Выбрать главу

– No creo que soportaran bien el viaje.

– Tienes razón. Qué pena -dijo Claire, y se chupó los dedos-. Bueno, ¿y qué pasa?

– Nada -dijo Jesse, sin mirarla-. Sólo quería saludar.

Claire pensó que debía haber otro motivo para que Jesse la hubiera llamado.

– ¿Va todo bien?

– Supongo que sí. Estoy ocupada y… esas cosas. Nicole sigue enfadada, ¿no?

– No soy la mejor persona a la que preguntar. No estamos muy unidas en este momento.

– Pero ¿está bien? ¿Se está recuperando?

– Ya se mueve mejor. Creo que va a volver a la panadería la semana que viene.

– ¿Sigue enfadada conmigo?

Parecía que Jesse estaba muy triste. Claire habría querido darle mejores noticias.

– Te acostaste con su marido. Va a tardar un tiempo en superar eso -dijo. Y lo peor era que Nicole los había sorprendido, tenía una imagen visual y clara de la traición. No iba a ser fácil.

– No me acosté con él -dijo Jesse-, no es lo que ella piensa -añadió, y alzó la mano-. No lo digas. Como yo no tenía la camisa puesta, debíamos de estar haciéndolo. Yo soy mala, él es malo -Jesse cabeceó.

Claire luchó contra la frustración. ¿Por qué no entendía Jesse que el hecho de que Nicole los hubiera interrumpido y hubiera impedido que las cosas llegaran a su conclusión no arreglaba la situación? La intención estaba ahí. La semidesnudez estaba ahí.

– Tengo novio -dijo Jesse-, se llama Matt. Lo quiero. No quiero hacerle daño, pero me encontré un anillo de compromiso. Matt quiere casarse conmigo.

¿Qué? ¿Novio? ¿Y se había acostado con el marido de Nicole?

– Eso es estupendo, pero, si quieres a Matt, ¿qué estabas haciendo con Drew?

– No puedo explicarlo. Siempre hablábamos. Drew me escuchaba, Nicole no. Estaba asustada por lo del anillo, porque nunca pensé que nadie pudiera quererme así. No sabía qué hacer. Drew estaba ahí y de pronto, sin saber cómo, me estaba acariciando. No sé. Quizá me lo merecía.

Claire se quedó desconcertada.

– ¿Que te merecías qué?

– A Drew. Quizá me merecía lo que ocurrió.

– ¿El sexo con tu cuñado como castigo?

Nicole tenía razón en enfadarse. Jesse no asumía la responsabilidad de nada. Nicole tenía todo el derecho a sentirse herida. Había criado a Jesse, la había querido, se había preocupado por ella. Y a cambio, su hermana había traicionado su confianza en su propia casa.

– Quiero borrarlo -admitió Jesse-. En serio, si pudiera volver a aquella noche, me marcharía. No quería hacerle daño a Nicole, ni a nadie.

Jesse parecía una niña mientras hablaba, y tenía una expresión de sufrimiento. Sin embargo, Claire no se sintió impresionada.

– ¿Dónde estás viviendo ahora? -le preguntó; pensó que era mejor cambiar de tema que pelearse.

– Estaba con una amiga. Ahora tengo un apartamento en el distrito universitario. Se pueden conseguir alquileres muy baratos durante el verano, cuando la mayoría de los estudiantes se han ido.

– ¿Estás trabajando?

Jesse se movió con incomodidad en el asiento.

– Eh… estoy haciendo unas cosas por Internet. Nada del otro mundo. Tengo que ganarme la vida, ¿no?

– No digo lo contrario -dijo Claire, sin saber por qué se había enfadado Jesse-. ¿A qué te dedicabas antes de que ocurriera todo esto?

– Estudiaba Empresariales en la facultad. Y trabajaba en la panadería. La mitad del negocio me pertenece, ¿te lo ha dicho Nicole? Mi parte está en un fondo fiduciario hasta que cumpla veinticinco años. Quiero que ella me la compre, pero Nicole dice que no. ¿Por qué va a hacer lo que yo quiero? Es una bruja.

– Quizá si no te hubieras acostado con Drew, Nicole estaría más dispuesta a escucharte.

– Oh, claro. Ponte de su lado.

Claire la miró fijamente.

– ¿Entiendes que lo que hiciste está muy mal, cuánto daño has hecho a Nicole?

– ¿Y cuánto daño me ha hecho ella a mí? -Jesse apartó su plato de un manotazo-. A ti tampoco te importa. Yo no tengo toda la culpa. Es como en la panadería. Nicole es la única que tiene razón. Sólo ella puede encargarse de las cosas. Yo tenía algunas ideas nuevas para los brownies, basadas en la receta de la tarta de chocolate. He estado experimentando con distintos ingredientes. Nicole no mostró ningún interés, pero yo sabía que si encontraba la forma adecuada de mezclarlos, se quedaría anonadada. Quería hacer algo por mí misma. Algo especial.

– Todavía puedes seguir trabajando en eso.

Jesse negó con la cabeza.

– Para comprar los ingredientes hace falta dinero.

– ¿Necesitas dinero?

– No, no. Estoy bien.

Claire tomó su bolso.

– No tengo chequera. Todo lo pago con tarjetas de crédito, pero tengo dinero en efectivo. ¿Lo quieres? Puedo darte más, si lo necesitas.

Jesse se la quedó mirando con asombro.

– ¿Y por qué ibas a darme dinero?

– Porque lo necesitas.

Porque Jesse era su hermana y, pese a todo, Claire quería que estuviera bien.

– A ti te pasa algo raro.

Claire lo sabía desde hacía tiempo, pero tenía la esperanza de que no fuera tan evidente para todo el mundo.

– Eso no es lo importante. ¿Sí o no al dinero?

– No por ahora. Quizá cambie de opinión.

– Pues avísame.

– Lo haré.

Parecía que habían llegado a un entendimiento temporal. Jesse tomó su hamburguesa de nuevo.

– ¿Te llevas mejor con Nicole?

– Me estaba llevando mejor hasta que le hablé de salir con Wyatt.

Jesse estuvo a punto de atragantarse.

– ¿Y cómo te fue?

– No muy bien. Pero no importa. Voy a plantarle cara a Nicole, y a quedar con quien quiera quedar.

Jesse se sorprendió.

– Pues buena suerte.

– Ellos dos no están saliendo.

– No.

– Ella no lo quiere, pero no quiere que nadie más salga con él. Eso no es justo.

– Estoy de acuerdo.

– Así que, en realidad, no hay ningún problema.

– ¿Estás intentando convencerme a mí, o a ti misma?

– A las dos. ¿Qué tal voy?

– Yo estoy de acuerdo contigo. Y siento perderme el espectáculo.

Claire tuvo la sensación de que no estaba hablando de la cita, sino del momento en que ella le contara a Nicole que iba a tener esa cita.

– No sé qué ponerme -dijo-. Para salir con Wyatt. Yo… eh… no tengo muchas citas.

– ¿Adónde vais a ir? ¿Te lo dijo?

– No, no tengo ni idea.

– Seguramente, a cenar. O al cine. Ponte algo bonito, pero no demasiado arreglado. Seattle no es Nueva York. Quizá unos vaqueros arreglados, con una blusa de seda y una americana. Se trata de que estés muy atractiva, pero no provocativa. Interesada, sin estar desesperada.

– ¿En qué se diferencian unos vaqueros arreglados de unos vaqueros normales?

Jesse suspiró.

– Eres un caso perdido.

– Lo sé.

Cuando llegó a casa, Claire paró el motor, tomó aire, se mentalizó para lo que iba a hacer y salió del coche. Al entrar, se encontró a Nicole en la cocina.

– Quiero hablar contigo -dijo con firmeza.

Nicole arqueó las cejas.

Claire se negó a dejarse intimidar.

– Mira, yo respeto quién eres, y todas tus relaciones. Sé que Wyatt es tu amigo. No voy a intentar cambiar eso.

– No podrías.

Claire sintió que perdía un poco la fuerza, pero se mantuvo concentrada.

– No es eso lo que quería decir. El hecho es que tú no tienes interés en salir con él, y yo sí. No sé cuál es tu problema. Si crees que no soy lo suficientemente buena para él o qué, pero vas a tener que superarlo.