– Olvídalo.
– Ni lo sueñes. Me debes una.
– ¡No te debo nada! Si alguien debe algo a alguien, eres tú a mí. ¡He capturado a tu primo!
– Y entretanto quemaste la funeraria de Stiva y destruíste miles de dólares de propiedad gubernamental.
– Bueno, si vas a ponerte quisquilloso…
– ¿Quisquilloso? Cariñito, eres la peor cazadora de fugitivos de la historia.
– ¡Basta! Tengo cosas mejores que hacer que estar aquí escuchando tus insultos.
Lo empujé fuera de mi apartamento, hacia el pasillo, cerré de un portazo y eché el cerrojo. Presioné la nariz a la puerta y miré por la mirilla.
Morelli sonrió maliciosamente.
– Es la guerra -le grité.
– Qué suerte la mía -contestó-. Soy bueno dando guerra.