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Sin embargo, le dolía ser rechazada. Tenía la esperanza de que las cosas hubieran sido distintas.

– Las cambiaré -se dijo mientras caminaban hacia la mañana fresca de primavera.

Había una furgoneta grande aparcada junto a la entrada. Wyatt abrió la puerta, sentó a Nicole en el asiento y cerró de nuevo.

Claire los observó, con el corazón dolorido al ver la ternura y el cuidado que mostraba Wyatt. Quería un poco de eso para sí misma. No de Wyatt, pero sí de otra persona. Quería que un hombre se preocupara por ella, que la quisiera. Quería tener amigos y familia. Quería tener una vida.

Y había vuelto a casa a buscar todo aquello.

Tres

– Pensaba que estabas mintiendo -dijo Nicole cuando salían del aparcamiento del hospital-. Pensaba que estaba teniendo alucinaciones a causa de los medicamentos. No puedo creerme que esté aquí. Seguramente, es la mujer más inútil del planeta. ¿Por qué yo? ¿Y por qué ahora?

Wyatt no podía responder, así que se quedó callado. Había oído suficientes cosas sobre Claire con el paso de los años como para formarse una mala opinión de ella. Sin embargo, aquel día en el hospital, parecía tan esperanzada, y tan herida, que casi se había sentido mal por ella.

Lo cual demostraba lo tonto que era en relación a las mujeres. Siempre elegía a la peor. Tenía el divorcio para demostrarlo. Nicole conocía a su hermana mucho mejor que él, y él confiaba en Nicole. Lo que ésta afirmaba debía de ser cierto.

– ¿Qué vas a hacer con ella? -preguntó.

– Supongo que pedirte que le pegues un tiro es una pérdida de tiempo -suspiró Nicole-. No lo sé. Hacerle el vacío y esperar a que se vaya.

– Pero vas a necesitar ayuda, al menos durante los dos primeros días.

Wyatt mantuvo los ojos en la carretera, pero sintió la mirada de enfado de Nicole.

– ¿Me estás tomando el pelo? No estarás sugiriendo que deje que se quede y cuide de mí… ¿Sabes lo inútil que es? No es una persona, Wyatt. Es un mono amaestrado. Me asombra que sepa conducir. Oh, espera. No he visto su coche. Te apuesto lo que quieras a que es una limusina, con chófer. Claire no arriesgaría sus preciosas y delicadas manos haciendo un trabajo de verdad. Agarrar el volante podría causar un impacto en sus interpretaciones, y eso no se puede permitir.

Wyatt sabía que las hermanas no se llevaban bien, y conocía los pormenores del distanciamiento, pero nunca había entendido la profundidad de la ira y la amargura de Nicole.

Separarse de Claire había sido doloroso, pero hasta aquel momento, él no había imaginado que las heridas fueran tan profundas. El humor negro y el sarcasmo ocultaban mucho dolor. Era como si le gustara hacerse la malvada sólo para protegerse.

– Yo puedo ir por las noches -dijo-. Después del trabajo.

Ella se hundió en el asiento, se puso el brazo sobre el estómago y gruñó.

– No quiero. Tú tienes que cuidar de Amy, yo estaré perfectamente.

– No, no es verdad.

– No quiero pensarlo. Ahora mismo no.

Se suponía que no debería haber ningún problema, pensó él. Cuando se había fijado la fecha de la operación, Drew, el marido de Nicole, todavía estaba en sus vidas.

Wyatt pensó en su hermanastro y tuvo ganas de pegarle un puñetazo. Qué idiota. Lo había echado todo a perder. Había traspasado el límite, y Nicole no iba a perdonarlo nunca. Wyatt no estaba seguro de poder hacerlo él tampoco.

Miró por el espejo retrovisor y vio a Claire en su coche, tras ellos. Aunque iba un poco rezagada, él veía que agarraba el volante con fuerza, y tenía una expresión decidida.

– Deberías mudarte con Amy y conmigo -dijo-. Es la solución más fácil.

– No.

– Eres muy cabezota.

– Es parte de mi encanto.

En circunstancias normales, Jesse hubiera arrimado el hombro, pero eso no iba a suceder pronto.

– Si no quieres que te ayude yo, necesitarás a otra persona -le dijo-. Sólo los dos primeros días. Claire puede ir al supermercado y hacerte la comida.

– Ja. ¿Es que te crees que la princesa del piano sabe cocinar?

– Puede pedir comida preparada.

– Yo también.

– Y cuidarte.

– ¿Mencioné un mono amaestrado? Sería mucho más útil. O un perro lazarillo.

– Es tu hermana.

Nicole volvió a fulminarlo con la mirada.

– Claire fue el comienzo de mi racha de mala suerte.

– Estás exagerando. Aprovéchate de ella, eso te proporcionará algo de placer.

– Menos del que tú te imaginas.

Llegaron a casa. Después de aparcar, Wyatt tomó a Nicole en brazos para llevarla dentro. Claire ya había abierto la puerta, y los siguió al interior.

Él subió las escaleras y entró al dormitorio de Nicole. Alguien, seguramente Claire, había descorrido las cortinas. Cuando él dejó a Nicole sobre la cama, ella respiró hondo y sonrió.

– Gracias.

Se había quedado pálida. Wyatt sabía que debía de tener dolores fuertes.

– ¿Cuándo puedes tomar algo para el dolor?

– Hasta dentro de un rato no. Me pusieron una inyección en el hospital. Estaré bien.

No tenía cara de estar bien.

La ayudó a quitarse la chaqueta y las zapatillas y a acostarse. Después de taparla, se sentó a su lado en la cama.

– Sólo será durante unos días -le dijo-. Yo vendré por las noches, pero necesitas ayuda durante el día.

Ella cerró los ojos.

– No será tan malo -le dijo él.

– Te odio.

– ¿Eso es un «sí»?

Nicole suspiró.

– Sí.

Wyatt se puso en pie. Claire estaba vacilando en la entrada de la habitación. Él pasó por delante de ella y esperó hasta que lo siguió al pasillo y después al piso de abajo. Cuando estuvieron en la cocina, se volvió hacia ella.

– Has dicho que has venido aquí a cuidar de tu hermana -le dijo.

– Sí. Obviamente. ¿A qué otra cosa iba a venir?

– Muy bien. Entonces, eso es lo que vas a hacer. Ayudar. Nicole tiene muchos dolores. Tendrá que curarse, y tu trabajo es hacerle la vida más fácil. No se te vayas por ahí a visitar clubs, ni a salir con tus amigos. Tienes que estar aquí y ser responsable. Esto es un compromiso muy serio. Yo vendré a ver a Nicole todas las noches y te prometo que si lo estropeas, lo lamentarás.

Claire lo miró como si fuera un marciano.

– No sé de qué estás hablando.

– ¿Es que no me he expresado con claridad?

– ¿Piensas eso de mí, realmente? -Claire cabeceó-. No importa. Una parte de mí quiere preguntarte lo que Nicole te ha contado de mí, pero en realidad no quiero saberlo. ¿Para qué? Yo soy mala y ella es buena, y así ha sido siempre.

Hizo una pausa y tragó saliva. Wyatt tuvo la impresión de que estaba conteniendo las lágrimas. Se dijo que no era más que una actuación maestra; se negó a dejarse atrapar por la interpretación.

Sin embargo, Claire no lloró. Respiró profundamente un par de veces y lo miró.

– Tú no me conoces. A pesar de lo que Nicole te haya contado, no sabes nada sobre mí. Yo podría decir lo mismo de ella, lo cual es triste. Somos hermanas, mellizas. Detesto que nos hayamos distanciado de esta manera. Detesto cómo son las cosas. Yo no…

Claire se quedó callada y apretó los labios.

– Lo siento. A ti esto no te importa.

Él la observó sin decir nada.

Ella irguió los hombros y alzó la barbilla.

– He venido a ayudar. No tengo interés en ir a bares, nunca lo he tenido. No tengo amigos aquí en Seattle, así que no te preocupes por las distracciones. Quiero cuidar a Nicole y recuperar mi relación con ella, nada más. Eso es lo que tengo que decir, tú puedes creerlo o no. Lo cierto es que no voy a ir a ninguna parte, al menos hasta que Nicole esté bien.

Habló con dignidad y calma, y estuvo a punto de convencerlo, pero Nicole siempre le había dicho que Claire manipulaba a la gente con la misma facilidad con la que tocaba el piano.