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Cuando lo consiguió, respiró profundamente y cerró los ojos, decidida a dormir un poco. Sin embargo, con cada movimiento de las olas, la hamaca se balanceaba, lo que le estaba empezando a producir náuseas. Admitiendo su derrota, se bajó de la hamaca a los cinco minutos.

– Esto es ridículo -musitó ella. -¡Tengo todo el derecho del mundo a dormir en una cama de verdad!

Con eso, tomó su manta y se dirigió al camarote principal. Sin ninguna etiqueta, abrió la puerta. Dev la miró asombrado y se incorporó de la cama, donde estaba leyendo una revista. Llevaba un par de gafas de montura muy fina y la miró por encima de los cristales, completamente asombrado.

– Vengo a reclamar mi mitad de la cama -dijo Carrie, cruzando la habitación.

Entonces, él sonrió, pero no dijo nada. Se limito a apartar, a modo de invitación, las sábanas del lado libre. Ella sintió que su enfado subía varios grados. ¡Porque fuera a dormir con él, no significaba que le permitiera tomarse libertades!

Carrie tomó dos cojines y los colocó en el centro de la cama y luego los reforzó con un par de almohadas, creando una resistente barrera en medio de la cama.

– Simplemente vamos a dormir en la misma habitación -dijo ella. -Mientras tú permanezcas en tu lado de la cama y yo en el mío, todo irá bien.

– No sé -respondió Dev. -Yo me muevo mucho mientras duermo. No te puedo garantizar lo que voy a hacer.

– Es muy tarde -le espetó ella, cubriéndose con la manta hasta la barbilla. -Si no te importa, me gustaría dormir un poco.

Dev sonrió y entonces extendió la mano y apagó la luz de la mesilla de noche. Pero Carrie no se sentía a gusto en la oscuridad, así que encendió su lámpara.

– Yo no puedo dormir con la luz encendida -dijo él.

– Y yo no pienso dormir con ella apagada -replicó Carrie.

Dev pegó un empujón a la barrera y pasó por encima de ella como si no estuviera allí. El cuerpo de él cayó sobre el de ella, haciéndole sentir el calor que emanaba de su cuerpo a través del pijama de algodón que ella llevaba puesto. Entonces, él apagó la luz, pero no hizo intento alguno por volver a su lado de la cama.

Ella no podía verlo en la oscuridad del camarote, pero sí podía sentir la caricia del aliento de él sobre los labios. Conteniendo la respiración, esperó, preguntándose si iba a besarla. Si así era, no podría rechazarlo. No podía ignorar el deseo que la embargaba.

– Dulces sueños, Carrie.

Entonces, él se apartó, dejándola fría y sola en su lado de la cama. Carrie respiró profundamente para intentar evitar las sensaciones que había experimentado. Aquello era típico de aquellas desastrosas vacaciones. La primera noche, ella no había sentido los besos de Dev. Y entonces, estaba esperando que pasara lo mismo para poder experimentar lo que se había perdido aquella primera noche.

Estuvo esperando hasta que la respiración de él se hizo lenta y profunda. Entonces, se volvió hacia él e intentó distinguirle los rasgos en la oscuridad a través de la suave luz que entraba por los ojos de buey.

Lentamente, ella extendió la mano y le tocó el pelo, apartando la mano enseguida. Se había pasado tanto tiempo teniendo fantasías con aquel hombre… Sin embargo, en aquellos momentos, le pareció que, a pesar de todos los problemas que había entre ellos, le estaba empezando a gustar más la realidad que la fantasía.

CAPÍTULO 04

Carrie no sabía a ciencia cierta cuánto tiempo había estado dormida, pero cuando se despertó, el camarote estaba iluminado por el sol. Contuvo el aliento y lentamente acercó los dedos para tocar la barrera que ella había creado en medio de la cama. Sin embargo, al otro lado no había nada más que sábanas revueltas. Entonces ella respiró aliviada y se incorporó.

No se podía creer que hubiera pasado otra noche en la misma cama que Dev Riley. La primera noche había sido una equivocación y la segunda necesidad. ¿Habría una tercera y una cuarta? ¿Qué pasaría si así era?

Las fantasías le llenaron la mente y cerró los ojos para saborear el momento. Aunque él se comportaba como un arrogante algunas veces, no tenía duda alguna de que sería un amante maravilloso. Ella había tenido amantes en el pasado, pero el sexo siempre le había dado un poco de miedo. Ella nunca había conocido a un hombre que le hiciera hervir la sangre y temblar de pensar solamente cómo sería estar con él.

Así debería ser, pensó mientras se dejaba caer de nuevo sobre la almohada. Delirio y pasión conduciéndolos a un clímax perfecto y… entonces la perfecta satisfacción. Carrie suspiró. Al menos eso era lo que había leído en los artículos de las revistas. Hacer el amor significaba deshacerse de las inhibiciones. Y con Dev, ella podría hacerlo.

Después de todo, la noche anterior había sido ella la que se había metido en su cama. La Carrie Reynolds que ella conocía jamás hubiera sido capaz de eso. Sin embargo, la Carrie Reynolds de aquellas vacaciones era diferente.

De repente, alguien llamó a la puerta. Ella se incorporó. Si realmente deseaba tanto a Dev, ¿por qué no podía hacer que sus sentimientos fueran más aparentes? Si ella quería, podría ser atractiva y seductora. Carrie se colocó el pijama de manera que se le viera un poco la piel del hombro, luego se pasó la mano por el pelo y respiró profundamente.

– ¿Quién es? -preguntó, esperando que Dev contestara.

– Soy Moira, querida. ¿Puedo entrar? -preguntó la mujer. Antes de que Carrie pudiera ocultar su desilusión, la mujer abrió la puerta. -Te traigo un poco de desayuno. El señor Riley me dijo que tal vez te apeteciera dormir hasta tarde. Ya sé que no dormiste mucho anoche.

– ¿Él ha dicho eso? Bueno, pues te puedo asegurar que no pasó nada aquí anoche. Dormimos juntos, pero no pasó nada entre nosotros… Fue como ir de acampada.

– Claro que sí. Estoy segura de que él se refería a las quemaduras -dijo Moira, con una dulce sonrisa, mientras le ponía la bandeja en la cama. -Él me ha dicho que parecías un poco incómoda y que tuviste un sueño muy inquieto -añadió, enseñándole un tubo de bálsamo. -Nos hizo llamar por radio a un médico de Cayo Largo para que nos mandara esto. Te ayudará a aliviar los granos que tienes en la cara.

Carrie se había olvidado de los granos. ¡Qué humillante! Había intentado parecer sexy cuando parecía una niña con varicela.

– ¿Que él ha ordenado que me envíen esto?

Moira tomó el tubo y aplicó el bálsamo en las mejillas de Carrie. El alivio y la frescura fueron casi inmediatos.

– Luego, contrató un chófer para que lo trajera a Tavernier y que luego un barco nos los acercara esta mañana. Me apostaría que todo eso le ha costado bastante dinero. Además, también pidió que te trajeran otras cosas. Algunas cremas y lociones, aceite de baño y un precioso camisón hecho de la tela más suave que he visto en mucho tiempo.

– ¿Que Dev Riley ha hecho eso por mí? -preguntó Carrie, tomando la bolsa que la mujer llevaba en el brazo. Estaba asombrada de que él se hubiera tomado tantas molestias.

– Está bastante preocupado por ti, querida. Me imagino que se siente un poco culpable por vuestra pequeña discusión. Me alegro tanto de que hayáis solucionado vuestros problemas. Hacéis una pareja perfecta.

– No tenemos ningún problema. Y no somos pareja. Ni siquiera nos conocíamos. Éramos dos extraños.

– Extraños que comparten la misma cama -replicó Moira, negándose a aceptar la verdad. -Bueno, pues yo diría que ese muchacho tiene una buena manera de tratar a las extrañas.

– En cuanto pueda encontrar el modo de llegar a Miami, yo me marcho.

– Es mejor que empiece a recoger todo -dijo Moira, suspirando. -Hemos atracado. Si te apetece ir a dar una vuelta por la ciudad después de comer, nos encantaría llevarte. Tú puedes encontrar el modo de volver a Miami, si es que tienes tantas ganas de irte. Simplemente, háznoslo saber cuando estés lista.