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Wyatt no podía creer que Drew hubiera sido tan tonto como para presentarse allí. Había algunas relaciones que no podían arreglarse, y su matrimonio con Nicole era una de ellas. No había arreglo posible para el hecho de haberse acostado con Jesse. No sabía si Drew era demasiado optimista o demasiado tonto como para darse cuenta por sí mismo.

Subió la escalera. Una vez arriba, se detuvo en seco al ver a Claire. Estaba hablando. Al menos, eso le pareció a él. Movía los labios, y seguramente emitía sonidos, pero Wyatt no podía oírlos. Todas las células de su cuerpo estaban concentradas en mirarla, vestida tan sólo con una camiseta y, Wyatt juró y rezó al mismo tiempo, nada más.

No llevaba maquillaje y tenía el pelo suelto por la espalda, largo y liso. La camiseta apenas le llegaba a la parte superior de los muslos, y él estaba dispuesto a apostar todo el dinero que tenía a que no llevaba sujetador.

– Apareció de repente. Yo no sabía quién era, así que salté sobre él. No creo que el corte sea muy profundo. No me importa mucho él, pero alguien debería mirarlo, por si acaso. Las heridas pueden infectarse.

Wyatt no tenía ni idea de a qué se refería.

Ella dio un paso hacia él. Efectivamente, no llevaba sujetador. Y peor todavía, Wyatt veía perfectamente el contorno de sus pezones bajo el suave algodón.

Braguitas, pensó, tenía que llevar braguitas. Eso ya era algo, ¿no?

No lo suficiente, porque se la imaginó vestida con tan sólo seda y encaje, y nada más. Se frotó el hueso de la nariz. ¿Por qué ella?, era todo lo que quería saber. Ya había aceptado que tenía un gusto lamentable en cuanto a mujeres se refería, pero ¿por qué ella, por qué no alguien razonablemente inteligente y considerado? O una persona normal, no la princesa de hielo.

La rodeó y entró en la habitación de Nicole. Sin mirar siquiera a su hermanastro, preguntó:

– ¿Estás bien?

Nicole negó con la cabeza.

– Sácalo de aquí.

– Claro -dijo Wyatt, y miró a Drew-. No deberías haber venido. Tú… -entonces se dio cuenta de que su hermanastro tenía una herida en la mejilla-. ¿Qué ha pasado?

– Claire lo ha atacado -dijo Nicole, y entre un sollozo y una carcajada, continuó-: Ha sido impresionante, la verdad. Se abalanzó sobre él por la espalda y comenzó a golpearlo con un zapato. Los dos cayeron al suelo, y entonces ella le hizo una especie de llave y lo inmovilizó poniéndole el pie en la nuca. Me parece que dan unas clases muy interesantes en el conservatorio.

¿Claire había atacado a Drew para proteger a su hermana? Quién lo hubiera pensado.

– Me pilló por sorpresa -dijo Drew para defenderse-. He tomado unas copas, no tengo los reflejos muy rápidos en este momento.

Wyatt no pudo reprimir la sonrisa.

– ¿Te has dejado tumbar por una chica?

– Cállate.

– No. Dudo que Claire pese más de sesenta kilos. Vaya, Drew, eso sí que es vergonzoso -dijo Wyatt, y tomó a su hermano del brazo-. Vamos, te llevo a casa. Así dormirás la mona.

Drew se zafó.

– No me voy a marchar, ésta es mi casa, con Nicole. La quiero.

– Pues tienes una manera muy rara de demostrarlo -murmuró Wyatt-. Vamos, no me obligues a pedirle a Claire que te pegue otra vez.

– Déjame en paz. Por lo menos, yo estaba dispuesto a luchar por mi mujer.

Wyatt hizo caso omiso del ataque. No merecía la pena haber luchado por Shanna.

– Si no hubieras sido infiel, para empezar, no habrías tenido que luchar.

Drew lo fulminó con la mirada y después salió al pasillo. Wyatt lo observó para asegurarse de que no iba hacia la habitación de Claire, y después se volvió hacia Nicole.

– ¿Estás bien? Uno de sus amigos me contó que ha bebido mucho hoy, y que le estuvo diciendo que te echa mucho de menos. Pensé que sólo era parloteo de borracho, pero cuando fui a casa de Drew para comprobar si había llegado sano y salvo, no estaba allí. Pasé por aquí y vi su camioneta aparcada delante de la casa.

Nicole se hundió contra la almohada.

– Estoy bien. Es idiota, y ni siquiera se ha disculpado por lo que hizo. Lamenta que lo pillara con las manos en la masa, pero no creo que le importe haberse acostado con Jesse -dijo con los ojos llenos de lágrimas-. No puedo creerme que haya sucedido.

Wyatt se sentó a su lado.

– Lo sé. Drew es un idiota de verdad.

Ella asintió.

– Ya no lo quiero, no puedo… Pero me hace daño de todos modos -dijo, y se secó la cara con un pañuelo de papel-. Gracias por acercarte.

– Parece que la situación estaba bajo control.

Nicole sonrió.

– Claire me ha dejado impresionada.

– Drew va a sentirse humillado durante varios días. Eso merece la pena.

– Sí.

Wyatt le dio un golpecito en el brazo, y después se levantó.

– Voy a llevarlo a casa.

– De acuerdo.

– Nos vemos mañana.

Se preparó para ver de nuevo a Claire. Estaba en el pasillo, vacilante, completamente sexy y prácticamente desnuda. Seguramente, era una de esas mujeres que decían que no sabían lo que podían hacerle a un hombre paseándose medio desnudas.

Wyatt odiaba sentir tanto deseo por ella. No era la mujer adecuada, aunque él tampoco fuera el hombre perfecto.

Claire miró a Wyatt y después a su hermana, desde el pasillo. Ojalá Nicole y ella se hablaran, para poder consolarla y quizá mejorar un poco aquella situación.

– Necesito hablar contigo -dijo él. Parecía como si estuviera enfadado.

Claire irguió los hombros.

– No lamento haber herido a Drew.

– Yo tampoco lo lamento.

– Ah, de acuerdo. Creía que estabas enfadado conmigo o algo así.

– No.

Wyatt tenía la mirada fija en un punto por encima de su cabeza. Claire giró la cabeza hacia atrás, pero no vio lo que había captado su atención.

– Se trata de Amy -dijo él-, mi hija.

Ella se cruzó de brazos.

– Sé quién es Amy.

– Nicole la cuida un par de veces a la semana, después del colegio, hasta que yo salgo de trabajar. Pero ahora Nicole está convaleciente y no puede. Trabajo en la construcción, así que Amy no siempre puede estar conmigo. Las obras no son lugares seguros.

Claire no sabía de qué le estaba hablando. Quizá quería que ella llevara a Amy con su nueva niñera en coche.

– Tú le caes bien -dijo, bastante molesto por aquello-. ¿Estarías dispuesta a cuidarla? No será mucho tiempo. Una semana, nada más. Te pagaré.

Claire pestañeó. ¿Ella le caía bien a Amy? Sintió una calidez muy agradable.

– ¿De veras? ¿Amy ha dicho que quiere que yo sea su niñera?

– Imagínate -gruñó él.

¡Le caía bien a Amy! Claire tuvo ganas de ponerse a bailar. Por fin a alguien le gustaba su compañía.

– Ella también me cae muy bien a mí -dijo a Wyatt-. Por supuesto que la cuidaré. Encantada. Dime cuándo y dónde, y allí estaré. Y no tienes que pagarme. Me alegro de poder ayudar.

– No le des más importancia de la que tiene.

– No.

– Estás sonriendo. Es raro.

– Es porque estoy contenta. Así podré aprender el lenguaje de los signos.

– No hay nada por lo que estar contenta. Es una niña, tú la cuidas. Fin de la historia.

Quizá, pero para ella era la primera cosa positiva que le ocurría desde que había llegado a Seattle.

– ¿Empiezo mañana? -preguntó.

Él suspiró.

– Voy a lamentarlo, ¿verdad?

– Claro que no. Gracias, Wyatt.

Él gruñó algo y se marchó. Claire volvió a su dormitorio y se tendió en la cama.

Aquello era una buena señal. Las cosas iban a cambiar, todo iba a salir bien.