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– No tengas aspecto abatido -le dijo Zeb-. Actúa como si sólo fuera un trabajo.

Había otro mirón, un chico alto de cabello oscuro. No estaba distraído por el numerito del Coro de Flores y Capullos; se quedó de pie apoyado contra un árbol, como con indiferencia. Llevaba una camiseta negra con un eslogan que decía: «El hígado es el mal, y hay que castigarlo.»

– ¿Conoces a ese chico? -preguntó Toby. La camiseta no encajaba. A un auténtico plebiquillo le habría quedado mejor.

Zeb lo miró.

– ¿A él? ¿Por qué?

– Se está interesando en nosotros. -De Corpsegur, pensó. No, demasiado joven.

– No mires -dijo Zeb-. Conocía a Pilar. Le conté que estaríamos aquí.

36

Según Adán Uno, la Caída del hombre era multidimensional. Los antepasados primates cayeron de los árboles; luego cayeron del vegetarianismo a comer carne. Después cayeron del instinto a la razón, y por consiguiente a la tecnología; de las señales simples a la gramática compleja, y por lo tanto a la humanidad; de la ausencia de fuego al fuego, y por consiguiente al armamento; y del apareamiento estacional a una actividad sexual compulsiva. Luego cayeron de una vida gozosa en el momento a la contemplación ansiosa de un pasado que se fue y un futuro distante.

La Caída continuaba, pero la trayectoria era cada vez más cuesta abajo. Absorbido en el pozo de conocimiento, sólo puedes caer en picado, aprendiendo cada vez más, pero sin ser más feliz. Y eso le ocurría a Toby desde que se había convertido en una Eva. Sentía que el título de Eva Seis la impregnaba, la erosionaba, desbastando las aristas de lo que había sido. Era más que austera. ¿Cómo se había permitido ser moldeada de este modo?

Sin embargo, ahora sabía más. Como ocurre con todo conocimiento, una vez que sabes algo, no te cabe en la cabeza cómo es que no lo supiste antes. Como pasa con la magia, antes de saber algo tienes el conocimiento ante tus propios ojos, pero estás mirando a otro lado.

Por ejemplo, los Adanes y las Evas tenían un portátil. Toby se desconcertó al descubrirlo. ¿Un aparato así no contravenía los principios Jardineros? Sin embargo, Adán Uno la había tranquilizado: nunca se conectaban salvo con extrema precaución, lo usaban sobre todo para almacenamiento de datos cruciales pertenecientes al mundo exfernal, y se ocupaban de ocultar un objeto tan peligroso del conjunto de los Jardineros, sobre todo de los niños. No obstante, tenían uno.

– Es como la colección porno del Vaticano -le contó Zeb-. Está a salvo en tus manos.

Guardaban el portátil en un compartimento escondido en la pared de la salita que había detrás de las cubas de vinagre, que también era donde celebraban las reuniones quincenales de Adanes y Evas. Había una puerta que daba a esta sala, pero antes de ser una Eva, a Toby le habían dicho que sólo había un armario detrás, que usaban para almacenar botellas. Había sin duda varios estantes para botellas vacías, pero la estantería completa se abría para revelar la puerta real de la sala. Ambas puertas se mantenían cerradas: sólo los Adanes y las Evas tenían llaves. Ahora Toby también tenía llave.

Debería haberse dado cuenta de que los Adanes y las Evas se reunían de un modo u otro. Daban la sensación de moverse y pensar como uno, y no usaban teléfonos ni ordenadores, así que, ¿cómo tomaban las decisiones de grupo excepto cara a cara? Tal vez había supuesto que intercambiaban información químicamente, como los árboles. Pero no, no era nada tan vegetaclass="underline" se sentaban en torno a una mesa como en cualquier otro cónclave y alisaban a martillazos sus posiciones -tanto teológicas como prácticas- con la misma falta de misericordia que los monjes medievales. Y, como les ocurría a los monjes, cada vez había más en juego. Eso preocupaba a Toby, porque las corporaciones no toleraban oposición, y la posición Jardinera contra las actividades comerciales en el sentido más amplio bien podría interpretarse como tal. De manera que Toby no estaba atrapada en ninguna cápsula sobrenatural, como había supuesto, sino que estaba caminando por el borde de un poder real y potencialmente explosivo.

Al parecer, los Jardineros ya no eran un minúsculo culto localizado. Estaban creciendo en influencia: lejos de confinarse al Jardín del Edén en el Tejado del Sumidero y a los tejados vecinos y a los otros edificios que controlaban, tenían ramificaciones en diferentes plebillas, e incluso en otras ciudades. Incluso contaban con células secretas de simpatizantes exfernales incrustados en cada nivel, hasta dentro de las mismas corporaciones. La información que proporcionaban estos simpatizantes era indispensable, según Adán Uno: por medio de ella podían monitorizar las intenciones y movimientos de sus enemigos, al menos en parte.

Se referían a las células como trufas porque estaban escondidas, y eran raras y valiosas, y porque nunca podías saber dónde aparecería la siguiente, y porque se empleaban cerdos y perros para localizarlas. No es que los Jardineros tuvieran nada contra los cerdos y los perros en sí. Adán Uno siempre insistía en que sólo estaban en contra de su esclavitud por parte de las fuerzas de las tinieblas.

Aunque habían ocultado su inquietud a la masa de los Jardineros, los Adanes y las Evas estaban preocupados por la detención de Burt. Algunos aseguraban que Corpsegur le ofrecería un trato que era viejo como el diablo: información a cambio de tu vida. Aunque Corpsegur no necesitaba hacer tratos, dijo sombríamente Zeb, porque cuando empezaban con sus procedimientos de Rendición Interna, una persona diría cualquier cosa. A saber cuántos cubos de mentiras incriminatorias le estarían extrayendo al pobre Burt junto con su sangre, su mierda y su vómito.

Así pues, los Adanes y las Evas esperaban una redada de Corpsegur en el Jardín en cualquier momento. Pusieron en marcha los planes de evacuación rápida, y alertaron a las células trufa, con las que podían contar para que los escondieran. Luego habían encontrado a Burt en un solar detrás del Scales and Tails, con quemaduras de congelación en la piel y sin sus órganos vitales.

– Quieren que parezca un crimen de la mafia -dijo Zeb en el consejo, detrás del Salón del Vinagre-. Pero no convence. La mafia haría más mutilaciones gratuitas. Por diversión.

Nuala se quejó de que era irrespetuoso por parte de Zeb usar el término «diversión» en ese contexto. Zeb dijo que estaba hablando irónicamente. Marushka la Comadrona, que rara vez decía nada, manifestó que la ironía estaba sobrevalorada. Zeb dijo que no había percibido esa sobrevaloración entre los Jardineros. Rebecca, que ya era una poderosa nueva Eva, Eva Once de Combinación de Nutrientes, dijo que todo el mundo debería contenerse un poco y morderse la lengua. Adán Uno manifestó que una casa con divisiones internas no podía sostenerse.

Entonces se organizó un animado debate sobre cómo deshacerse del cadáver de Burt. Burt había sido un Adán, dijo Rebecca: merecía ser compostado ilegalmente en Heritage Park, como cualquier otro Adán o Eva. Eso sería justo. Philo el Niebla -que era menos neblinoso dentro del consejo que fuera- opinó que resultaría demasiado peligroso. ¿Y si Corpsegur había dejado el cadáver de Burt para ver quién iba a recogerlo? Stuart el Escoplo dijo que Corpsegur ya sabía que Burt era Jardinero; por tanto ¿qué podían averiguar con eso? Zeb opinó que quizás el cadáver de Burt era un mensaje de Corpsegur a las mafias de las plebillas, para decirles que controlaran mejor sus operaciones y acabaran con los inconformistas que iban por libre.