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Se nos olvida que eres amor, y omitimos darte gracias; pensamos que el cielo es un vacío, y que el universo es nada.
Caemos en el abatimiento, nuestra hora maldecimos; decimos incluso que no existes o que no nos haces caso.
Perdona nuestro humor tornadizo, nuestro hablar triste y arisco; reconocemos hoy ser Tus tontos, lo celebramos jugando.
Por eso admitimos sin ambages que en nosotros todo es vano: nuestras ruines luchas y aflicciones, el dolor que nos causamos.
Por el pez burlamos y cantamos y reímos como niños; pinchamos la pompa y el orgullo, vemos todo con sonrisas.
No podemos concebir Tu Mundo lleno de estrellas y asombro; te rogamos que, entre Tus Tesoros, tengas también a Tus Tontos.

Del Libro Oral de Himnos

de los Jardineros de Dios

37

Ren

Año 25

Debo de haberme quedado dormida -estar en el Cuarto Pringoso te agota-, porque estaba soñando con Amanda. Caminaba hacia mí con su vestido caqui a través de un ancho campo de hierba seca salpicado de huesos blancos. Había buitres sobrevolando su cabeza, pero ella me vio soñando con ella, y sonrió y me saludó, y yo me desperté.

Era demasiado temprano para irse a dormir, así que me hice la pedicura. A Starlite le gustaba el efecto garra con refuerzo de seda de araña, pero yo nunca lo usaba porque Mordis decía que me daría una imagen desquiciante, como una conejita con espinas. Así que me ceñía a los tonos pastel. El esmalte de uñas te hacía sentir fresca y destellante: si alguien quería chuparte los pies, los pies tenían que merecer la pena. Mientras el esmalte se secaba, conecté la cámara del intercomunicador de la habitación que compartía con Starlite. Me alegró conectarme con mis propias cosas: mi tocador, mi Roboperro, mis trajes colgados en las perchas. Me moría de ganas de volver a mi vida normal. Tampoco es que fuera muy normal, pero me había acostumbrado a ella.

Luego navegué por Internet, buscando webs de horóscopos para ver qué clase de semana se presentaba, porque muy pronto saldría del Cuarto Pringoso si mis tests daban negativo. Wild Stars era mi favorita. Me gustaba porque te levantaba el ánimo:

La Luna en tu signo, Escorpio, significa que tus hormonas están disparadas esta semana. ¡Caliente, caliente, caliente! Disfruta, pero no te tomes demasiado en serio este estallido sexy: pasará.

Ahora estás trabajando mucho para hacer de tu hogar un palacio del placer. Es hora de que compres esas nuevas sábanas de satén y te metas en la cama. ¡Vas a mimar todos tus sentidos de Tauro esta semana!

Esperaba que el romance y la aventura vinieran en mi dirección, en cuanto saliera del Cuarto Pringoso. Y quizá viajes, o búsquedas espirituales: a veces los mencionaban. Pero las previsiones de mi signo zodiacal no eran tan buenas:

Mercurio el Mensajero en tu signo, Piscis, significa que las cosas y la gente del pasado te sorprenderán en las semanas venideras. ¡Prepárate para algunas transiciones rápidas! El romance puede adoptar extrañas formas: ilusión y realidad bailan pegados ahora mismo, así que actúa con precaución.

No me gustaba cómo sonaba eso de que el romance adopta formas extrañas. Ya tenía suficiente de eso en el trabajo.

Cuando volví a mirar en el Nido de Víboras, estaba a rebosar. Savona continuaba en el trapecio, y Crimson Petal también estaba allí arriba. Llevaba un integral de biofilm con volantes genitales extra y parecía una orquídea gigante. Abajo, Starlite seguía trabajándose a su cliente del Painball. Esa chica podía resucitar a un muerto, pero el tipo parecía casi inconsciente, así que no creía que le sacara una gran propina.

Los guardaespaldas de Corpsegur estaban al acecho, pero de repente todos miraron en dirección a la puerta, así que yo conecté con otra cámara para echar un vistazo. Allí estaba Mordis, hablando con otros dos tipos de Corpsegur. Había otro painballer con ellos, que parecía en un estado aún peor que los tres primeros. Más explosivo. A Mordis no le hacía ninguna gracia. Cuatro painballers era demasiado que controlar. ¿Y si eran de equipos diferentes y ayer mismo estaban tratando de arrancarse las tripas los unos a los otros?

Mordis estaba conduciendo al nuevo painballer a un rincón. Estaba gritando en el móvil; se acercaron apresuradamente tres bailarinas de refuerzo: Vilya, Crenola, Sunset. Bloquead la visión, debía de haberles dicho. Usad las tetas, ¿para qué creéis que os las ha dado Dios? Hubo un resplandor, un movimiento de plumas, seis brazos entrelazándolo. Casi podía oír lo que estaría susurrando Vilya al oído del tipo: «Coge dos, cielo, están baratas.» A una señal de Mordis, subió el volumen de la música: la música alta los distrae, es menos probable que se enfurezcan con los oídos atiborrados de sonido. Las bailarinas ya estaban sobre aquel tipo como anacondas. Y había dos gorilas del Scales al acecho.

Mordis estaba sonriendo: situación resuelta. Llevaría a ése a una de las habitaciones con plumas en el techo, lo empaparía de alcohol, le pondría unas cuantas chicas encima y lo convertiría en lo que Mordis llamaba un zombi feliz, colocado, con encefalograma plano y ordeñado hasta quedar reseco. Y ahora que teníamos BlyssPluss, tendría múltiples orgasmos y sensaciones de confianza alcohólica, sin problemas de microbios. La rotura de muebles en el Scales se había reducido de manera drástica desde que lo usábamos. Lo servían en polibayas bañadas en chocolate, y en olivas sojayectables: aunque tenías que tener cuidado de no pasarte, decía Starlite, o la polla del tipo podía partirse.

38

En el año 14 tuvimos la fiesta del Pez de Abril como de costumbre. En ese día se suponía, que tenías que actuar tontamente y reírte mucho. Yo le colgué un pez a Shackie, y Croze me colgó uno a mí, y Shackie le colgó uno a Amanda. Un montón de niños colgaron peces a Nuala, pero nadie le colgó ninguno a Toby, porque no podías pasarle por detrás sin que se diera cuenta. Adán Uno se colgó un pez a sí mismo para afirmar algo sobre Dios. Ese gamberrete de Oates iba por ahí corriendo y gritando «barritas de pescado», y clavándole un dedo por detrás a todo el mundo hasta que Rebecca le hizo parar. Luego estaba triste, así que me lo llevé a un rincón y le conté el cuento del buitre más pequeño. Era un chico dulce cuando no estaba incordiando.

Zeb se había marchado en uno de sus viajes, últimamente viajaba mucho. Lucerne se quedó en casa: dijo que no tenía nada que celebrar, y que, además, era una fiesta estúpida.

Fue mi primer Pez de Abril sin Bernice. De pequeñas, antes de que llegara Amanda, decorábamos juntas un pastel con forma de pescado. Siempre discutíamos sobre qué ponerle. Una vez habíamos hecho el pastel verde, con espinacas para el color verde y con ojos redondos de zanahoria. Tenía un aspecto francamente tóxico. Al pensar en ese pastel me entraron ganas de llorar. ¿Dónde estaba Bernice en ese momento? Me sentía avergonzada de mí misma por haber sido tan antipática con ella. ¿Y si estaba muerta como Burt? Si lo estaba, en parte era por mi culpa. Sobre todo por mi culpa. Por mi culpa.