Sonó el teléfono. Nicole respondió la llamada. Mientras su hermana hablaba, Claire subió a su habitación y sacó su lista de objetivos.
Tener relaciones sexuales estaba casi la primera. Quería saber cómo era estar con un hombre. Wyatt le había dicho claramente que quería acostarse con ella. Sólo estaba pensando en manipular las circunstancias en su provecho. ¿A quién iba a perjudicarle eso?
Antes de las diez, aquella noche, tanto Amy como Nicole estaban acostadas. Después de arreglarse, bajó las escaleras silenciosamente. Dejó una nota para su hermana junto a la cafetera, donde Nicole iba a encontrarla con toda seguridad, y se marchó hacia casa de Wyatt.
Por el camino, intentó ensayar lo que iba a decir. No había nada que le pareciera bien del todo. Con suerte, quizá no tuviera que hablar en absoluto.
Cuando llegó a su casa, vio que las luces todavía estaban encendidas. Bien. Le había preocupado tener que despertarlo.
Wyatt abrió la puerta bastante rápidamente.
– ¿Claire?
– Hola, Wyatt.
Él frunció el ceño.
– ¿Estás bien?
– Sí. He pensado que quizá te gustaría tener compañía -dijo ella. Pasó por delante de él y entró al vestíbulo. Wyatt cerró la puerta y la siguió al salón.
Allí, ella encontró las pruebas de su fiesta para uno. Había una caja de pizza medio vacía y una botella de whisky en la mesa, junto a un vaso vacío.
Claire se volvió hacia él y sonrió.
– ¿Cómo estás?
Wyatt se apoyó en el sofá, como si necesitara mantener el equilibrio. Aparte de eso, no parecía que estuviera borracho. ¿Podía ser que Nicole hubiera estado exagerando, o acaso él había empezado a beber tarde?
– Estoy bien. ¿Para qué has venido?
– Ya te lo he dicho. He pensado que quizá quisieras tener compañía.
Él tenía los ojos ligeramente dilatados. Sin embargo, Claire no sabía mucho sobre el alcohol.
– Hoy no es una buena noche para mí -dijo Wyatt-. No estoy en mi mejor momento. Creo que deberías irte.
– No tienes que entretenerme -respondió ella. Al menos, no como él pensaba.
Claire se acercó y le puso las manos sobre los hombros. Entonces, sí percibió el olor a alcohol de su aliento, pero no era repulsivo. Se puso de puntillas y lo besó.
Wyatt respondió rápidamente, besándola con una intensidad que a Claire le resultó encantadora. Aquello iba a ser más fácil de lo que pensaba. Entonces, él se apartó.
– No es buena idea -murmuró-. Esta noche no. Así no.
– A mí me parece una gran idea -murmuró ella-. Vamos, Wyatt. ¿Qué tiene de malo?
Volvió a besarlo, en aquella ocasión, rozándole el labio inferior con la lengua. Él posó ambas manos en su cintura y gruñó. Cuando se apoyó en él, sintió las formas duras de su cuerpo, y algo que le presionaba en el vientre, algo que esperaba que fuera una erección.
Él le hundió la lengua en la boca y la besó con tanta intensidad que los hizo arder a ambos. Le acarició la espalda, las caderas, y después le pasó las manos por las nalgas y se las apretó con fuerza.
Claire se arqueó contra él, presionando aquel intrigante bulto. Entonces, Wyatt se frotó contra ella, dándole a entender con toda seguridad que estaba excitado. Eso tenía que ser bueno, ¿no? Estaba un paso más cerca de ser como todo el mundo.
Él la besó una y otra vez, como si no pudiera conseguir lo suficiente de ella. Sin previo aviso, se apartó y le quitó el jersey. Entonces, se quedó mirándola.
– Eres tan, tan preciosa -murmuró-. Más de lo que yo había imaginado.
¿Había estado pensando en ella? ¿En estar con ella? ¿Era posible?
Claire se estremeció de impaciencia, y quizá un poco de nerviosismo. Él volvió a besarla y, al mismo tiempo, la rodeó con los brazos. De repente, su sujetador se había aflojado.
Aunque estaba azorada desde hacía unos minutos, dejó caer la prenda al suelo. Él le tomó los pechos en ambas manos y, sin dejar de besarla, comenzó a explorar su carne sensible.
Le frotó los pezones con los pulgares. Le acarició las curvas. Interrumpió su beso, se inclinó y le lamió el pezón derecho.
Fue como si alguien hubiera pulsado el nervio que iba desde su pecho a aquel lugar entre sus piernas. Dio un respingo, y después lo agarró por la cabeza para mantenerlo en aquella posición.
– Más -susurró.
Él se rió, y obedeció, Se movió entre sus pechos, lamiendo, succionando, haciéndole sentir cosas tan exquisitas que ella creyó que no iba a sobrevivir si paraba. Entonces, él se detuvo. Sin embargo, antes de que ella pudiera protestar, cayó de rodillas y la llevó consigo.
Se tendieron en la alfombra, frente a la mesa de centro, besándose, y él presionando el muslo contra el centro de su cuerpo. Wyatt se apoyaba en las manos, de modo que estaba encima de ella, pero sin aplastarla. Los dos estaban abrumados. Al menos, eso era lo que intentaba pensar Claire.
Hizo todo lo que pudo por entregarse a la experiencia. Aquello era lo que había estado deseando, aunque, en realidad, esperaba mucho más que el suelo del salón. No estaba exactamente cómoda, y se sentía expuesta, como si cualquiera fuera a entrar y a sorprenderlos. Además, ahora que él había dejado de besarle el pecho, podía pensar, y eso no podía ser bueno.
No sabía cómo explicar que estaba incómoda sin desvelar la verdad, así que no dijo nada. Cuando Wyatt le desabrochó los pantalones y se los quitó, ella no se sintió mal. Entonces, él inclinó la cabeza y volvió a atrapar uno de sus pezones en la boca. Al mismo tiempo, deslizó los dedos entre sus piernas, y comenzó a explorarla.
Aunque a ella le gustaba lo que estaba haciendo, tenía la sensación de que todo iba muy deprisa. Lo que experimentaba era bueno, pero parecía que no podía abandonarse por completo a ello. Su estúpido cerebro seguía haciendo preguntas. ¿De veras quería hacer aquello en aquel momento? ¿Allí? ¿Con él borracho? Apenas se conocían el uno al otro y…
Él rozó un punto entre sus piernas. Una sola descarga de sensación que, de haber estado de pie, la habría puesto de rodillas. Su cerebro quedó completamente en blanco.
Él tocó aquel sitio de nuevo y ella gruñó. La tercera vez quería saber exactamente qué tenía que prometer para asegurarse de que él no parara nunca.
Susurró su nombre. Cerró los ojos y sintió que se hundía en el suelo. Era perfecto, el modo en que él dibujaba círculos, acariciaba y frotaba.
Al principio como un juego, acercándose y después alejándose. Un solo roce, y después más, más profundos, más rápidos, una y otra vez. Sus músculos se tensaron. Ella se dirigía hacia algo… hacia nada. Desesperadamente, quería saber de qué se trataba todo aquello.
Se le aceleró la respiración. Separó las piernas, ofreciéndose a él. Más cerca, pensó, tensa, con la esperanza de que…
Él se detuvo. Se detuvo de verdad. Claire abrió los ojos, suponiendo que había ocurrido algo horrible que lo había distraído. Quizá la casa se hubiera incendiado o algo por el estilo.
Él le dio un beso rápido.
– ¿Puedes terminar conmigo dentro de ti?
– Yo… ah… no lo sé.
No estaba segura de lo que le estaba preguntando. Cuando él comenzó a desnudarse, lo entendió.
Oh, no. Aquello no iba bien. Ella no estaba preparada, y probablemente sería mejor que le dijera la verdad. Pero ¿cómo exactamente?
Durante los pocos segundos que ella estuvo pensando, él se había desnudado. Claire tuvo una breve impresión de músculos bien formados y hombros anchos, y después, él estaba arrodillado entre sus piernas.
– ¿Wyatt? Tenemos que hablar.
Él murmuró algo y se colocó sobre ella. De verdad, con todo su peso. Claire no podía respirar. Por suerte, él dejó de moverse. Después de un instante, se dio cuenta de que algo pasaba.
– ¿Wyatt? -dijo, y lo zarandeó suavemente por el hombro. Él no se movió-. ¿Wyatt?