Выбрать главу

Sin embargo hay una quinta fuerza que ha dado origen a creencias religiosas, pero su efecto es tan universal y profundo que merece ser considerada aisladamente.

Se trata, por supuesto, de los viajes espaciales… y en cualquier análisis de las religiones merecen ser escritos así:

¡VIAJES ESPACIALES!

Los logros de la humanidad a través del espacio han dado un sello inconfundible a las religiones durante los ciento diez siglos que han precedido al Jihad Butleriano. Aunque ampliamente extendidos, los viajes espaciales, en los primeros tiempos, eran lentos, inseguros e irregulares, y antes del monopolio de la Cofradía, eran realizados confusamente de mil modos distintos. Las primeras experiencias espaciales, sobre las cuales circulaban pocas informaciones, extremadamente distorsionadas, favorecieron las más desenfrenadas tendencias a las especulaciones místicas.

Inmediatamente, el espacio dio otro sentido y un sabor distinto a las ideas de la Creación. Esta diferencia puede ser observada perfectamente en los más importantes movimientos religiosos de este periodo. En todas las religiones, la esencia de lo sagrado fue tocada por la anarquía de las tinieblas del espacio.

Fue como si Júpiter y todas las formas descendientes de él se hubieran retirado al seno de las tinieblas primordiales para ser reemplazadas por una inmanencia femenina llena de ambigüedad y cuyo rostro estaba compuesto por innumerables terrores.

Las antiguas fórmulas se mezclaron, ínter penetrándose como si se hubieran adaptado a las necesidades de las nuevas conquistas y a los nuevos símbolos heráldicos. Fue como una continua interacción entre las bestias demoníacas a un lado y las antiguas plegarias e invocaciones al otro.

Nunca hubo una decisión definida.

Durante este período, se dijo que el Génesis fue interpretado de nuevo, permitiendo a Dios decir:

—Creced y multiplicaos, y llenad el universo, y sometedlo, y reinad sobre todas las especies de bestias extrañas y de criaturas vivientes en las infinitas tierras y debajo de ellas.

Fue un tiempo de brujas cuyos poderes eran reales. La medida de ello puede observarse en el hecho de que nunca se vanagloriaron de mantener las teas con sus manos desnudas.

Luego vino el Jihad Butleriano… dos generaciones de caos. El dios de la lógica mecánica fue entonces derribado por las masas, y se impuso un nuevo concepto:

«El hombre no puede ser reemplazado.»

Esas dos generaciones de violencia constituyeron una pausa talámica para toda la humanidad. Los hombres miraron a sus dioses y sus rituales y vieron que ambos estaban llenos de la más terrible de todas las ecuaciones: miedo más ambición.

Vacilantes, los jefes de las religiones cuyos seguidores habían vertido la sangre de millones de sus semejantes se reunieron para intercambiar sus puntos de vista. Era un movimiento animado por la Cofradía Espacial, que había comenzado a detentar el monopolio sobre los viajes interestelares, y por la Bene Gesserit, que llamaba hacia sí a las brujas.

Estas primeras reuniones ecuménicas iniciaron dos importantes desarrollos:

1. El reconocimiento de que todas las religiones tienen al menos un mandamiento común: «No desfigurarás el alma.»

2. La Comisión de Traductores Ecuménicos. La C.T.E. se reunió en una isla neutral de la Vieja Tierra, cuna de las religiones madres. Se reunieron «en la común convicción de la existencia de una Esencia Divina en el universo». Cada confesión que poseyera al menos un millón de seguidores estaba representada y, sorprendentemente, llegaron al acuerdo inmediato de una declaración de finalidades comunes: «Estamos aquí para eliminar una de las grandes armas de manos de las religiones en disputa: la pretensión de ser los poseedores de la auténtica, la única revelación.»

El júbilo ante este «signo de profundo acuerdo» se reveló prematuro. Durante más de un año standard, esta declaración fue la única proclamada por la C.T.E. La gente empezó a hablar amargamente del retraso. Los trovadores compusieron canciones mordaces acerca de los ciento veintiún «Viejos Chiflados», como terminaron por ser apoyados los delegados de la C.T.E. Una de las canciones, «Brown descansa», se puso de moda en diversas ocasiones y es popular aún hoy en día:

«Míralo bien, Brown descansa… y La tragedia Le rodea por todas partes. ¡Chiflado! ¡Todos ellos chiflados! Están cansados… tan cansados Todos los días discutir lo mismo. Sólo hay tiempo para una cosa, ¡Escuchar la hora del Señor Bocadillo!»

Ocasionalmente se filtraron rumores de las sesiones de la C.T.E. Se decía que se comparaban textos e, irresponsablemente, disturbios antiecuménicos y, naturalmente, inspiraban nuevas chanzas.

Pasaron dos años… luego tres. Los Comisionados, nueve de los primitivos murieron y fueron reemplazados, interrumpieron sus deliberaciones para permitir que los sustitutos se instalaran oficialmente, y anunciaron que estaban trabajando en la elaboración de un libro del cual estarían extirpados «todos los síntomas patológicos» de las pasadas religiones.

—Estamos produciendo un instrumento de Amor para ser utilizado de todas las maneras —dijeron.

Muchos consideraron extraño que esta declaración provocara las peores explosiones de violencia contra el ecumenismo. Veinte delegados fueron reclamados por sus congregaciones. Uno de los comisionados se suicidó robando una fragata espacial y arrojándose con ella al sol.

Los historiadores estiman que los disturbios costaron ochenta millones de vidas. Esto significa aproximadamente seis mil muertos por cada planeta perteneciente por aquel entonces a la Liga del Landsraad. Considerada la época, esta estimación no es excesiva, aunque cualquier pretensión de proporcionar cifras exactas seguirá siendo siempre tan sólo esto… una pretensión. Las comunidades entre mundos estaban por aquel entonces en su nivel más bajo. Los trovadores, por supuesto, se ensañaron más que nunca.

En una comedia musical que se hizo muy popular en la época, uno de los delegados de la C.T.E. estaba sentado en una playa de blanca arena, bajo una palmera, y cantaba:

«¡Por Dios, las mujeres y el esplendor del amor Henos aquí divirtiéndonos sin miedo ni temor! ¡Trovador, trovador, cántame otra melodía, Por Dios, las mujeres y el esplendor del amor!»

Revueltas y comedias son síntomas profundamente reveladores de una época. Traducen el clima psicológico, las profundas incertidumbres… y la esperanza de algo mejor, mezclada con el miedo de que todo se traduzca en nada.

Las más eficaces barreras contra la anarquía, en aquel período, fueron la entonces embrionaria Cofradía, la Bene Gesserit, y el Landsraad, que alcanzaba sus 2.000 años de existencia pese a los graves obstáculos que había tenido que superar. El papel de la Cofradía parecía claro: ofrecía el transporte gratuito para todos los asuntos del Landsraad y de la C.T.E. El papel de la Bene Gesserit es más oscuro. Ciertamente fue en aquella época cuando consolidó su poder sobre las brujas, exploró el campo de los narcóticos más refinados, desarrolló el prana-bindu, adiestró y organizó la Missionaria Protectiva, aquel brazo negro de la superstición. Pero fue también el periodo que vio la composición de la Letanía contra el Miedo y en el que fue compilado el Libro de Azhar, aquella maravilla bibliográfica que preserva el gran secreto de las creencias más antiguas.