– En efecto.
– ¿Y dónde se fabrica esa pistola?
– Originalmente, en Alemania -dice Sloan-. Pero, bajo licencia, algunas se fabrican en este país.
– ¿Sabe usted si la Walther PPK es del calibre tres ochenta?
– Lo es.
– ¿No es cierto que la Walther PPK calibre tres ochenta suele utilizarla la policía como arma de reserva?
– Sé de algunos agentes que la llevan -dice Sloan.
– ¿Se debe eso a su poco peso y a su formato compacto?
– Sí, creo que sí.
– ¿Resultaría exacto describir esta semiautomática, la Walther PPK tres ochenta, como una «arma femenina» debido a su pequeño tamaño?
– Protesto. Está pidiendo la opinión del testigo. Asume que existe alguna arma que sea «femenina» -dice Ryan.
– El testigo es un experto -le digo al tribunal.
– No hay fundamento -añade Ryan.
– Admitida la protesta -dice Peltro.
– ¿Existen armas cortas que sean preferidas por las mujeres?
– No lo sé -dice Sloan.
– ¿No es cierto que, como norma general, las mujeres tienden a comprar y usar armas cortas de pequeño tamaño?
Sloan reflexiona sobre esto unos momentos.
– Sí, como norma general, suele ser así.
– Gracias. ¿Y no es cierto que la Walther PPK tres ochenta es una de esas armas de fuego?
– Supongo que sí.
– O sea que si una mujer quisiera usar pistola, ésa sería perfecta para llevarla en el bolso, ¿no?
– Así es.
Menciono el tema del número de balas que caben en la pequeña Walther, siete, ocho si se mete una en la recámara, y el hecho de que se produce un giro a la derecha, como indican las estrías y surcos de los proyectiles extraídos del cuerpo de Suade. Las cosas me están yendo bastante bien con este testigo de cargo, y por algún motivo, quizá porque esté haciendo comedia en beneficio del jurado, a Ryan no parece preocuparle.
– Pasemos ahora al tipo de pistola del que estamos hablando, la semiautomática. ¿Puede usted explicarle al jurado cómo funciona una pistola semiautomática?
Ryan permanece sentado. De su expresión deduzco que se está preguntando si debe protestar, alegando quizá que la pregunta no es pertinente. Pero al final no lo hace.
– Se trata de algo bastante complicado -dice Sloan.
– Sólo pretendo una explicación sencilla, para legos.
– Generalmente, los proyectiles proceden de un cargador que se halla en el interior de la empuñadura de la pistola. Cuando el cargador está encajado adecuadamente, la parte alta queda justo por detrás de la recámara. Para cargar la primera bala es necesario tirar del cerrojo hacia atrás y dejar que el muelle de retroceso la empuje hacia adelante. Esto atrapa la primera bala del cargador y la coloca en la recámara, al tiempo que cierra herméticamente el orificio de eyección. En armas que disponen de percutor, el cerrojo también amartilla el percutor, colocándolo en posición de disparo. Luego, si el seguro no está puesto, lo único que hay que hacer es apretar el gatillo. Cada disparo activa el cerrojo y lo impulsa hacia atrás, metiendo automáticamente en la recámara el siguiente proyectil y amartillando el percutor.
– O sea que, una vez introducida la primera bala en la recámara, lo único que hay que hacer es apretar el gatillo, ¿no?
– Sí, si el arma no tiene el seguro puesto.
– ¿Y la pistola dispara a la misma velocidad con que uno aprieta el gatillo?
– Exacto.
– ¿Conoce usted el término «resistencia del gatillo»? La cantidad de presión necesaria para disparar cualquier arma.
– Sí.
– Debo protestar -dice Ryan-. La defensa está rebasando el ámbito de lo que yo pregunté.
– Señoría, el señor fiscal sacó a relucir el tema al decir que la pistola era semiautomática. Creo tener derecho a preguntar cómo funciona una arma de ese tipo.
– Admitida la pregunta -dice Peltro.
– Hablando en términos generales, ¿no es cierto que la resistencia del gatillo se mide en libras de presión necesarias para empujar un gatillo hasta el punto de disparo?
– En términos generales, así es.
– Ahora le plantearé una cuestión hipotética. Es usted experto en armas de fuego, ¿verdad?
– Sí.
– Supongamos que esté usted comparando el arma a la que nos referimos con un revólver, con lo que se conoce como revólver de doble acción. Sabe usted lo que es, ¿verdad?
– Sí.
– Explíqueselo al jurado.
– Un revólver de doble acción es aquel en el que no hace falta amartillar el percutor manualmente para dispararlo. Simplemente, se aprieta el gatillo y éste hace girar el cilindro, poniendo una nueva bala ante el percutor y disparando el arma.
– Supongamos que compara usted un revólver de doble acción con una pistola semiautomática. Supongamos también que sólo nos preocupa la cuestión de cuántas libras de presión son necesarias para efectuar un segundo disparo. Supongamos igualmente que, una vez cada una de las armas ha disparado un primer proyectil, tanto el revólver de doble acción como la pistola semiautomática se disparan con sólo apretar el gatillo. ¿Entiende lo que quiero decir?
Él asiente con la cabeza.
– Debe usted hablar para que su respuesta conste en acta.
– Sí.
– Según esa hipótesis, ¿no es cierto que la resistencia del gatillo sería mucho menor en el caso de la semiautomática que en el caso del revólver?
– Señoría, no veo la relación… -protesta Ryan.
– El testigo ha declarado que se hicieron dos disparos, y que se extrajeron dos proyectiles del cuerpo de la víctima. Creo que la defensa tiene derecho a indagar acerca de la fuerza necesaria para apretar el gatillo por segunda vez.
Peltro asiente con la cabeza.
– Desestimada la protesta.
– Puede usted contestar a la pregunta -le digo a Sloan.
– Por lo general, hace falta menos fuerza para disparar una semiautomática que un revólver de doble acción.
– ¿Mucha menos fuerza?
– Sí.
– ¿Diría usted que bastaría una presión muy ligera para disparar la pistola semiautomática?
– Depende del arma de la que hablemos -dice él.
– Supongamos que hay dos personas peleándose por una pistola semiautomática.
Por el rabillo del ojo veo que Ryan se remueve incómodo en su sillón. No le gustan las imágenes mentales que conjuran mis preguntas.
– Supongamos también que una de las personas tiene el dedo sobre el gatillo y que la otra intenta apartar la pistola. Y supongamos igualmente que la pistola tiene un proyectil en la recámara, con el percutor ya amartillado y el seguro quitado. ¿Haría falta mucha fuerza para disparar esa pistola?
– ¿Mucha fuerza, comparada con qué?
– Con la que haría falta para disparar un revólver de doble acción, por ejemplo.
– Haría falta menos fuerza.
– ¿Considerablemente menos?
– Creo que sí.
– O sea que una ligera presión sobre el gatillo podría provocar el disparo.
– Es posible.
– Y el arma quedaría inmediatamente dispuesta para disparar de nuevo, ¿no?
– Si funciona adecuadamente, sí.
– Y la misma cantidad de fuerza, una ligera presión sobre el gatillo, podría hacerla disparar por segunda vez, ¿no?
– Haría falta la misma fuerza, no sé si ligera o fuerte. Dependería del tipo de arma de que se tratase.
Esto es lo máximo que voy a sacar. Habiendo escalado el muro, ahora lo salto.
– Y sigamos suponiendo, sólo por suponer, que al luchar por el arma, ésta se diese la vuelta y la primera bala alcanzase a la víctima.
– No entiendo -dice Sloan.
– Si el arma estaba en manos de la víctima y se daba la vuelta, ¿sería posible que la reacción ante ese primer balazo fuera suficiente para hacer que la pistola se disparase por segunda vez?
– ¡Protesto! -Ahora Ryan se halla en pie.