– En efecto.
– Antes de decirnos lo que encontró en él, ¿podría describir el barco en cuestión?
– Es un gran pesquero deportivo. Casco de acero. Trece metros de eslora. Motores diésel gemelos.
– ¿Se trata de una embarcación costosa? -pregunta Ryan.
– Me gustaría tener una así -dice Koblinski.
Leves risas entre el jurado.
La sonrisa de Jonah es forzada. Nuestro cliente no tiene buen aspecto.
– ¿Y qué encontró a bordo? -Rastros de sangre. Gran cantidad de sangre de pez.
– ¿Le fue posible establecer si era igual que la sangre encontrada en las ropas de la víctima?
– No. Había demasiada contaminación. Demasiadas clases distintas de sangre de pez.
– ¿Qué más encontró?
– Escamas de pez.
– Eso debe de ser bastante frecuente en un barco de pesca, ¿no?
– Sí.
– ¿Encontró usted escamas como las que halló en la ropa de la víctima?
– No. Pero lo que sí encontré fue una foto.
– Un momentito -dice Ryan. Susurra algo a uno de sus subalternos, un ayudante que se sienta a la mesa junto a Avery. El joven abogado va hasta el carrito de las pruebas, coge un sobre y se lo entrega al alguacil.
Koblinski lo coge y lo abre.
– ¿Reconoce usted la foto? -pregunta Ryan.
– Sí. Es la que encontré en el barco.
– ¿Puede decirle al jurado qué aparece en esa foto?
– Es una instantánea del acusado, de pie en el muelle junto a su barco, y junto a un gran pescado, un pez aguja azul.
– ¿Que tiene el mismo tipo de escamas que usted encontró en las ropas de la víctima?
– Exacto.
– ¿Examinó usted algo más perteneciente al acusado aquel día o poco después?
– Sí.
– ¿El qué?
– Un mono de pesca. Lona cauchutada.
– ¿Dónde encontró ese mono?
– En el domicilio del acusado.
– ¿Y encontró en ese mono algún tipo de prueba menuda? -pregunta Ryan.
– Había en él mucha sangre de pez. Y otros restos orgánicos.
– ¿También escamas de pez?
– Por todas partes -dice Koblinski.
– ¿Escamas de un pez aguja azul?
– Sí.
– ¿Qué más?
– Nos incautamos de uno de los vehículos del acusado, un Ford Explorer verde modelo 1996. Lo remolcamos hasta el depósito municipal.
– ¿Inspeccionaron el vehículo?
– En efecto.
– ¿Y qué encontraron?
– Más de lo mismo -dice Koblinski-. Sangre de pez seca en las fundas de lona de los asientos delanteros y traseros.
– ¿En el lado del conductor y del acompañante?
– Exacto.
– ¿Y qué más?
– Encontramos gran cantidad de pruebas menudas en las fundas de los asientos, gran variedad de escamas de distintos tipos de pez. Pero en los dos asientos delanteros hallamos una gran concentración de escamas de pez aguja azul.
– ¿Puede usted describir las fundas de los asientos?
– Eran de lona -dice Koblinski-. Parecía como si originalmente hubieran sido utilizadas para otra cosa. Quizá fueran parte de una capota del barco. Eran de color verde, estaban cortadas formando grandes cuadrados y colocadas sobre los asientos.
– Y esas escamas de pez aguja, las pruebas menudas que ustedes encontraron, ¿estaban pegadas a la lona?
– No. Las escamas tienen bordes muy afilados, como se advierte cuando uno las mira por el microscopio. Se clavaron en el tejido de las fundas de los asientos.
– ¿También fue así como las encontró en las ropas de la víctima? ¿Clavadas en el tejido?
– Algunas de ellas.
– ¿Recogieron ustedes muestras de la sangre de pez seca y de las escamas encontradas en las fundas de los asientos del vehículo del acusado?
– En efecto.
– ¿Descubrieron ustedes algo más cuando examinaron el vehículo del acusado, el Ford Explorer verde?
– Sí. Encontramos una etiqueta, lo que parecía ser un recibo de un taxidermista que tiene su tienda en la parte sur de la bahía. Era antigua, y estaba fechada hacía cuatro meses. Pero corrimos el albur.
– ¿A qué se refiere?
– Fuimos a Sal's Taxidermy, la tienda que extendió el recibo.
– ¿Qué descubrieron?
– Que el recibo en cuestión fue extendido a nombre del acusado varios meses antes. Según los registros de la tienda, era para la preparación de una gran lubina.
– ¿Preparación?
– Disecado y montaje -dice Koblinski-. Pero también descubrimos que un pez mucho mayor había sido entregado a la tienda tres días antes, no por el acusado, sino por uno de sus marineros…
– Protesto. Testimonio de oídas.
– Se admite la protesta -dice Peltro.
– ¿Tuvo usted ocasión de ver otro pez mientras se hallaba en Sal's Taxidermy?
– Sí. Estaba almacenado en un frigorífico.
– ¿Podría describir ese pez?
– Era un gran pez aguja azul. Pesaba algo más de cuatrocientos cincuenta kilos. El peso estaba marcado en la etiqueta. Se trataba de un gran pez para la California meridional. A veces son más grandes, en Kona, Hawai, y en Australia. Pero cuatrocientos cincuenta kilos son muchos para la costa del Pacífico. Probablemente será cosa de El Niño. Muchos peces suben más hacia el norte de lo habitual.
– ¿Sabe usted algo acerca de los peces aguja?
– He ido a pescarlos un par de veces, en barcos alquilados.
– ¿Y el que nos ocupa era el mayor que había visto usted?
– Sí.
– Dice usted que vio la etiqueta. ¿Aparecía en esa etiqueta el nombre de la persona que lo pescó?
– En efecto.
– ¿De qué nombre se trataba?
– Del acusado. Jonah Hale. -Koblinski mira a Jonah al decir esto.
– ¿Recogieron ustedes muestras de sangre y escamas de ese pez aguja, el que estaba a nombre del acusado en Sal's Taxidermy?
– En efecto.
– ¿Y examinó usted las escamas bajo un microscopio?
– Sí.
– ¿Sacó usted alguna conclusión u opinión de ese examen?
– Sí. Llegué a la conclusión de que las escamas recogidas de las ropas de la víctima Zolanda Suade, examinadas bajo el microscopio, parecían ser del mismo tamaño, color y tipo que las recogidas de las fundas de los asientos del vehículo del acusado. También parecían coincidir en tamaño, color y tipo con las escamas recogidas del pez aguja que se encontraba en un refrigerador de Sal's Taxidermy.
– Una última pregunta. ¿Recogieron ustedes muestras de la sangre seca de la ropa de la víctima así como de la procedente del pez aguja del almacén refrigerado y las enviaron a otro laboratorio para que las analizasen allí?
– En efecto. Junto con muestras de tejido del pez.
– ¿Y adónde enviaron todo ello?
– A Genetics Incorporated, en Berkeley, California.
– Gracias, señor Koblinski -dice Ryan. Y, volviéndose hacia mí, añade-: Su testigo.
Ryan ha conseguido un testimonio que nos es bastante perjudicial, pero se ha dejado algunas cosas que yo puedo aprovechar.
– Señor Koblinski… ¿Debo llamarlo señor, o agente?
– Señor -dice él. Koblinski no es agente jurado de la ley, sino técnico de laboratorio.
– Comencemos por el examen del vehículo del señor Hale, el Ford Explorer del 96. Registraron ustedes el vehículo, ¿no es así?
– En efecto.
– ¿Cómo lo hicieron?
– Le pasamos un aspirador especial provisto de filtros. Marcamos cada filtro en lo referente a localización, y luego metimos los filtros en bolsas de pruebas.
– ¿Fue así como recogieron los restos de sangre de pez seca y de escamas de pez?
– Así y por medio del examen con lupa. Algunos fragmentos los recogimos con pinzas.
– O sea que la búsqueda fue bastante minuciosa.
– Efectivamente.
– ¿Encontraron algún casquillo de bala en el coche del señor Hale?
– No.
– ¿Encontraron restos de sangre humana en el coche?