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Me considero extraordinariamente afortunada por tener de agente a Sandy Dijkstra. Ella y el resto de las mujeres de su agencia luchan por mí, me animan y me empujan a nuevos mundos. Michael Cendejas me ha ayudado a navegar por el mundo del cine. Al otro lado del charco, Katie Bond, mi editora de Bloomsbury, siempre ha conservado el buen humor. Bob Loomis, mi editor de Random House, es la bondad personificada. Me encantan nuestras conversaciones y sus disparatadas puntualizaciones. Pero también quiero dar las gracias al resto del personal de Random House por hacer que estos últimos años hayan sido tan extraordinarios, especialmente a Gina Centrello, Jane von Mehren, Tom Perry, Barbara Fillon, Amanda Ice, Sanyu Dillon, Avideh Bashirrad, Benjamin Dreyer y Vincent La Scala.

Unas últimas palabras de gratitud para Larry Sells, por su ayuda con todo lo relacionado con Wikipedia y por dirigir mi Google Group; para Sasha Stone, por dirigir mi sitio web con tanta profesionalidad; para Susan M.S. Brown, por su impecable corrección de pruebas; para Suzy Moser de la Biblioteca Huntington, por conseguir que me dejaran fotografiarme en el Chinese Scholar's Garden; para Patricia Williams, por tomar esa hermosa fotografía; para Tyrus Wong, que ya tiene noventa y ocho años, por seguir confeccionando y volando cometas chinas; para mi prima Leslee Leong, por vivir conmigo en el pasado; para mi madre, Carolyn See, por su agudo criterio; para mis hermanas, Clara, Katharine y Ariana, por todas las razones imaginables y más; para mis hijos, Christopher y Alexander, por hacer que esté orgullosa de ellos y por apoyarme en tantos sentidos; y por último, para mi marido, Richard Kendall, por darme ánimo cuando tengo que esforzarme, humor cuando me deprimo, y un amor infinito todos los días.

Lisa See

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