reflexionar un poco. Aquello de la caca me había puesto histérico. Sin embargo, tuve que replanteármelo todo cuando Hannah se desmayó. Fue espantoso. Matar a una criatura, aunque sea por accidente, es algo muy fuerte. Pensé dejarlas a ambas allí y largarme a Francia con Marie, pero me daba miedo que Tony las encontrara antes de que yo pudiera reunirme con Marie, y yo ya le había dicho que me iba a Poole a pasar el fin de semana. Supongo que lo que me dio la idea de llevármelas a las dos fue el hecho de que Kate pesara tan poco…»
– Las llevó al barco delante de las narices de todo el mundo -continuó Galbraith-. Llevó el Crazy Daze a uno de los pontones para visitantes que hay cerca del club náutico y subió a Kate a bordo en el saco de lona donde guarda su bote neumático. Al parecer son bastante grandes, y dice que no le resultó difícil meter a Kate dentro. A Hannah la subió dentro de la mochila, y la sillita la llevó debajo del brazo, como si tal cosa.
«Si estás convencido de lo que haces y no intentas disimular, nadie te pregunta nada. Supongo que tiene algo que ver con el carácter británico; nunca nos entrometemos a menos que sea inevitable. Pero a veces es inevitable. Casi parece que te obliguen a hacer cosas que no quieres hacer. Yo no paraba de pensar: preguntadme qué llevo en el saco, idiotas, preguntadme qué hago con una sillita de niño debajo del brazo. Pero nadie me dijo nada, claro…»
– Entonces se marchó a Poole -prosiguió el inspector-. Se acercaba el mediodía y Harding dice que aún no había decidido qué iba a hacer aparte de subir a Kate y Hannah al barco. Dice que estaba muy nervioso y no podía pensar con claridad. -Arqueó las cejas y añadió-: Más o menos lo mismo que ha dicho usted antes para describir su estado de ánimo. Y en principio, parece que optó por no hacer nada, y las dejó encerradas e inconscientes dentro de las bolsas.
«Creo que ya me había pasado por la cabeza arrojarlas por la borda, pero lo iba aplazando. Había salido hasta el Canal para tener un poco de espacio, y hacia las siete las subí a cubierta para acabar con aquello. Pero me sentí incapaz. Oí unos gemidos procedentes de la mochila, y comprendí que Hannah seguía con vida. Eso me alivió. Yo no quería matarlas…»
– Dice que Kate empezó a volver en sí hacia las siete y media, y que entonces la soltó y la dejó sentarse a su lado en la cabina. También dice que fue Kate la que quiso quitarse la ropa. Sin embargo, dado que también le faltaba la alianza, creemos que antes de arrojarla por la borda, Harding decidió desnudarla y despojarla de todo lo que pudiera ayudar a identificarla.
«Ella estaba asustada, y ya sé que seguramente lo hizo para estar a buenas conmigo, pero yo no le pedí que se desnudara ni la obligué a follar conmigo. Yo finalmente había decidido devolverlas a tierra. De lo contrario no habría cambiado de rumbo, y ella no habría aparecido en Egmont, Bight. Le di algo de comer porque tenía hambre. ¿Para qué habría hecho eso si hubiera pensado matarla?»
– Ya sé que esto le resultará muy duro, William, pero creemos que Harding pasó horas fantaseando sobre lo que iba a hacer con ella antes de matarla, y después de desnudarla siguió adelante y puso en práctica esas fantasías. Sin embargo, no sabemos hasta qué punto estaba Kate consciente ni si sabía lo que estaba ocurriendo. Una de las dificultades de la investigación es que no hemos encontrado en el Crazy Daze indicios recientes de la presencia de Kate y Hannah. Creemos que Harding tuvo a Kate dormida en la cubierta durante unas cinco horas, lo que explicaría los síntomas de hipotermia y la falta de pruebas de su presencia en el interior del barco. Todavía estamos buscando pruebas, pero me temo que el domingo, durante el viaje de regreso a Lymington, Harding tuvo horas para fregar la cubierta con cubos de agua salada.
«De acuerdo, reconozco que al principio estaba un poco ido. La situación se me escapó de las manos durante un rato (me entró pánico cuando creí que Hannah había muerto), pero cuando oscureció ya lo había solucionado todo. Le dije a Kate que si me prometía estarse callada la llevaría a Poole y las dejaría allí. Si no, diría que ella había subido a mi barco voluntariamente, y como Tony Bridges sabía que Kate estaba colada por mí, nadie la creería si me culpaba de algo, y menos aún William…»