Carrie nunca había conocido algo como lo que acababan de compartir y que hubiera tenido un efecto más devastador en su cuerpo y en su alma. Amaba a aquel hombre más de lo que se había imaginado. Sus deseo infantiles se transformaron en profundos sentimientos hacia él. Lo quería en cuerpo y alma durante toda su vida. Para siempre.
Hicieron el amor de nuevo en la playa, cómodamente envueltos en la manta. Ella se quedó dormida entre sus brazos. Carrie casi no se dio cuenta de que él la llevaba a la habitación ni de que se metía en la cama con ella. Sin embargo, cuando se despertó con sus caricias, estuvo encantada de que él se tumbara de nuevo encima de ella y disfrutó con la sensación de que la penetrara de nuevo, suavemente. Sus sueños se habían hecho realidad.
Mientras él la condujo de nuevo al orgasmo, Carrie se dio cuenta de que había encontrado un paraíso entre los brazos de Dev. En cuanto a la realidad, la dejaría para cuando amaneciera.
Dev se despertó solo, pero al darse la vuelta en la cama, sonrió. Carrie no podía haberse ido muy lejos. Estaban en una isla de la que no se podía escapar. Si esperaba lo suficiente, ella volvería a la cama y podrían continuar con los placeres que habían compartido la noche anterior.
Cuando finalmente se habían quedado dormidos, abrazados, ya estaba amaneciendo. A él le hubiera gustado contemplar la puesta de sol con ella, pero ambos estaban demasiado agotados y se habían quedado dormidos. Sin embargo, no importaba. Ya tendrían la puesta de sol del día siguiente.
Dev miró el techo de la habitación y suspiró. ¿Por qué el pensar en mañana lo entristecía tanto? Dev no sabía cómo se separarían. Había considerado todas las opciones, incluso la de pedirle que se mudara a Chicago con él para que pudieran compartir una relación con futuro. Sin embargo, la mala experiencia que había tenido con Jillian le hacía ser cauto.
¿Estaba enamorado de Carrie Reynolds? Por el momento, le parecía que sí. Sus sentimientos hacia Carrie habían ido más allá de lo que sentía por Jillian, a pesar de que solo habían pasado una semana juntos. Sin embargo, tenía miedo. No estaba seguro de que aquellos sentimientos duraran fuera de la cama, o fuera del paraíso que habían encontrado. Siempre había oído que las aventuras de vacaciones eran como una hoguera. Calientes, intensas, pero no muy duraderas.
Dev se tumbó de lado para poder incorporarse en la cama. Tenía la intención de estar con Carrie todo lo que pudiera y disfrutar. En cuanto al futuro, ya tendría tiempo de enfrentarse a aquel problema. Entonces, se levantó y se puso un par de pantalones y se dirigió a la puerta. En aquellos momentos, necesitaba un café y a Carrie, y no necesariamente en ese orden.
La casa estaba en silencio, inundada solo por el rugido del mar. Dev bajó lentamente las escaleras, frotándose los ojos y bostezando.
Tal vez ella estaba preparando el desayuno. El ama de llaves ya habría llegado y probablemente ya había empezado a preparar el café. Sin embargo, cuando Dev llegó al vestíbulo, vio el equipaje de Carrie en el suelo. Estaba a punto de llamarla cuando ella apareció. Al verlo, se detuvo en seco y luego esbozó una sonrisa forzada.
Ya estaba vestida con un par de pantalones y una chaqueta de lino. Tenía el pelo recogido con un pañuelo que se había comprado en el Cayo Oeste. Estaba tan hermosa como la noche anterior, cuando se había arqueado contra él, con los ojos llenos de deseo y la respiración ahogada entre gemidos.
– Buenos días -dijo ella, con voz suave.
Dev se acercó a ella y Carrie, al mismo tiempo, dio un paso atrás. ¿Qué le había pasado? La afectuosa y cálida mujer que había compartido su cama la noche anterior había desaparecido. Solo le quedaba una fría indiferencia.
– ¿Dónde vas? -le preguntó él por fin, señalando el equipaje.
– Me voy a casa. Me marcho en el bote del marido del ama de llaves dentro de unos pocos minutos. Voy a tomar el vuelo que sale a Miami esta tarde.
– ¿Estabas pensando marcharte sin decir adiós? -preguntó él, incrédulo.
– Lo siento… No quería despertarte.
– ¿Que no querías despertarme? -exclamó Dev. -¿Es esa tu excusa? ¡Maldita sea, Carrie! Anoche hicimos el amor. Fue algo increíble. La gente no se larga después de una noche como esa.
– Lo siento -repitió ella.
– Por muchas veces que lo digas, cielito, eso no basta. Creo que me merezco algo más que un «lo siento». Me merezco una explicación.
Dev esperó a que ella hablara. No estaba dispuesto a dejarla marchar sin una explicación. Finalmente, ella levantó la cara del suelo y lo miró.
– Tú me dijiste que no ocurriría nada si yo no quería. Anoche quise, pero no quiero hablar de anoche. Solo quiero marcharme.
– ¿Qué pasa? ¿Es ese vaquero? ¿Es que te sientes culpable? No tienes por qué. Tú no lo has engañado.
– ¡No es un vaquero! -gritó ella, llena de frustración. -Él es… no es nadie. Él no importa. Y no me siento culpable. No es por eso por lo que me marcho.
– Entonces, quédate -dijo él, extendiendo la mano. -Todavía nos queda otro día.
– Dev, seamos prácticos -le espetó ella, dando un paso atrás. -Yo…
– ¡Al diablo con lo de ser prácticos! ¿Por qué todo tiene que ser práctico en lo que a ti respecta? Anoche hicimos el amor porque los dos queríamos. Lo de ser práctico no tuvo que ver nada con ello.
– Ambos sabíamos que tendríamos que decir adiós tarde o temprano. Yo lo estoy haciendo más fácil para los dos. Solo estoy diciendo que no deberíamos convertirlo en algo que no ha sido.
– ¿Y qué ha sido para ti?
– Práctica -dijo Carrie, respirando profundamente. -Ya te dije para qué había venido de vacaciones. Y tú sabes mejor que nadie que esto no es real. Lo que hemos compartido en estas vacaciones es una fantasía. Un romance de vacaciones y nada más.
Dev se echó a reír con amargura. ¡Aquel era el discurso que él debería haber dado a ella! Lo había planeado todo en la mente, pero, cuando lo estaba oyendo, no le gustaba en absoluto.
– ¿Así que ya está? Simplemente te vas a marchar… -dijo él, sacudiendo la cabeza. Ella no era diferente de Julián. ¿Por qué había pensado que Carrie era especial?
– No hagas esto más difícil de lo que tiene que ser -replicó Carrie, recogiendo su equipaje. -Recordemos solo los buenos momentos.
– Sé que sientes algo -susurró él, tomándola por el brazo y acercándola a él. -Carrie, lo vi anoche en tus ojos. Lo sentí por la manera en que me tocabas.
– No hay nada -dijo ella. -Nada que no se pase con el tiempo.
Dev tensó la mandíbula y trató de contener su mal genio, ya que sabía que este la alejaría para siempre.
– Carrie, yo no quiero olvidarte. Y no quiero que desaparezcas de mi vida. Al menos no de esta manera.
– Entonces, ¿de qué manera? ¿Es que planeas hacerme promesas que no puedas cumplir? ¿Es que acaso estás listo para decirme lo mucho que me amas? Dev, ni siquiera me conoces. No sabes quién soy ni lo que soy. Somos dos extraños que han compartido una cama durante unas pocas noches. No tenemos por qué hacer que signifique nada más que eso.
Sin embargo, aquello había significado mucho para Dev. Hasta aquel mismo momento, justo cuando ella se marchaba, no se había dado cuenta de cuánto. Y ya no sabía lo que hacer ni decir para conseguir que ella se quedara.
– Tienes razón -dijo él por fin, lleno de amargura. -No ha significado nada. Adelante. Márchate.
– No quiero que te enfades -respondió Carrie. -Me lo he pasado muy bien esta semana y me alegro de haberla pasado contigo. Nunca la olvidaré.
– Yo tampoco.
Con aquellas palabras, Dev le tomó las maletas y se las llevó fuera. El marido del ama de llaves estaba esperando en la entrada, con el bote en el puerto, esperando para llevarse a Carrie.