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Rosie Dunne sale de la estación y se va. Por fin.

Querida Rosie:

En nombre de todo el personal de la Escuela Primaria San Patricio te felicito por el resultado de tus exámenes. Eres capaz de conseguir lo que te propones y puedes sentirte orgullosa.

Fiel a mi promesa, tengo el gusto de informarte de que vamos a prescindir de tus servicios, por lo que tu contrato con nosotros no será objeto de renovación el próximo mes de agosto.

Lamentamos que te vayas, pero tienes que hacerlo. He retrasado mi jubilación un año más de lo previsto, pero ha merecido la pena quedarse para ver cómo triunfabas. Rosie Dunne, has sido el proyecto más largo de mi vida, mi alumna de más edad y más duradera, y aunque quizá tuviéramos un principio un tanto incierto y una segunda etapa más incierta aún, me alegra muchísimo ver que al final has conseguido lo que querías.

Tu trabajo duro y tu dedicación nos sirven de modelo a todos y te deseo lo mejor para el futuro. Espero que te mantengas en contacto conmigo y me encantaría que asistieras a mi fiesta de jubilación, para la que recibirás una invitación dentro de poco. También te mandaré una para que se la hagas llegar a Alex Stewart.

Después de tantos años de separación sería estupendo veros de nuevo juntos en la misma sala. Ojalá pueda venir.

Enhorabuena de nuevo.

Hasta pronto.

Julie (Narizotas Malaliento) Casey

Katie:

¡Mi niña se va a vivir fuera! Estoy muy orgullosa de ti. Hay que ser muy valiente para hacer esto. Asegúrate de que tu padre no se olvida de alimentarte y vestirte. Te añoraré mucho. ¡Me encantaba vivir contigo y espero ser bienvenida en mis numerosas visitas!

Si me necesitas, no tienes más que llamar e iré volando.

Te quiero mucho,

Mamá

Querido Brian:

Ahora tienes una responsabilidad enorme. Por favor, cuida de Katie y no permitas que haga ninguna estupidez. Ya sabes cómo son los muchachos de dieciocho años, tú fuiste uno de ellos una vez. Mantenla apartada de esos jóvenes en la medida de lo posible. Ha ido a Ibiza a aprender un oficio, no a correrse juergas y tener bebés.

Cuéntame absolutamente todo lo que pase. Hasta las cosas que le dé miedo contarme. Una madre tiene que estar informada. Por favor, escúchala y apóyala en todo. Si notas que algo va mal y que no te lo va a confiar, házmelo saber para que yo lo averigüe sutilmente.

Y, por último, pero no por ello menos importante, gracias por hacer realidad el sueño de mi niña, de nuestra niña.

Con los mejores deseos,

Rosie

Apreciada Rosie Dunne:

La felicitamos por haber conseguido su diploma en Gestión Hotelera.

Nos complace comunicarle que el contrato en régimen de prácticas en la industria hotelera comienza el próximo mes de agosto. El empleo de cada graduado ha sido seleccionado al azar por un ordenador sin discriminación ni prejuicio de ninguna clase. Una vez asignada la colocación, el graduado no puede cambiarla.

Su contrato de doce meses es para el puesto de directora adjunta en el Grand Tower Hotel de Dublín. Tiene que comenzar a trabajar el lunes 1 de agosto a las nueve de la mañana. Para más información relacionada con su colocación, por favor, póngase en contacto con Cronin Ui Cheallaigh, director y propietario del Grand Tower Hotel. Adjuntamos hoja con la dirección, el número de teléfono y el plano de situación.

Le deseamos suerte en esta nueva andadura y esperamos que le depare éxitos en el futuro.

Atentamente,

Keith Richards

Director del curso de Gestión Hotelera, clases para adultos de la Escuela Primaria San Patricio

Alex: Qué impresionante, Rosie. ¿El Grand Tower Hotel? Resulta increíble.

Rosie: ¡Y que lo digas! ¡Es justo lo que pensé! Aunque no me suena ese hotel. ¿Y a ti?

Alex: Ay, se lo preguntas a la persona equivocada, Rosie. Cada vez que vuelvo a Dublín ha aparecido un nuevo edificio, una torre de oficinas o un bloque de apartamentos donde antes no había nada. Ya no sé dónde están las cosas. Tendrías que ir a echar un vistazo.

Rosie: Sí, tal vez lo haga. Después de colgar, la otra noche me quedé pensando y, ¿sabes que estás perdiendo el acento?

Alex: Rosie, llevo veinte años aquí. He pasado más tiempo aquí que en Irlanda. Mis hijos son americanos; tendría que ponerme al día con la jerga. Es normal que pierda el acento.

Rosie: Bueno, no es tanto que estés perdiendo un acento como que estás ganando otro. Pero veinte años… ¿Cómo es posible?

Alex: Ya ves, el tiempo vuela cuando lo pasas bien.

Rosie: Si piensas que los últimos veinte años han sido divertidos, prefiero no saber lo rápido que pasa el tiempo cuando disfrutas de verdad.

Alex: Tampoco te ha ido tan mal, ¿no, Rosie?

Rosie: Define mal.

Alex: Venga, va…

Rosie: No, no me ha ido muy mal, pero no me quejaría si me fuera mucho mejor.

Alex: Bueno, nadie lo haría… Estarás entusiasmada con el trabajo.

Rosie: Lo cierto es que sí. ¡Me siento como un crío en Nochebuena! Hacía mucho, mucho tiempo que no estaba tan ilusionada. Ya sé que es un trabajo temporal y que sólo estaré en prácticas, pero he estado esperando esta oportunidad durante mucho tiempo.

Alex: La has estado esperando durante demasiado tiempo, diría yo. Nadie sabe tan bien como yo cuánto lo has deseado. Me sacabas de quicio cuando me hacías jugar a hoteles.

Rosie: Ja, ja, lo recuerdo. ¡Yo era siempre la jefa y a ti te tocaba ser el cliente!

Alex: Odiaba ser el cliente porque no me dejabas en paz. No parabas de ahuecarme los cojines y de apoyarme los pies en taburetes «para mayor comodidad del huésped».

Rosie: ¡Dios mío, ya no me acordaba de todo esto! Intentaba parecerme al tipo de aquella serie, Isla Fantasía, que atendía a sus huéspedes con tanto ahínco que recurría a la magia para hacer realidad sus sueños.

Alex: Yo no diría que obligarme a meterme en cama a las dos de la tarde y arroparme apretando tanto las mantas que apenas podía respirar fuese un servicio de ensueño, precisamente. No sé qué clase de directora intentabas ser entonces, pero si haces lo mismo con tus clientes reales no me extrañaría que algunos consiguieran órdenes de alejamiento contra ti.

Rosie: Bueno, al menos era mejor que jugar a hospitales. Ese juego en que me hacías tropezar en suelos de cemento para luego atenderme. Mis padres solían preguntarse cómo me hacía tantos cortes y magulladuras.

Alex: Sí, era divertido, ¿verdad?

Rosie: Tienes una idea un tanto distorsionada de lo que es divertido. Como los últimos veinte años, por ejemplo.

Alex: Obviamente no todo ha sido divertido ni para ti ni para mí.

Rosie: No…

Alex: Hoteles y hospitales. Suena a película porno de segunda.

Rosie: ¡Qué más quisieras!

Alex: Y que lo digas. Tengo un hijo de tres años que se ha aficionado a dormir entre Beth y yo.

Rosie: Ya, pues yo podría meterme a monja y creo que no notaría la menor diferencia.

Alex: ¡Pero qué dices!

Rosie: Es verdad, Alex, puedes creerme. Después de los hombres con quienes he estado, el celibato sería como un regalo.

Alex: No me refería al celibato; sería el voto de silencio lo que acabaría contigo.

Rosie: Muy gracioso. Aunque de todos modos, Alex, hay ciertos silencios que te hacen sentir en las nubes. Y dicho esto, te dejo.

ROSIE se ha desconectado.

Alex: Sé a qué silencios te refieres.

Capítulo 46

Hola, mamá:

Sólo una nota breve para desearte suerte (aunque no la necesitas) para mañana, tu primer día de trabajo. ¡Seguro que los dejas anonadados!

¡A por todas!

Besos,

Katie

Tiene un mensaje instantáneo de: RUBY

Ruby: Bueno, doña directora adjunta, cuéntamelo todo. ¿Cómo va el trabajo?

Rosie: Muy leeeeento.

Ruby: ¿Puedo preguntar por qué?

Rosie: ¿Estás preparada para oír una perorata? Porque si no lo estás, te doy la oportunidad de evitar esta conversación, aún estás a tiempo.

Ruby: Lo creas o no vengo preparada para esta conversación. Dispara.

Rosie: Vale. Llegué a la calle donde está situado el hotel con bastante antelación y me puse a recorrerla durante tres cuartos de hora en busca del despampanante Grand Tower Hotel. Pregunté en tiendas y tenderetes, pero nadie tenía ni idea de dónde estaba este hotel.

Cuando llamé al director del curso casi llorando y presa del pánico por llegar tarde mi primer día de trabajo, me las arreglé para acusarlo de haberme dado mal la dirección. Me repitió la misma dirección varias veces, ante lo cual tuve que decirle que era imposible que fuese correcta porque el edificio que se correspondía con esas señas parecía abandonado y casi en ruinas.

Finalmente dijo que llamaría al director del hotel para reconfirmar las señas, de manera que me senté en la mugrienta escalera de la puerta principal del edificio en ruinas (ensuciándome el trasero de mi traje nuevo) y procuré no llorar por lo tarde que era y la mala impresión que iba a causar. De repente la puerta del edificio que tenía detrás se abrió con un ruido muy fuerte, como si las bisagras se tiraran un pedo, y una cosa me miró. La cosa habló con un acento dublinés muy marcado, se presentó como Cronin Ui Cheallaigh, propietario del edificio, e insistió en que lo llamara Beanie.