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– Dice que prometió a Kate llevarla a Poole, y es posible que ella lo creyera, pero no creemos que Harding tuviera intención de cumplir su promesa. Es un buen navegante, y sin embargo tomó un rumbo que lo condujo hasta el oeste del cabo St Alban, cuando debería haber ido hacia el este. Él asegura que perdió la posición porque Kate lo distraía, pero es demasiada casualidad que la arrojara al mar donde lo hizo, teniendo en cuenta que tenía previsto ir andando hasta allí a la mañana siguiente.

«Debió confiar en mí. Le dije que no quería hacerle ningún daño. A Hannah no le hice ningún daño, ¿no?»

– Según Harding, Kate se abalanzó sobre él e intentó arrojarlo por la borda, pero resbaló y cayó al agua.

«La oía gritar y chapotear, así que intenté localizarla, pero estaba tan oscuro que no veía nada. Estuve un rato llamándola, pero enseguida dejé de oírla, y al final me rendí. Me parece que Kate no nadaba muy bien…»

– Afirma que hizo cuanto pudo para salvarla, pero cree que Kate se ahogó en cuestión de minutos. Se refiere a lo sucedido como un lamentable accidente.

«Pues claro que es casualidad que nos encontráramos delante de Chapman's Pool. Estaba completamente negro, maldita sea, y en el cabo St Alban no hay ningún faro. ¿Tiene usted idea de lo que es navegar de noche cuando no hay nada que te indique tu posición? Yo me había despistado, no había tenido en cuenta los cambios del viento ni la marea. Estaba convencido de que había ido demasiado hacia el oeste, y por eso corregí el rumbo y navegué hacia el este, pero hasta que divisé el faro de Ajnvil Point no me di cuenta de que estaba muy lejos de Poole. Mire, ¿no cree que si hubiera sido mi intención matar a Kate también habría matado a Hannah?»

Galbraith se quedó callado, y Sumner apartó por fin la vista del techo.

– ¿Es eso lo que dirá ante el tribunal? ¿Que la muerte de mi mujer fue un accidente?

– Es lo más probable.

– ¿Se saldrá con la suya?

– Si usted declara a favor de su esposa, no.

– Quizá Harding diga la verdad -repuso Sumner lánguidamente.

Galbraith esbozó una sonrisa. La amabilidad era cosa de idiotas.

– No vuelva a decir eso delante de mí, William, porque si lo hace le partiré la cara. No olvide que yo vi a su esposa. Yo lloré por ella antes de que usted se enterara siquiera de que había muerto.

Sumner pestañeó, alarmado.

Galbraith se enderezó y prosiguió:

– Ese desgraciado la drogó, la violó, seguramente varias veces, le rompió los dedos porque Kate intentó sacar a su hija de la mochila, y luego la estranguló. Pero Kate seguía viva, así que Harding la ató a un motor fueraborda que llevaba en el barco, y la dejó a la deriva en un bote neumático medio desinflado. -Se golpeó la palma con el puño-. No para darle una oportunidad, William, sino para asegurarse de que moriría lentamente y aterrada, pensando en lo que Harding le iba a hacer a Hannah y arrepintiéndose de haber querido vengarse de él.

«Cuando la saqué de la mochila, la niña no gritó ni una sola vez. No me tenía miedo. De hecho, creo que sentía lástima por mí porque se daba cuenta de que yo estaba preocupado. La envolví en una manta, la puse en el suelo de la cabina y ella se quedó dormida. Si se hubiera puesto a gritar en el puerto deportivo, yo me habría asustado, pero no lo hizo. Es una niña muy rara. Salta a la vista que no es muy inteligente, pero da la impresión de que sabe más de lo que parece.»

– No sé por qué no mató a Hannah. Lo único que sé es que parece temerle. Dice que la cambió, le dio de comer y de beber con lo que encontró en la bolsa que había colgada en la sillita, y que luego la bajó del barco en la mochila. La dejó dormida en el jardín de un bloque de pisos de la carretera de Bournemouth a Poole, a más de un kilómetro y medio de Lilliput, y parece más sorprendido que nadie por el hecho de que la pequeña regresara andando al puerto deportivo sin que nadie se preguntara por qué iba sola.

«En la bolsa de la sillita encontré un frasco de paracetamol, y le di un poco para asegurarme de que estuviera dormida cuando la sacara del barco. Aunque en realidad no hacía falta. Supongo que todavía estaba bajo los efectos del Rohipnol, porque me quedé sentado en la cabina, observándola, y ella no se despertó ni una vez. Es imposible que Hannah supiera dónde estaba el puerto deportivo de Salterns, así que ¿cómo demonios encontró el camino de regreso? Ya le decía yo que esa niña era rara. Pero usted no quería creerme…»

– Durante el viaje de regreso a Lymington tiró por la borda todo lo que pudiera relacionarlo con Kate y Hannah: el saco del bote neumático, la ropa de Kate, su anillo, la sillita, el pañal sucio de Hannah, la manta en que la había envuelto; pero olvidó las sandalias que Kate se había dejado en el barco en abril. -Galbraith sonrió-. Aunque lo raro es que Harding asegura que se acordó de ellas. Las sacó de un armario después de dejar a Hannah dormida en el suelo de la cabina y las metió en la bolsa de la sillita, y ahora dice que la única que pudo haberlas escondido bajo el montón de ropa es Hannah.

«Estaba preocupado por las huellas dactilares. No sabía si tenía que limpiar el Crazy Daze por dentro o no. Yo sabía que ustedes encontrarían las huellas que Kate y Hannah habían dejado en abril, y no sabía si sería mejor fingir que aquella visita no se había producido. Al final decidí dejarlo todo tal como había estado los tres últimos meses, porque no quería que se imaginaran que había hecho algo peor de lo que en realidad hice. Y tenía razón, ¿no? Ustedes no me habrían soltado el miércoles si hubieran encontrado algún indicio de que yo estaba decidido a hacer con Kate lo que dicen que le hice…»

A Sumner volvieron a llenársele los ojos de lágrimas, pero no dijo nada.

– ¿Por qué me ocultó que Kate había tenido una aventura con Harding? -preguntó Galbraith.

William tardó en responder, y cuando lo hizo levantó una temblorosa mano, en ademán suplicante, como un mendigo pidiendo limosna.

– Estaba avergonzado.

– ¿De Kate?

– No -susurró Sumner-. De mí mismo. No quería que se enterara nadie.

¿Que se enteraran de qué?, se preguntó Galbraith. ¿De que era incapaz de mantener a su esposa interesada por él? ¿De que se había equivocado al casarse con ella?

– Por si le interesa saberlo, Sandy Griffiths dice que Hannah se ha pasado todo el día dando vueltas por la casa, “buscándolo”. Le he dicho a Sandy que le dijera a la niña que yo iba a llevarlo a casa, y Hannah se puso a batir palmas. No me haga quedar mal, por favor.

Sumner se estremeció.

– Pensé que la niña estaría mejor sin mí.

– De eso nada. -Galbraith lo levantó de la butaca cogiéndolo por el brazo-. Usted es su padre. ¿Cómo iba a estar mejor sin usted?

Capítulo 27

Maggie estaba tumbada en el suelo, estirando la dolorida espalda, mientras Nick introducía meticulosamente una brocha de pintura en todos los resquicios que ella se había dejado.

– ¿Crees que Steve lo habría hecho si Tony Bridges no lo hubiera cabreado tanto ensuciándolo todo de mierda?

– No lo sé -respondió Nick-. El comisario está convencido de que es un psicópata; dice que sólo era cuestión de tiempo que su obsesión sexual desembocara en una violación, así que es posible que lo hubiera hecho de todos modos, sin la intervención de Tony Bridges. Kate estaba en el lugar menos adecuado en el momento menos adecuado. -Hizo una pausa y recordó la pequeña mano de Kate Sumner sacudida por las olas-. Pobre chica.

– Sin embargo… ¿va a quedar Tony impune? No me parece justo, teniendo en cuenta que él probablemente sabía que Steve había matado a Kate.