Segundo, exigimos que se haga pública la declaración sobre el Tribunal de La Haya y Srebrenica contenida en el informe del Arzobispado de Atenas «Turquía-Estados Unidos-Grecia. Desarrollo y perspectivas», para que todos los griegos sepan que la Iglesia griega nos apoya, mientras que nuestros políticos prefieren ser el felpudo de la Unión Europea y los sicarios de los europeos.
Tercero, exigimos que el Gobierno pida oficialmente a los pasajeros griegos de El Greco que firmen el texto que os hemos enviado. Todos los que firmen serán liberados de inmediato y podrán volver a sus casas. Ya hemos dado muestras de que somos ortodoxos y buenos cristianos al dejar en libertad a viejos y a enfermos.
No consideréis ese gesto una debilidad, ni penséis que se trata de un farol. Estamos dispuestos a llegar hasta el finaclass="underline" a partir de ahora ejecutaremos cada día a un rehén, y sólo nos detendremos cuando nuestras reivindicaciones sean aceptadas. Hoy hemos matado al primero a modo de advertencia: un albanés, un compatriota de los que la OTAN defendió en Kosovo bombardeando a nuestros hermanos serbios. De vosotros depende que le sigan otros.
Organización de Voluntarios Griegos de la Bosnia Serbia «El Fénix».
Es la cuarta vez que escucho una voz ronca de hombre que, por el transmisor del barco, lee el texto en tono apasionado, mientras que la cadena de televisión, para facilitar su comprensión, lo va transcribiendo a la derecha de la pantalla. Acto seguido aparece la declaración que la Organización de Voluntarios Griegos de la Bosnia Serbia exige que firmen los rehenes, por indicación del Gobierno:
Nosotros, los pasajeros y la tripulación de El Greco, manifestamos nuestro apoyo sin reservas a los voluntarios griegos que lucharon en Bosnia al lado de nuestros hermanos serbios. Condenamos la hipocresía y la doble moral de Estados Unidos y de la OTAN, que diariamente denuncian el terrorismo islámico pero que, en el caso de Serbia, han tratado a nuestros hermanos peor incluso que a los musulmanes, y han calificado de matanza la legítima defensa de los serbios frente a la expansión islámica. Exhortamos al Ministerio de Justicia a que detenga todas las investigaciones e interrogatorios sobre la participación de los voluntarios griegos en la supuesta «matanza» de Srebrenica. Exhortamos al Gobierno a no ceder frente a las presiones de Estados Unidos, de los miembros de la OTAN y de la Unión Europea, que quieren entregar a los honestos luchadores griegos al Tribunal de La Haya.
Los pasajeros griegos y la tripulación de El Greco
Si no estuviese muerto de miedo, me partiría de risa. Habíamos sopesado todas las posibilidades con respecto a la nacionalidad de los guerrilleros -islamistas, palestinos, chechenos- y ahora resulta que son griegos ortodoxos. Me parece ver frente a mí a Guikas y a Parker: el uno quisiera que se lo tragase la tierra, mientras que el estadounidense se frota las manos porque ve confirmada su teoría de que hasta los esquimales son terroristas en potencia.
Cuando se termina el texto, veo, también por cuarta vez, caer lentamente al mar al albanés rubio desde la cubierta de El Greco. Las imágenes se desvanecen y dan paso al presentador, en los estudios de televisión. Delante de él, en una pequeña pantalla que muestra al fondo la entrada de la residencia del primer ministro, se encuentra el corresponsal de la cadena.
– Empecemos por ti, Manos -dice el presentador-. ¿Hay alguna novedad?
– Ninguna, Fotis. La reunión del primer ministro con los responsables de las carteras de Exteriores, Interior y Justicia prosigue. Las informaciones que circulan, y las transmito con todas las reservas, aseguran que el Gobierno pedirá a los rehenes que firmen la declaración de los terroristas.
– ¿Significa eso que van a cumplir sus exigencias?
– Probablemente se trate de un movimiento táctico, Fotis. Si el Gobierno no acepta esta pretensión, es probable que los rehenes no le hagan caso y firmen la declaración por propia iniciativa. De modo que el Gobierno se decantará por el mal menor, es decir, pedirá a los rehenes que firmen pero sin que parezca que el Gobierno transige en todas las exigencias.
– Continúen en antena. Hacemos una breve pausa para publicidad y volvemos.
Como sé que las pequeñas pausas para la publicidad son más largas cuanto más preocupantes son los hechos, llamo a Guikas para ver si me entero de algo más.
– No sé nada, porque no hay nada -me explica-. En estos momentos el primer ministro está reunido y todos esperamos las decisiones que se deriven de esa reunión. Si quieres saber mi opinión, aceptarán que los pasajeros firmen la declaración y que se difunda lo que dice el Arzobispado. Pero es difícil que se interrumpan las investigaciones sobre Srebrenica. Si el Gobierno acepta esta condición, quedará en ridículo y los norteamericanos y los europeos nos harán picadillo.
– De todos modos, aceptando dos de las exigencias, los nuestros se salvan, pero los extranjeros lo tienen más bien crudo.
Duda un instante, y después dice de manera contenida:
– Paso a paso, Kostas. Primero consigamos la liberación de nuestros compatriotas, que son la mayoría, y después ya veremos cómo ayudar al resto. ¡Si mañana esos tipos de negro empiezan a disparar mientras la televisión lo transmite en directo, el Gobierno ya puede dimitir!
Cuelgo y llamo a mi mujer. No contesta. Por un momento me cruza por la mente que tal vez esté enfadada conmigo después de nuestra pequeña discusión de anoche, pero lo descarto. Cuando cuelgo, empieza a sonar el móvil. Es Palioritis, el jefe de la Brigada Científica.
– El revólver es una Luger, con toda seguridad, y puedo decirle también el año de fabricación.
– Te escucho -le digo, desganado, porque en este momento he puesto el asesinato de Stelios Ifantidis en lista de espera.
– Es de 1942 o de 1943 -afirma Palioritis-. Hemos encontrado una igual en el Museo Militar.
– Muchas gracias. ¡Buen trabajo!… -le felicito, pero cuelgo antes de acabar porque el presentador ha vuelto a aparecer en pantalla, con el corresponsal de la cadena, que monta guardia delante de la sede del Arzobispado.
– Nasos, ¿qué novedades tenemos?
– En estos momentos, el Consejo Eclesiástico está reunido, y el arzobispo sigue en contacto permanente con el primer ministro. Hasta ahora no ha habido ninguna declaración oficial. La versión que circula entre círculos de la Iglesia es que…
– Nasos, disculpa, tengo que interrumpirte. Me informan desde redacción que el portavoz del Gobierno se dispone a hacer unas declaraciones.
En cuanto el aludido aparece en la sala de prensa, los periodistas empiezan a bombardearle con preguntas. El representante del ejecutivo levanta los brazos, como si quisiese protegerse, y declara: