Ya sé que ella no es yo, que es una persona independiente y que piensa por su cuenta, pero no he podido evitar verme a mí misma saliendo por la puerta de casa, cogida del brazo de un hombre en esmoquin, excitada con la noche, excitada con el futuro. Excitada, excitada, excitada. Yo era tan puñeteramente joven… Por supuesto, entonces no me lo parecía. Tenía un millón de planes. Sabía lo que iba a hacer. Tenía resueltos los años siguientes de mi vida.
Pero lo que no sabía era que en cuestión de horas todos esos planes iban a cambiar por completo. Doña Sabelotodo no sabía tanto como creía.
Sólo espero que esta noche Katie vuelva a casa a la hora debida.
Alex: Es una chica sensata, Rosie, y si la has educado como creo que lo has hecho, no tienes nada de que preocuparte.
Rosie: No me engaño a mí misma. Hace más de tres años que tiene novio y dudo mucho que durante todo este tiempo se hayan limitado a darse la mano. Pero al menos esta noche, la noche que cambió mi vida, me gustaría que regresara temprano.
Alex: Muy bien, pues. Creo que me toca distraerte hasta que llegue a casa, ¿no?
Rosie: Si no te importa.
Alex: ¿Ya está preparada nuestra habitación para cuando vayamos a Dublín? ¡Confío en que la directora haya podido reservarnos la mejor!
Rosie: No olvides que en realidad sólo soy la directora adjunta, y el hotel no es precisamente…
Alex: ¿No es precisamente qué?
Rosie: Tan elegante como esos en los que estás acostumbrado a alojarte cuando viajas.
Alex: Éste será extraespecial porque lo lleva mi mejor amiga.
Rosie: Preferiría que no se me responsabilizara de la manera en que se dirige este hotel,…
Alex: Anda, no seas tonta. Nunca reconoces el mérito que tiene lo que haces.
Rosie: No, Alex, en serio. Prefiero no asumir ninguna responsabilidad sobre este hotel. Sólo estaré aquí unos meses. No he tenido ocasión de dejar huella. Me limito a obedecer órdenes…
Alex: Tonterías. Me muero de ganas de verlo. ¿No sería divertido que alguien se intoxicara en el restaurante y que yo tuviera que ser el médico que resolviera la papeleta? ¿Recuerdas que éste era el plan que teníamos de niños?
Rosie: Lo recuerdo muy bien, y quizá no sea una posibilidad tan remota. ¿No os gustaría cenar fuera esa noche a Bethany y a ti? Hay muchos restaurantes fantásticos que no conoces en Dublín.
Alex: Tal vez. He intentado encontrar el hotel en internet, pero no ha aparecido nada.
Rosie: Sí, ya, están actualizando la página web. Ya te avisaré cuando pueda visitarse.
Alex: Estupendo. Será raro volver a ver a la señorita Narizotas Malaliento Casey. Ya iba siendo hora de que se jubilara. Los niños de este mundo se merecen un respiro.
Rosie: Se llama Julie, recuérdalo bien, y no la llames de ninguna otra manera. Se ha portado muy bien conmigo estos últimos años, así que procura ser amable con ella.
Alex: Lo haré, lo haré. Puedes estar tranquila, no es la primera vez que salgo de casa. Sé cómo tratar a la gente.
Rosie: Me consta, doctor vida social.
Alex: Sea cual sea la imagen que tienes de mí en este momento, te ruego que la borres de inmediato.
Rosie: ¿Qué? ¿La de ti desnudo? No puedes pedirme que borre eso.
Alex: Bueno, sea cual sea esa imagen, auméntala diez veces.
Rosie: ¡Jesús! ¿Treinta centímetros, Alex?
Alex: ¡Eh, corta el rollo! Dime, ¿cómo sigue tu madre? ¿Ya tenéis los resultados de los análisis?
Rosie: No, aún no. Ahora está pasando unos días con Stephanie para cambiar un poco de aires, y cuando regrese ya deberíamos tener los análisis. La verdad es que no dan la impresión de saber qué es lo que tiene. Estoy muy preocupada. El otro día la miraba y fue como si no me hubiese fijado bien en ella en años. Sin que me haya dado cuenta, mi madre se ha hecho vieja.
Alex: Sólo tiene sesenta y cinco años. Aún es joven.
Rosie: Ya lo sé, pero tenía una imagen mental de ella y esa imagen era de años atrás. De un modo u otro, he seguido viéndola igual desde que era joven. Pero el otro día, cuando la observé con atención echada en la cama del hospital, me pareció vieja. Fue muy chocante. En fin, espero que averigüen lo que le pasa y la curen. No se encuentra nada bien.
Alex: En cuanto os digan algo, cuéntamelo.
Rosie: Lo haré. Se me hace cuesta arriba tener que ir a Galway los días que libro. Por más que quiera a mamá, es toda una excursión. Entre los horarios intempestivos del hotel y los viajes a casa de mi madre para echarle una mano, no he disfrutado de un verdadero día de fiesta en semanas y empiezo a sentirme agotada.
Alex: Por cierto, ¿y qué hace Kevin? ¿No podría colaborar, por una vez en su vida?
Rosie: Buena pregunta. Bueno, siendo justos con Kevin, acaba de comprar una casa y está en plena mudanza con su novia. Si no estuviera tan liado, estoy casi segura de que arrimaría el hombro.
Alex: ¿Kevin ha decidido comprometerse? Me dejas de piedra. De todos modos deberías tener una charla con él e intentar que os ayudara un poco más. Tú no tienes por qué cargar con todo.
Rosie: Verás, tampoco es que lo haga todo yo sola. Steph está cuidando de mamá esta semana, y tiene dos hijos, o sea que tampoco es fácil para ella. («Cuidar de mamá» suena raro, ¿verdad?) Y a mí no me importa, porque quiero estar a su lado. Está muy sola y sé lo que se siente.
Alex: Que pidas ayuda a Kevin no significa que no ames o no quieras ayudar a Alice. Hay que hablar con Kev. Y no tendría que ser necesario hacerlo.
Rosie: Bueno, esperaré hasta que se haya mudado a la nueva casa y si una vez instalado sigue sin mover un dedo, no pienso cortarme un pelo. No visitó a papá ni la mitad de las veces que debería haberlo hecho y me consta que ahora está pagando por ello. Nunca he entendido a Kevin del todo. Siempre ha sido muy suyo. Entraba y salía de casa y nunca le contaba a nadie lo que andaba haciendo. Y luego, cuando papá falleció, de repente pensó que podía hacerse cargo de todo. Ahora que mamá está enferma, se ha vuelto a batir en retirada.
Steph y yo hemos intentado hablar con él un montón de veces, pero no hay manera de hacerle entender las cosas. Es un egoísta, no hay que darle más vueltas. Espera un momento, un autocar ha parado delante de casa. Voy a asomarme a la ventana.
Alex: ¿Era Katie?
Rosie: No.
Alex: Vaya. Bueno, seguro que…
Rosie: Ay, sí que está aquí. Gracias a Dios. Más vale que desconecte el ordenador y me meta en la cama. No quiero que piense que la he estado esperando despierta. Dios, gracias por traerme a mi niña a casa. Buenas noches, Alex.
Alex: Buenas noches, Rosie.
Capítulo 47
Queridísima mamá:
Gracias por la semana pasada. Me encantó volver a estar en casa contigo. ¡Echaba de menos nuestras charlas nocturnas! ¡Mando buenas noticias con esta carta! Tony Spencer, un inglés que es el dueño del Club lnsomnia, estuvo anoche en la discoteca de papá mientras hacía mi sesión, ¡y se quedó tan impresionado que me preguntó si quería trabajar para él! ¡¿No es genial?! También organiza festivales de dance, de manera que durante el verano viajaré por Europa para actuar en distintas ciudades. ¡Estoy muy emocionada! El Club lnsomnia es un local muy famoso y está abierto hasta las seis o las siete de la mañana. De momento sólo haré una sesión de «calentamiento» entre las diez y las doce de la noche. Tony paga muy bien, además, y en cuanto reciba mi primer cheque te mandaré parte del dinero. He conocido a un montón de gente muy enrollada, jóvenes que también han terminado el colegio hace poco y trabajan en bares. Otras tres chicas, Jennifer, Lucy y Sara, y yo estamos pensando en alquilar un apartamento juntas.
No sé cuándo vendrá John. Desde que comenzó la universidad en septiembre ha estado saliendo cada noche con un grupo de gente que no conozco de nada. Sigue llamándome por accidente, cuando sin darse cuenta le da algún golpe a su teléfono, y lo único que oigo cada vez son los gritos de un montón de borrachos. Las cosas se han vuelto bastante raras entre nosotros. Y cada vez que nos vemos al cabo de semanas de estar separados van a peor. No es como antes ni de lejos y no me gusta. Creía que iba a estar con él para siempre, pero al paso que vamos no tengo claro que vayamos a durar ni hasta el final del verano.
A todas éstas, hace un montón de tiempo que no sé nada de Toby. La culpa es sólo mía, porque él me llamaba cada dos por tres al principio de estar yo aquí y yo nunca llegué a contestarle las llamadas. El tiempo pasó sin que me diera cuenta. No dejo de decirme que lo llamaré mañana, pero han pasado meses y ahora me da vergüenza. La última vez que hablé con él lo estaba pasando en grande en la universidad, haciendo amigos con muchos dientes, sin duda. Lo llamaré mañana, lo prometo.
Espero que en el trabajo te vaya todo bien. Me cuesta creer que hayas prolongado el contrato. Pensaba que odiabas ese sitio. Cuéntame qué está pasando, estoy confundida.
Alex me escribió hace unos días y me contó lo que pasó cuando él y Bethany se alojaron en el hotel para asistir a la fiesta de jubilación de la señorita Narizotas Malaliento Casey. ¡Qué divertido! ¿Sabías que iban a coincidir con la fiesta de Navidad del club de show girls? Me parece que a Alex no le molestó demasiado ver a toda una colección de Mamás Noel bailando por el bar con tangas de cuero rojo y boas blancas. Parece mentira que Bethany se negara a quedarse a pasar la noche. A esa mujer le falta sentido del humor. No entiendo qué ve Alex en ella. Yo sólo la he visto unas cuantas veces, pero es tan tiesa y Alex, en cambio, tan despreocupado que dudo que vayan a durar mucho tiempo juntos. Es increíble que Alex tuviera que asistir a uno de los huéspedes en el restaurante; ¿se había intoxicado? ¡¿Qué clase de comida sirven en tu restaurante?! Menos mal que había un médico allí.