Toby se volvió con rapidez y se alejó lo más deprisa que pudo, antes de que Blanco tuviera tiempo de apuntar su malevolencia hacia ella. Sin aliento, dobló la esquina, recorrió media manzana y miró atrás. Blanco no estaba ahí.
Por una vez se sintió más que contenta de llegar al umbral del apartamento de Lucerne. Se levantó el cono de la nariz, forzó los músculos de su sonrisa profesional y llamó a la puerta.
– ¿Zeb? -preguntó Lucerne en voz alta-. ¿Eres tú?
San Euell de la Comida Silvestre
De los dones de san Euell.
Narrado por Adán Uno
Amigos míos, compañeros animales, mis queridos hijos:
Este día marca el principio de la Semana de San Euell, durante la cual recolectaremos los dones de la Cosecha Silvestre que Dios, a través de la naturaleza, ha puesto a nuestra disposición. Pilar, nuestra Eva Seis, nos llevará de excursión por Heritage Park, en busca de hongos, y Burt, nuestro Adán Trece, nos ayudará con las hierbas comestibles. Recordad: «En caso de duda, ¡escúpela!» Pero si un ratón se la ha comido, posiblemente tú también te la puedes comer. Aunque no siempre.
Los niños mayores asistirán a una demostración de Zeb, nuestro respetado Adán Siete, sobre la caza de animales pequeños mediante el uso de trampas para obtener comida de supervivencia en tiempos de imperiosa necesidad. Recordad, nada nos es impuro si sentimos gratitud y pedimos perdón, y siempre y cuando nosotros mismos estemos dispuestos a ofrecernos a la gran cadena trófica cuando nos llegue el turno. Porque ¿dónde si no radica el significado profundo de sacrificio?
La estimada esposa de Burt, Veena, sigue en barbecho, aunque esperamos volver a recibirla entre nosotros en breve. Que la luz la rodee.
Hoy hemos meditado sobre san Euell Gibbons, que floreció en esta tierra entre 1911 y 1975; hace mucho tiempo, pero está muy cerca en nuestros corazones. De niño, cuando su padre se fue de casa para buscar trabajo, san Euell proporcionó sustento a su familia gracias a su conocimiento de la naturaleza. No fue a ninguna universidad salvo a la Tuya, oh, Señor. En Tus especies encontró a sus profesores, con frecuencia estrictos pero siempre acertados. Y después compartió estas enseñanzas con nosotros.
Nos enseñó los usos de tus numerosos bejines, y de otros hongos; nos advirtió de los peligros de las especies venenosas, que no obstante poseen un valor espiritual si se toman en cantidades juiciosas.
Él nos cantó las virtudes de la cebolla silvestre, del espárrago silvestre, del ajo silvestre, que no exigen esfuerzo, ni están rociados de pesticidas cuando crecen dichosos lo bastante lejos de los cultivos de agricultura industrial. Conocía los medicamentos de los márgenes: la corteza de sauce para dolores y fiebres, la raíz de diente de león como diurético en caso de retención de líquidos. Nos enseñó a no malgastar; porque incluso la humilde ortiga, tan frecuentemente arrancada y arrojada, es fuente de muchas vitaminas. Nos enseñó a improvisar; porque si no hay acedera puede haber aneas; y si no hay arándanos azules quizás abunden los arándanos rojos.
San Euell, que podamos sentarnos en espíritu a tu mesa -esa humilde lona extendida sobre el suelo- y cenar contigo fresas silvestres, y frondas de helechos y vainas jóvenes de algodoncillo, ligeramente hervidas, con un poco de sucedáneo de margarina si se puede obtener.
Y en momentos de máxima necesidad, ayúdanos a aceptar lo que nos depare el destino; y susúrranos en nuestros oídos internos y espirituales los nombres de las plantas, y sus estaciones, y los lugares donde pueden encontrarse.
Porque se acerca el Diluvio Seco, y cesará toda compraventa, y nos encontraremos limitados a nuestros propios recursos en medio del Jardín munificente de Dios. Que también era tu Jardín.
Cantemos.
Oh, cantemos a las hierbas santas
Del Libro Oral de Himnos
de los Jardineros de Dios
24
Año 25
Recuerdo lo que había para cenar esa noche en el Cuarto Pringoso: había ChickieNobs. No me gustaba la carne desde mi paso por los Jardineros, pero Mordis decía que los ChickieNobs en realidad eran verdura, porque crecían en tallos y no tenían cara. Así que me comí la mitad.
Luego bailé un poco para no perder la práctica. Tenía mi propio Sea/H/Ear Candy, y cantaba. Adán Uno decía que Dios nos había creado con la música incorporada: podíamos cantar como los pájaros, pero también como los ángeles, porque el canto era una forma de alabanza con un origen más profundo que el habla, y Dios podía oírnos mejor cuando cantábamos. Trato de recordarlo.
Luego miré otra vez al Nido de Víboras. Había tres tipos de Painball allí: acababan de salir. Te dabas cuenta porque estaban afeitados, con el pelo recién cortado y ropa nueva, y parecían pasmados, como si los hubieran guardado en un armario oscuro durante mucho tiempo. Además lucían un pequeño tatuaje en la base del pulgar izquierdo: un círculo, rojo o amarillo brillante, según fueran del Equipo Rojo o del Equipo Dorado. Los otros clientes se estaban alejando de ellos, dándoles espacio, pero con respeto, como si se tratara de estrellas de la web o de héroes del deporte y no de criminales de Painball. También apostaban sobre los equipos: Rojo contra Dorado. Mucho dinero cambiaba de manos con el Painball.